Después de dos años y de 780 millones de dólares Deadpool está de regreso.
El filme apela por la amistad, la familia e ir en contra de estereotipos, todo con en medio de lo procaz del más irreverente y políticamente incorrecto personaje de Marvel.
Aquí la reseña:
Título: Deadpool 2.
Director: David Leitch.
Elenco: Ryan Reynolds, Josh Brolin, Morena Baccarin, Zazie Beetz, Brianna Hildebrand, Brad Pitt y Bill Skarsgård, entre otros.
Hace dos años, Deadpool, llegó a la pantalla grande para sorprender a propios y extrañas, se contó con un sentido del humor escatológico, ácido y transgresor, era una cinta para adultos; se rompía la cuarta pared y además, el antihéroe mostró un alma sensible, las canciones de George Michael tenían cabida en su corazón, exaltando así la cultura pop que las nuevas generaciones desconocen.
En esta secuela se vuelve a hacer uso de los elementos antes citados, pero de una forma sobrecargada y reiterativa, sobre todo en su primer acto. En esta, Wade Wilson, con su cara chamuscada y desfigurada, se enfrentará a diferentes discrepancias que lo arrojan a la depresión, sin embargo, conforme avanza la trama el sentido de la amistad y de la familia emergen en él, puesto que un hijo es la oportunidad que te da la vida de ser una mejor persona.
Conforme avanza la trama, el panorama se va componiendo, X-Force se asoma y se conforma en medio de bromas y personajes pícaros, en los que destaca la siempre suertuda Domino, su gracia y belleza dan la contraparte necesaria al protagonista. Se rescatan joyas de la cultura pop como Yentl, aquella cinta, dirigida y protagonizada por Barbra Streisand, en la que se hace pasar por un varón y que en su momento la gente se manifestó con la Academia por no haberla nominado al Oscar en el rubro de dirección; a su vez se rescata el tema Tomorrow, del musical Annie, puesto que de una u otra forma “el sol saldrá mañana”.
Dirigida por el realizador de John Wick y Atómica, las escenas de pelea no tienen desperdicio alguno, en medio del sarcasmo, humor negro y vulgaridad saltan a la vista combates capaces de llenar la pupila de los amantes del género de superhéroes, así como algunas sorpresas guardadas bajo la manga.
Entre los aciertos del filme se puede subrayar el ir en contra de los estereotipos de Hollywood, el protagonista de una cinta de superhéroes no necesariamente tiene que ser guapo, hecho que se ejemplifica con Wade Wilson, o tampoco tiene el deber de ser atlético, situación que se acentúa con Russell, uno de los personajes clave en en esta secuela y por lo que se justifica la presencia de Cable en esta cinta.
Josh Brolin vuelve a la piel de un villano ahora como Cable, después de haber dado forma a Thanos en Avengers: Infinity War, y aunque el nominado al Oscar hace un trabajo decoroso, se percibe que se pudo haber explotado un poco más al personaje, carece de capas como se indica en el cómic, luce un poco caricaturizado, pero eso es problema del guión y no de Brolin.
En términos generales, esta segunda parte no toma riesgos y se apega a la fórmula que le hizo ganar más de 780 millones de dólares alrededor del mundo. No es tan fresca como su predecesora, hay una saturación de bromas y personajes, tampoco hay un factor sorpresa contundente, sin embrago y tal vez uno de los momentos más gloriosos del filme son las escenas finales, es el tipo de filmes que idolatran los millennials.