Rodrigo López Sainz de Juambelz fue un empresario exitoso que colaboró para la historia periodística de Puebla. Fue a finales de la década de los noventa que fundó con Mario Alberto Mejía y Enrique Núñez la revista Intolerancia. Una revista que marcó una época porque las ediciones locales de ese momento ya eran arcaicas. En 2001 fundó el diario Intolerancia que ya pertenece a Núñez y que ya va a cumplir 20 años en mayo próximo.
La noticia de la muerte de López Sainz a muchos nos cayó como un balde de agua fría en la cabeza, primero porque lo conocimos, fue nuestro jefe con el que muchos pudimos tener desencuentros y no coincidir en muchas ocasiones pero cuando nos contrató fue un respiro para muchos de nosotros ya que la mayoría de los que arrancamos el diario veníamos de distintas experiencias periodísticas en las que la censura era el pan nuestro de cada día.
En mi experiencia personal podría decir que mucho de lo que soy ahorita se lo debo a Intolerancia, sin menoscabo de haber trabajado con Fernando Canales en Sí FM y en Radio Oro, así como con Rodolfo Ruiz en El Universal en su edición Puebla-Tlaxcala o la aventura de Diario Cambio que también fue importantísima para mí.
Los hombres somos nuestras circunstancias, lugar quizá ya común pero es necesario citar al filósofo español, porque en la fundación y los años que me tocó estar ahí, primero como reportero de especiales, luego como editor y finalmente como jefe de información aprendí no solo de Mejía, sino de todo un equipo que se formó ahí entre reporteros, fotógrafos, diseñadores, página web, correctores de estilo, repartidores, secretarias y personal administrativo.
Bueno, hasta los molotes de doña Mary que eran imprescindibles a eso de las siete u ocho de la noche. Me da miedo mencionar nombres porque si me falta alguno por la memoria traicionera los ofendería, pero ellos saben quienes son pues al final seguimos siendo grandes amigos
Lo que nunca hubo en mi paso por esas páginas paradójicamente fue Intolerancia, al contrario, hubo demasiada. A veces Rodrigo López Sainz estallaba por esa libertad o esa primavera en Praga que vivimos, porque las llamadas a su celular reclamando notas, reportajes, crónicas y columnas era el pan nuestro de cada día, pero aguantaba vara. La redacción del diario era rebelde, aventurera, impulsiva, radical, desmadrosa y extremadamente divertida.
En el segundo aniversario del diario decidimos sacar una foto en el que reporteros y fotógrafos le pintábamos caracoles (mocos, en términos más vulgares) al poder. Y esa foto salió en portada. Obviamente Rodrigo estalló en enojo porque no la veía venir. Me tocó un buen regaño pero como éramos cómplices al final se dijo que el responsable de la imagen fue “Fuente Ovejuna, todos a una”.
En aquella época y en ese diario se llegó a escribir de todo y de todos. Las cabezas que sugería Cirilo Ramos eran de antología. La información era de primera y lo que vivimos ahí para bajar el estrés periodístico era también una locura. Hubo mucho desmadre y varias veces hasta incidentes de agarrarse a golpes entre el propio equipo. Quien ha vivido en un ambiente periodístico sabe que los gritos y sombrerazos son parte de esa historia.
Había una competencia por la de ocho columnas. Era un periódico que se ponderaba la crónica y los reportajes bien documentados en un ambiente periodístico en el que contar historias era visto de mala forma.
Era tan influyente ese diario que los funcionarios de gobierno, empresarios, militantes de los propios partidos eran nuestras mejores fuentes de información y que atacaban a sus propios jefes, nunca se dirá quienes pero esa es la historia de las filtraciones.
Teníamos mucha suerte porque nos topábamos con buenas historias, es cierto eso de que no hay reportero sin suerte. Y Rodrigo López Sainz aguantó. Quizá al final tomó decisiones que a muchos no nos parecieron pero son comprensibles cuando se ven con el tiempo, porque al final a casi todos los que estuvimos ahí nos ha ido bien.
Después de trabajar en Intolerancia ya no había retos. Fue una verdadera escuela de periodismo en el que se cometieron excesos, pero que nunca nos arrepentiremos de lo que vivimos ahí. Aprendimos porque todos teníamos hambre de informar e informarnos. Le ganamos las exclusivas a muchos otros medios de comunicación y muchos nos veían con odio y recelo. Estuvimos en los principales momentos tanto políticos como sociales. Y lo digo en plural porque todo ese equipo era extraordinario.
Quizá fue la suerte de que gobernaba Melquiades Morales el estado y fue el único gobernador que era tolerante hasta la ignominia y eso nos permitió escribir libremente. El internet apenas empezaba así que la competencia era con los impresos. No puedo decir y asegurar que era una total libertad de prensa, pero al menos, sí en un 90 por ciento. No existe al cien ni creo que existirá, después de todo en el diarismo mexicano hay muchos intereses que se mueven, pero en general puedo decir que sí hicimos lo que pudimos.
Y Rodrigo López Sainz aguantó, soportó todo. Nunca nos dejó de pagar una sola quincena. Sí nos llegó a regañar, obviamente, sí se llegó a inconformar de la información que salía, pero aguantaba. Y si Rodrigo hubiera querido la primavera de Praga se hubiera acabado con la llegada de los tanques rusos, pero prefirió aguantar hasta donde tuvo que aguantar.
Cierto es que nos salimos por conflictos de interés y nos fuimos a refundar Cambio, pero esa historia ya es historia y al menos yo creo que los heroísmos en el periodismo no existen. Uno se pone una camiseta y es leal al proyecto. Ya lo demás, es para una buena novela.
Hay mucho que contar sobre Intolerancia, muchísimo, porque al final a pesar de nuestra renuncia, Rodrigo López Sainz fue un gran jefe que fue muy tolerante y como amigo era espléndido. Uno no niega la cruz de su parroquia y sabe quien nos formó para bien y para mal. Ahí aprendí del oficio y por ello con Rodrigo con Núñez y con Mejía siempre estaré agradecido, porque fue una gran aventura de rebeldía que vivimos. Esa experiencia jamás la volví a vivir e insisto sin menoscabo de otros medios con los que he participado.
Un tequila a la salud de la memoria de López Sáinz y un homenaje a alguien quien quizá sin quererlo se volvió un parteaguas para el periodismo poblano.
Abrazo a sus seres queridos.