No es por herir susceptibilidades, pero parece que en este país ya aplica la frase “dime cómo es el cine cercano a tu casa y te diré de qué careces”. Además de monopolizar la distribución cinematográfica de este país, Cinépolis y Cinemex han puesto ciertas características en sus salas que hacen más diferencias sociales que las telenovelas de Televisa. Para ejemplos bastan los siguientes:
- Cines VIP, lo que se dice V-I-P, sólo en Sonata y Angelópolis. De ahí en fuera, todo el resto de la ciudad no merece semejantes lujos.
- Entre más nos acercamos a las zonas “populares” se hace evidente otro fenómeno: todas (o casi todas) las películas en inglés están dobladas al español. Dicho de otro modo: entre más clavado esté el cine en tu barrio, más van a suponer que no masticas el inglés, carnal.
- La oferta también sufre de sesgos muy evidentes. Filmes no comerciales se van a las salas más nice, mientras que en los complejos más humildes Pixar y DC Comics son reyes de la programación.
- Pero si de igualdad hablamos, ahí entran los precios de la dulcería. Ricos o pobres, de barrio o de cluster, las palomitas y los chescos van al mismo precio en todos lados. Que no se diga que en México el cine es un negocio discriminativo, ¡no señor!