Por Mario Martell Contreras
Claudia Sheinbaum recorrió los municipios de Tehuacán, Tepeaca y San Pedro Cholula. Las poblaciones de origen indígena, desde la cultura milenaria del maíz hasta la mítica Cholollan, donde los conquistadores españoles realizaron una matanza de indígenas, pasando por las raíces populares de Tepeaca, cuna del Niño Doctor. La candidata progresista conecta con sus seguidores.
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Un dron graba un video.
“Ingeniero, súbele a la música”.
“Morena, Morena”, ritmo machacón.
“Haciendo historia…” ritmo monótono.
La gente mueve las sillas que estaban ordenadas y las acerca a las vallas.
En medio de las sillas hay una valla que las divide en dos secciones.
Las personas intentan tomarle una fotografía a Claudia Sheinbaum.
Pero no se ve nada porque todos se tapan al levantarse de sus asientos.
Una señora que lleva un sombrero de palma que la cubre del sol, se cruza de brazos. Gira su rostro hacia el muro de banderas y de gente.
Algunas personas de la tercera edad prefieren quedarse sentadas.
Se levanta una porra:
“Cla-u-dia, Cla-u-dia”
“Presidenta”.
“Claudia es una mujer como tú que es madre, que es profesionista, que es una buena ciudadana, que es excelente funcionaria pública, mejor jefa de gobierno”
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“A la cuenta de tres, una porra enorme”.
Algunas manitas se alzan.
La candidata presidencial camina y se toman algunas selfies con la gente pegada a la valla. Algunas banderas con el logotipo de Morena ondean.
Es un domingo soleado, los municipios de la Sierra Negra y de la Mixteca poblana reciben a la doctora Claudia Sheinbaum.
Conforme pasa Claudia, la gente se sienta y se ensimisma en su celular.
A las 11:45 de la mañana, el zócalo de Tehuacán se encuentra repleto. La gente ha empezado a llegar desde las 9 de la mañana.
Sobre una de las calles laterales, al fondo se ha colocado un templete.
“Claudia sigue siendo nuestra dirigente estudiantil, la primera”, leen los animadores.
“A nuestros amigos dirigentes de pueblos originarios”.
“Mujeres chingonas con Claudia, dicen de este lado”.
“A la bio, a la bao, a la bim, bom, bao”, presidenta.
“Santiago Miahuatlán”.
La gente se sube a las sillas metálicas.
“Zapotitlán con Claudia. Somos mixtecos”.
“Tehuacán, Plan C”.
“Tepango de López. Claudia amiga, Tepango está contigo.”
“Dirigentes de jóvenes y de pueblos originarios”.
“Estamos solamente a cinco minutos de que haga su arribo la doctora Claudia Sheinbaum. El aplauso enorme y la porra”.
Agitan sus banderas blancas.
Claudia-Claudia-ra-ra-ra.
Las personas se suben a las sillas metálicas y apunta sus celulares hacia la llegada de Claudia Sheinbaum.
“Todas, todos y todes…”
(Quizás esta sea la única diferencia entre los mítines de Sheinbaum y los mítines de los otros candidatos).
(Los animadores del evento no hacen ninguna referencia a la política de Morena, y tampoco mencionan nada político.)
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El candidato al Senado, Ignacio Mier es cuidado en sus palabras. Casi parco:
“Te queremos decir que somos tus soldados. Que estamos unidos”.
A las 12:31, Claudia Sheinbaum dirige un mensaje.
Cuando Sheinbaum se refiere a Alejandro Armenta, la gente lo ovaciona.
Armenta no puede estar en el templete. La ley electoral se lo impide.
El primero de abril inicia la campaña a gobernador. Pero al ser mencionado es el personaje político más aplaudido.
La doctora Sheinbaum recuerda sus lazos con Puebla:
“En el 2012, cuando fue la segunda participación del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador. En el 2012, me dijo, te encargo 6 distritos de Puebla. Nunca imaginé que iba a regresar a Tehuacán como candidata a la presidencia a la república en el 2024. Esta es una región bellísima de Puebla y de nuestro país.
Se dice que esta región del Valle de Tehuacán es la cuna del maíz.
Ese cereal maravilloso que fue producto de la domesticación de las manos de los pueblos de Mesoamérica”.
Sheinbaum recupera el regionalismo indoamericano:
“Somos hombres y mujeres de maíz, Tehuacán que también es lugar de dioses. Lo que representa la biodiversidad y la riqueza del valle de Tehuacán”.
