España no conquistó México, indiscriminadamente llegaron a destrozar una cultura que funcionaba y que estaba en plena evolución. Arrebataron de las manos de los indígenas su poder y su sabiduría bajo la falacia de que los rescataban de unos “bárbaros ignorantes”.
La caída de la gran Tenochtitlán arrojó un saldo terriblemente desigual en pérdidas humanas: murieron cien españoles por cien mil aztecas. Este hecho representó un gran hito en la historia de México y el mundo, a partir de esta terrible “conquista” lamentablemente se comenzó a dar una serie de violentas intervenciones en las comunidades indígenas que terminaron en masacre.
Recientemente el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizó un descubrimiento en Zultepec, Tlaxcala que verifica estos crueles hechos y los vincula con una venganza personal de Hernán Cortés.
La venganza de Hernán Cortés
En las batallas previas a la caída del Imperio Mexica, en julio de 1521, un grupo que formaba parte de la Triple Alianza, un pueblo de nahuas en Zultepec-Tecoaque, en lo que hoy se conoce como Tlaxcala, decidió apresar a un batallón de Pánfilo de Narváez. Después de capturarlos, los nahuas decidieron sacrificar al conquistador.
Cortés dio la orden a su alguacil mayor, Gonzalo de Sandoval para destruir la comunidad de Zultepec, como una venganza directa de los hechos ocurridos anteriormente. Todo esto se sabe a partir de las reconstrucciones escritas que se encuentran en textos como la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, y la Tercera Carta de Relación de Hernán Cortés. Pero gracias a un descubrimiento del INAH, estos lamentables hechos pudieron ser verificados.
La masacre de Zultepec
La reconstrucción de los hechos se pudo hacer gracias a las evidencias arqueológicas de más de 25 mil piezas y trabajos profesionales de investigaciones del INAH. Así se pudo determinar que esta venganza fue cosa de un día. Los arqueólogos suponen que los hábiles guerreros pudieron huir, sin embargo, las mujeres y niños sin entrenamiento fueron los más afectados, como se puede apreciar en la calzada principal, donde se encontró una decena de osamentas de mujeres con signos de tortura, mientras protegían a menores de entre 5 y 6 años de edad. También se encontraron restos de mujeres y niños al interior de sus hogares. No hubo ninguna intención de darle un digno sepulcro a los cuerpos, tal cual fue la orden de Cortés.
Las mujeres y niños que se mantuvieron resguardados en sus aposentos, fueron a su vez mutilados, como lo evidenció la recuperación de huesos cercenados en el piso de las habitaciones. Los templos también fueron incendiados y las esculturas de dioses, decapitadas; así se destruyó este sitio que representó una resistencia para Cortés.
Los pobladores de Zultepec estaban advertidos de este posible ataque, por lo que decidieron levantar muros para evitar la llegada de los españoles y esconder los restos de los sacrificios, sin embargo, esto no fue suficiente para evitar la masacre.
La historia señala que este tipo de intervenciones generalmente se encuentran marcadas con sangre, sin embargo, las investigaciones profesionales siempre señalan que los hechos fueron más violentos y brutales de lo que suponían los expertos.
Con información de Cultura Colectiva