La aventura de buscar trabajo a todos nos quita el sueño, para empezar, te piden experiencia de 108 años, ser pro-activo, titulado + doctorado, que tengas súper poderes, seas bueno trabajando bajo presión, disponibilidad para trabajar, tolerante a la frustración, tiempo completo, horas extras, sonreír siempre, máximo 23 años y una cantidad muy baja de dinero al mes.
Pese a todas estas injusticias, lo aceptamos porque es lo que “tenemos que hacer” y todo mundo nos dice que estamos en constante crisis laboral y aceptes la primer cosa que te ofrecen. En el momento en el que lo aceptas, felicidades; eres un Godínez oficial.
Hay dos tipos; el primero, orgulloso de sí, el que presume sus tuppers con su nombre escrito y deja oliendo toda la oficina a atún porque come en su escritorio para “adelantar chamba”, porta su gafete aun cuando ya salió, guarda una salsa en el cajón de su escritorio y es el primero que dice “vámonos porque aquí asustan” o el que te delata cuando llegas tarde con un amable “buenas noches”, o un lunes te recibe diciendo “ánimo que ya casi es viernes”, y salva a sus amiguitos diciendo “voy a la tiendita, ¿alguien quiere algo?”, siempre trae una manchita de café, es el único que sabe cómo usar la copiadora, es el dueño, señor y amo de la fondita y le tira la onda a toda la oficina.
El segundo, el que odia ser llamado Godínez y niega ser uno con todas sus fuerzas, hasta se llega a ofender cuando lo molestan. Este es el que lleva sus tuppers escondidos en una bolsa de ropa, apaga su computadora 10 minutos antes de su hora de salida, se queja del jefe y de hacer la fila para el micro, no colabora para el pastel del compañero en turno pero cuando nadie lo ve, corre por un cacho. Le dan sus momentos de locura y dice frases como “me sobra mucha semana al final de la quincena”, “ya me dio el mal del puerco”, o “lo bueno es que ya es ombligo de semana”, se roba los artículos de la oficina y lleva la playera de su equipo favorito bajo el saco.
Pese a todo, los Godínez somos guerreros. Sólo nosotros sabemos lo complicada que puede llegar a ser la vida laboral y aun así salimos adelante aunque se nos haya vaciado la comida en la lonchera por tercera vez en la semana y nuestros zapatos ordenados por catálogo se hayan tardado más en llegar.
Nuestro mundo está lleno de detalles lindos que hacen la diferencia, como desear un buen fin, decirle a los jueves “viernes chiquito”, que cancelen una junta, los días de quincena donde tiramos la casa por la ventana y decirle a tu compañero que está huyendo antes de tiempo “¿ya tan rápido?” en fuerte para que el jefe escuche.
Un saludo especial a todos nuestros colegas Godínez que en lugar de estar trabajando, leyeron y se identificaron con esto.