En Tehuacán, Sheinbaum hace un leve guiño al pasado:
“Y aquí recordamos a Miguel Barbosa. Está Claudia Rivera también con nosotros. Compañeras y compañeros de lo que llamamos la Cuarta Transformación de la vida pública”.
La candidata presidencial enfatiza los logros de la Cuarta Transformación:
“Hoy el peso está fuertísimo. Nuestra moneda. Hay más inversión extranjera hay estabilidad económica. Ha disminuido la pobreza y las desigualdades. Porque vamos a llegar a Palacio el primero de octubre.
Vamos a gobernar con el principio de que por el bien de todos primero los pobres”. “El segundo principio es combatir la corrupción. Es un principio juarista. No puede haber gobierno rico con pueblo pobre. No queremos que regresen las camionetotas, los guaruras. Los gobernantes debemos vivir en la justa medianía.”
Sheinbaum hace las anteriores alusiones porque bien sabe que la nueva Morena tiene candidatos de orígenes disímiles.
2024 no es ni 2006 ni 2018.
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En el zócalo se han instalado algunos puestos de souvenirs morenistas.
Muñecas de Claudia Sheinbaum, peluches de Andrés Manuel López Obrador, gorras y sombreros guindas, tazas con la cara de Andrés Manuel López Obrador, playeras y chalecos morenistas; y hasta el libro “Gracias” de Andrés Manuel López Obrador.
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En Tepeaca, los oradores fueron Ricardo Monreal Ávila y Liz Sánchez, candidata al Senado de la República, por el Partido del Trabajo.
Monreal presentó a Sheinbaum como una “mujer honesta, de buenos principios.”
Ricardo Monreal Ávila hizo una remembranza histórica de Puebla.
Ensalzó la tradición progresista y cultural de Puebla: desde Ignacio Zaragoza hasta la escritora, Elena Garro.
Los pocos minutos que tuvo el micrófono fue contundente.
La candidata al Senado de la República, Liz Sánchez, se engalanó con una floritura retórica: “Pero, ¿qué culpa tengo yo de tener la sangre roja y el corazón a la izquierda?”
Sánchez cita en el templete al guerrillero argentino, exportador de la Revolución, Ernesto Che Guevara.
Entre los morenistas, quizás nadie se ruboriza, porque el Che es una remota reminiscencia para los progres y aliancistas de la coalición zurda.
(En Puebla, como en otras partes del país, lo zurde se define como una combinación de nacionalismo, citas juaristas, programas sociales universales, y a veces, políticas identitarias. Y muchos peluches de Andrés Manuel de a doscientos varitos.)
Sánchez expone algunas ideas, pero ninguna propuesta.
Tampoco define con claridad qué proyectos legislativos impulsaría desde el Senado para Puebla.
Pero eso no importa porque la gente le tiene cariño y le aplaude.
La doctora Claudia Sheinbaum recuerda que en el 2012 fue la responsable del voto del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador en regiones de Puebla como Tepeaca e Izúcar de Matamoros.
Sheinbaum anuncia para Puebla la construcción de una carretera en la Mixteca.
La candidata presidencial relata que reconstruirá la autopista México-Puebla, y promete otro carril.
Además, Sheinbaum dedica parte de su discurso a prometer que le dará continuidad a la Cuarta Transformación.
En el caso de los trenes, la candidata presidencial ofrece que habrá un tren de pasajeros de la Ciudad de México a Veracruz, el cual pasará por Puebla.
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En Cholula, la mítica Cholollan, Claudia Sheinbaum cerró su gira por Puebla.
Al pie de las pirámides, el zacatecano Ricardo Monreal se dirige a la multitud.
Ante cientos de personas, Monreal pide a los votantes defender a Claudia Sheinbaum.
Luego de haber visitado Tepeaca y Tehuacán, Claudia Sheinbaum da el sprint final de la gira por Puebla.
Sheinbaum puso a prueba su carisma entre los poblanos.
Entre la base social del obradorismo, y las viejas estructuras ancilares que se han sumado a la campaña del 2024, Sheinbaum logra llenos en las plazas y parques.
A su paso, la candidata presidencial se detenía a saludar a hombres y mujeres, y a tomarse selfies con sus seguidores.
En el Parque Soria de Cholula, la candidata de la coalición izquierdista insistió en la promesa de fortalecer distintos programas de gobierno de corte social.
A las seis treinta de la tarde, la voz de la candidata ya se escucha cansada.
Pero hace un esfuerzo final para culminar su discurso.