Eduardo Rivera Pérez sí aplastó a Claudia Rivera Vivanco. No hay dudas al respecto y tampoco hay pruebas de una elección amañada. Quizá solo es muy cuestionable el papel del Instituto Electoral del Estado (IEE) pero esa será otra historia. Lalo Rivera ganó por un rechazó a Morena por parte de las clases medias que sí votaron y Claudia Rivera perdió por su inexperiencia en el gobierno.
No es que Eduardo Rivera y el PAN poblano sepan ganar, es que Rivera Pérez es un tipo con buena y mala suerte: en el 2010 ganó, pero por la ola de Rafael Moreno Valle Rosas. En el 2018 perdió por la ola Andrés Manuel López Obrador y en este 2021 triunfó por el rechazo a Morena de las clases medias que se dio en las zonas urbanas y porque su principal adversaria no le dio tiempo de cambiar sus negativos que ya eran altos.
Claudia Rivera pecó de inexperta. La inexperiencia le pasó factura.
Se encerró y sus asesores la encerraron dos años y medio en Palacio Municipal. Vivió las consecuencias del COVID en todo 2020. Comenzó a dar a conocer su trabajo a finales del año pasado. Se peleó con los medios de comunicación y lo más importante: se enfrentó con el gobernador poblano. Si bien Miguel Barbosa no metió las manos en el proceso electoral reciente, es mejor tenerlo de aliado, sobre todo alguien que sí sabe de política.
También es cierto y no se puede ocultar que fue víctima de una gran guerra sucia por varios medios de comunicación que excedieron límites de acusaciones más por intereses personales o por odios ocultos que por el deber de informar. Se cambió el análisis por el pastelazo y la guerra de lodo. Claudia Rivera y sus asesores no pudieron ir contra todo ello.
La candidata y Morena no entendieron a la clase media poblana que no necesariamente es panista. Las dueñas de salones de belleza, los empresarios que se vieron con problemas económicos, que tenía que pagar renta, salarios, servicios e impuestos no recibieron ayuda y muchos tuvieron que cerrar sus negocios. Esos, muchos de ellos, que ahora deben dinero ahora le dieron la espalda a Morena y por supuesto a quien les representaba en estas elecciones.
Hubo voto dividido, cada vez se nota más, porque el PRIAN tenía que haber triunfado en todo el municipio, pero perdieron dos diputaciones locales y una federal. Sólo queda la duda en el caso de Jesús Zaldívar por qué perdió contra Nora Escamilla. Si Jesús Zaldívar no negoció su derrota, entonces es un pésimo líder del Comité Municipal porque a él, sus correligionarios le dieron la espalda.
Existe cualquiera de las dos opciones y en ambas se ve mal.
Eduardo Rivera ahora tiene un gran problema: ¿a quién le será leal?
En sus apoyos están Claudio X. González, Gustavo de Hoyos, Enrique Cárdenas y los señores de la derecha poblana como Jorge Espina Reyes. Todos ellos enemigos de Andrés Manuel López Obrador. Por otro lado, el alcalde electo ya fue a rendirse públicamente ante el gobernador Miguel Barbosa. Rivera Pérez quiere ser mandatario de Puebla y llega a una ciudad con grandes problemas de inseguridad y servicios públicos.
¿Le será leal a Barbosa todos estos años?, ¿cumplirá sus acuerdos?
Recordemos que cuando fue alcalde de Puebla, cuando tenía a un tal Amadeo al frente de la seguridad poblana fueron los índices más altos en delincuencia.
Rivera Pérez ganó por su narrativa: fue perseguido, acosado, denunciado por el morenovallismo. Supo hacerse la víctima por eso es porque ni Rafael Moreno Valle ni varios medios de comunicación (que en esta ocasión lo apoyaron) lo humillaron. Vivió en ese sexenio una guerra orquestada desde Casa Puebla y ejecutada por la Auditoría Superior del estado (David Villanueva) y vitoreada por varios periódicos y columnistas en ese momento.
Como sí supo aguantar la andanada de Moreno Valle y Eukid Castañón, al final le dieron la candidatura a la alcaldía en el 2018. Perdió por el efecto AMLO y ahora se presenta aliándose incluso con varios de sus enemigos, entre ellos Mario Riestra Piña.
La narrativa del “héroe” le funcionó. No es que hiciera una buena campaña, no es que sea quien va a cambiar Puebla. Es comentado que es un personaje gris, anodino, pero ya es el alcalde. Ya también sabemos que como hombre de poder también ejerce la censura o por lo menos así lo dio a entender en esta reciente campaña.
Está en la borrachera del poder, pero en un año comenzará la cruda, ¿podrá llegar a su ansiada gubernatura? Falta mucho y si Morena entendió que la clase media está resentida, habrá una revancha.
Claudia Rivera tendrá que reinventarse y hacer un buen análisis de su derrota, valorar la soberbia y ver quién le hizo más daño al interior de su equipo.
Pero hay que recordar que en política no hay muertos.