Por: VB
Con la puntualidad que marcan los 360 grados, cada 365 días comienza otro año. Recomienza el proceso de siempre, es decir, cada año se recomienza y no puede ser de otra manera.
Ítalo Calvino, que a partir de las nociones y gustos de algunos críticos, tal vez no sea el mejor narrador italiano, sin embargo, considero que además de una variada obra y cobertura de casi todos los territorios del espectro literario, y aunque existen algunas críticas en donde algunos lo consideran como un autor de enseñanza primaria, lo cual me parece elogioso, es un escritor al que las modas y los avatares polémicos no lo intimidaron y dejó un panorama fresco en los territorios de Ariosto, su gran poeta. Paolo Fabbri, su amigo, dijo que desde que Calvino ha muerto los italianos se han vuelto más estúpidos. Y no sé qué tan cierto sea esto, pero en un homenaje por los cien años de su natalicio, en el Instituto Cultural Italiano, un crítico de aquellas latitudes comentó que a diferencia de Pasolini, en Italia a Calvino sólo lo recordaban en la academia, ¿será?
La realidad es que Calvino desde la posguerra siempre estuvo pendiente con los asuntos literarios, desde su estudio donde como anticuario se sumergió entre las narrativas breves de su lengua, logrando, entre un cúmulo de narraciones recopiladas durante casi dos siglos, las versiones más bellas y originales y las tradujo al italiano a partir de los dialectos en que habían sido compiladas, labor encomiable en las que pocas veces se repara y que muchos de sus teorizaciones y ensayos las publicó en su libro De fábula. Sin embargo, con su novela, poética y hermosa, de Ciudades invisibles, a través de Marco Polo conversando con el enigmático Kublai Kan sobre algunas ciudades y sus peculairidades, por momentos, casi fantásticas, sedujo a propios y extraños.
El minutero, en esta ocasión le dedica algunos acercamientos, sobre todo porque este narrador nacido en La Habana, Cuba en 1923, estuvo muy cercano a México y a las letras latinoamericanas, como muestra los ensayos uno sobre su relación con Borges y otro con su vecindad a nuestro país, con la extraña coincidencia que murió en uno de los más terribles días de la ciudad de México: el 19 de septiembre de 1985. Asimismo, otro de los ensayos practica una lectura junto a uno de sus herederos directos, como lo es Antonio Tabucchi.
Así iniciamos 1924 con la creencia que debemos crecer junto a la cultura alimentada por todo aquello que nos ofrezca una ventana para alimentar y sostener una salud literaria y cultural de la ciudad y el país.