La situación que estamos viviendo con el coronavirus al ser declarada pandemia por la OMS y pedir a la población mundial que nos quedemos en casa para hacer cuarentena y evitar mas contagios, han hecho que la gente realice compras de víveres y artículos de primera necesidad. Uno de los artículos que más se han llevado de los supermercados y hemos visto en diferentes medios en internet es el papel higiénico.
Así que leyendo un poco, encontré en el facebook de un amigo un artículo que habla sobre los inicios de este maravilloso producto que hoy esta agotado en algunas tiendas. Esta escrito por Justin Case para República Insólita.
Breve historia de la higiene anal: ¿cuándo empezamos los humanos a limpiarnos el culo?
Entrar al cuarto de baño, cerrar la puerta, bajarse la ropa interior, hacer de vientre y limpiarse. Y antes de salir del baño, volver a subirse la ropa y tirar de la cadena, claro. En cualquier caso, cómo hacer aguas mayores lo tenemos más o menos claro en la sociedad occidental del siglo XX. Y lo de limpiarse, con un poco de papel higiénico, también. Pero ¿cómo empezó todo esto de limpiar y dar esplendor al ano tras evacuar?
Habría que remontarse a una de las civilizaciones más importantes de la historia de la humanidad. Es de la antigua Roma de quien tenemos una de las primeras noticias sobre la limpieza de los bajos fondos. Mientras conquistaban media Europa y el norte de África, la gente que acudía a los baños públicos de las ciudades se limpiaba con una especie de esponja atada a un palo.
Después de usarla, se guardaba en un recipiente con vinagre o agua salada. También por aquella época se usaban hojas de lechuga y agua. Suponemos que, después de usarlas, no las dejaban para la ensalada de la noche. Eso sí, como siempre ha habido clases, las más altas tenían en sus casas lana empapada en agua de rosas, lo que sin duda resulta más cómodo, higiénico y agradable al olfato. También se utilizaban para estos menesteres hojas de cáñamo, un uso más de esta planta.
Unos coetáneos de civilización, los griegos, no se quedaban atrás en eso de impedir que los palominos impregnaran su ropa. En su caso, se limpiaban con piedras y trozos de arcilla, suponemos que bien lisos y sin partes punzantes.
Pero sean griegos, romanos o de cualquier otra civilización, lo que parece estar claro es que no existía un suave rollo de papel como el que tenemos en nuestras casas, así que había que frotarse con lo que fuera. A los elementos de griegos y romanos habría que sumar las herramientas anales de los inuit (el musgo en verano y la nieve en invierno) o las conchas marinas y las algas de aquellos que vivían cerca del mar. Había europeos que incluso utilizaban la mano para despejar lo que allí dentro hubiera. Y los musulmanes, de hecho, usaban agua con la mano izquierda, considerada impura. Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, los colonos americanos y los mayas usaban mazorcas de maíz.
Y llegó el papel higiénico.
El papel empezó a expandirse para su uso anal hace unos 1.500 años. Aunque no está del todo claro cuán higiénico sería entonces: el primer documento que refleja su uso data de la China del siglo 6 d. C. En el año 589, el escritor Yan Zhitui dijo: “El papel sobre el que están escritas anotaciones o comentarios sobre los Cinco Clásicos [doctrinas de Confucio en forma de libro] así como sus dichos, ese papel me cuidaré mucho de emplearlo en propósitos del cuarto de baño”. Sorprendentemente, aún hoy mucha gente amenaza con usar ciertas hojas para un fin tan escatológico, así que una vez más se comprueba que todo está inventado.
Ya en el siglo XIV, con la dinastía Yuan, la producción de hojas de papel para limpiarse tan noble zona se incrementó. Según la documentación disponible, en Zhejiang se fabricaban 10 millones de paquetes cada año. En Pekín, donde se encontraba la corte, el papel para esta función, de un tejido suave, tenía perfume, como pasa ahora con algún tipo de clínex.
Sin embargo, el papel higiénico tal y como lo conocemos hoy en día es un invento del siglo XIX. El estadounidense Joseph C. Gayetty comercializó el primer paquete de papel en el año 1857. El ‘Papel medicinal de Gayetty’ (así se llamaba) no era otra cosa que láminas de papel humedecido con aloe vera. Sin embargo, este producto no prosperó, quizás por su precio. El primer rollo fue ideado años más tarde por los hermanos Scott, compatriotas suyos. También por aquella época, Zeth Wheeler patentó el papel perforado. Agujeritos y rollos: el papel higiénico que usamos hoy ya era una realidad hace más de 125 años.
Llegó para quedarse
Por méritos propios y motivos obvios, el papel higiénico ha triunfado a lo largo de la historia de la humanidad: aunque unos mil millones de personas en el mundo no lo usan, otros recurren de media a ocho o nueve hojas perforadas cada vez que se tienen que limpiar. También de media, un rollo tarda cinco días en gastarse en una casa, con los habituales problemas y preguntas cuando a alguien se le olvida comprar más. En total, cada año consumimos 17 kilos de papel higiénico, para dolor de nuestros bosques y alegría de nuestros culetes.
Gracias a la revolución papelera china (y todos los pasos dados después), hoy podemos olvidar esos palos con esponja y olor a vinagre que se compartían de manera pública. Parece, eso sí, que ha pasado la moda de usar cosas con olores. Si existe el papel higiénico de lujo, ¿Volverá algún día el hit de las fragancias para dejar lustroso el ano?
Fuente: República.com