Crónica del licenciado Fojaco y los acarreados del bienestar

El licenciado Fojaco se prepara para la elección judicial del próximo domingo. Aparece como el número 27 en la lista para ser ministro de la Tremenda Corte. Mientras se toma su brandy Presidente con Big Cola, a su oficina llega el licenciado Popócatl con un montón de papeles de colores, doblados como si fueran acordeones de escuela.

—¡Licenciado Fojaco, licenciado Fojaco! —grita el licenciado Popócatl, quien tiene una mancha de salsa verde en su corbata roja, en la que trae estampada la imagen de Speedy González.

—¿Qué pasó, Popócatl? ¿Por qué tanto escándalo? ¿Y por qué trae esa corbata tan rara?

Popócatl se miró la punta de la corbata, encogió los hombros como si no entendiera el comentario, suspiró y…

—Pues para informarle, mi jefe, que ya está listo el Operativo Acordeón. Vamos a acarrear a 20 mil personas para el domingo. Ya tenemos preparados los tambos de atole, tortas y tamales, 500 pesotes por persona a quien nos enseñe la foto de que votaron según la papelería que traigo aquí… y que va a traer el licenciado Madariaga en unos momentos.

—¡Hey, hey!, ¡momento! ¿Cómo que acarrear? ¿Cómo que acarrear? ¡Esto será una fiesta de-mo-crá-ti-ca, Popócatl! De-mo-crá-ti-ca. Métaselo bien en la cabeza.

—Por eeeeeso, licenciado. Por eeeeeso…

En ese momento, el licenciado Madariaga aparece en el despacho de Fojaco. Llega exhausto por subir las escaleras y cargar con toda la paquetería que le encargaron Popócatl y Fojaco. Madariaga sufre de obesidad mórbida: pesa 150 kilos y mide un metro con 68 centímetros. Los pantalones de un traje guinda que lleva puesto le quedan zancones y trae unos calcetines amarillos con la imagen de Piolín.

—Liijjjjjj… —toma aire el licenciado Madariaga—. Lijjj… —intenta aspirar, pero le es imposible—. Iiiiijjjj —se escucha un silbido cada que respira.

—¡Dele un vaso de agua, Popócatl! No se nos vaya a infartar el gordo este —ordena Fojaco.

—Liijjj… ijjjj… —continúa el licenciado Madariaga, mientras se desparrama en el sillón del despacho de Fojaco, el cual está adornado con un búho muy feo al que ya le falta un ojo, y una figura de un águila de cabeza blanca.

Popócatl le acerca el vaso de agua a Madariaga, quien, con un pañuelo, intenta limpiarse la grasa de la cara.

—Licen… —respira—. Licen…

—¡Ya, carajo, habla! ¿Y por qué traes esos calcetines tan raros?

Madariaga, que apenas puede ver sus pies, encoge los hombros sin entender y…

—Licenciado Fojaco, ya está aquí la paquetería que nos pidió. El licenciado Malagón será el encargado de repartir el recurso, como seguramente ya le comentó aquí mi licenciado Popócatl, para que los acarreados hagan su trabajo el domingo y voten como viene en la lista.

—¡Otro! ¿Cuál acarreo? A ver, es una fiesta de la de-mo-cra-cia.

—Por eeeeeso, licenciado. Por eeeeeso —responden al unísono Madariaga y Popócatl.

—A ver, ya no le digan acordeones. Son guías. Ya parecen prianistas ustedes, de veras, enemigos del pueblo bueno y sabio.

—Por eeeeeso, licenciado. Por eeeeeso…

—¿Ya le hablaron al licenciado Gutiérrez Priego? Nos iba a mandar unos audioescándalos y unos youtubers, por si se necesitan en la elección —inquiere Fojaco, mientras le da un sorbo a su cuba de Presidente con Cola. Con el vaso jaibolero se limpia el sudor de la frente.

—¡Ya, licenciado! —responden Madariaga y Popócatl, al unísono.

—¿Cómo va la cuenta de TikTok donde salgo bailando con la estatua de la justicia? ¿Le metieron pauta?

—Sí, licenciado —responde Popócatl—. Quien se negó a pasar la tarjeta para el pautado fue aquí mi colega el Madariaga. Que dizque baila usted muy feo, que se parece a Dora la Exploradora y al licenciado Cruz de Veracruz cuando se encuera.

—Es que, licenciado —interrumpe Madariaga—, se ve usted bien mal. Ya está muy ruco y quiere jugarle al influencer. No sería mejor que explicara las bondades de la elección; así, hasta los acarreados irían a votar convencidos.

—Madariaga, no hay a-ca-rrea-dos. Es un voto espontáneo. Es un júbilo democrático.

—Por eeeeeso, licenciado. Por eeeeso —responde Madariaga.

—Bueno, bueno… ya tienen todo: las guías que no son acordeones, los pautados en TikTok… Ya me aprendí otro bailecito nuevo que le vi a Erika Buenfil, y otro de Ninel Conde. Pongan unos 20 segundos de fondo de la canción Bombón asesino. No la pista completa, no nos vayan a banear. Nada más falta saber si al cierre de campaña, al parque Colosio, llegarán nuestros amigos que votarán el domingo. Y no me salgan con que son acarreados, porque llegarán por su propio pie.

—Por eeeeeso, licenciado. Por eeeeeso —otra vez responden como poesía coral.

—Ya me imagino con mi toga, codeándome con la Esquivel, con la Batres, con mi compadre Gutiérrez… Ah, ¡qué bonita es la democracia!, ¡chingado! Y los chingados negocios que vamos a hacer —Fojaco deja su vaso jaibolero y se frota las manos.

—Por eeeeeso, licenciado. Por eeeeeso.