Hay dos poblanos en las grandes ligas: Sergio Salomón Céspedes Peregrina, comisionado del Instituto Nacional de Migración, y Olivia Salomón Vibaldo, directora general de la Lotería Nacional. Ambos comparten —sin presumirla— su cercanía con Palacio Nacional, y eso volvió a notarse con la llegada de Esthela Damián Peralta a la Consejería Jurídica de la Presidencia, en la vacante que dejó Ernestina Godoy.
En sus respectivas redes sociales, ambos funcionarios aplaudieron la decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. En la simbología política no es un hecho menor: tanto Céspedes Peregrina como Olivia Salomón han sido cercanos a Esthela Damián no de ahora, sino desde la pre, pre, precampaña presidencial, cuando ella aún se desempeñaba como secretaria particular en el gobierno de la Ciudad de México.
¿Me explico?
No obstante, ambos han sabido cuidar su espacio y no mezclarlo con la política local. No han querido “generar olas” ni malentendidos, ni mezclarse con la grillita o la politiquería.
Cero protagonismos en la patria chica. Si no lo hacen en la patria grande, menos en la chica, para que me entiendan.
Aparecen en las listas rumbo a 2030, aunque ellos lo nieguen y aunque a algunos no les agrade. Sí, sí aparecen ambos. Es inevitable mencionarlos, quizá porque no han dicho nada, por cortesía y porque —supuestamente— no son los tiempos. Pero negar que tienen posibilidades reales, al menos un boleto para ese concurso, es un despropósito.
No por nada el periodista Mario Maldonado colocó a Sergio Salomón Céspedes como un posible sucesor de Rosa Icela Rodríguez, quien estuvo en Puebla el sábado pasado durante el primer informe del gobernador Alejandro Armenta.
No es que el comisionado vaya a quedarse o no; eso, francamente, no lo sé. Mis alcances no dan para tanto: a duras penas rebasan un par de calles en Santiago Momoxpan. Pero el solo hecho de que sea mencionado en una columna periodística que sí se lee —se cumpla o no la profecía— habla de cercanía, confianza y visto bueno por parte de quien vive y despacha en Palacio Nacional.
No es un “a ver si pega”. Hay resultados. De lo contrario, pasaría inadvertido, como tantos personajes de la política local.
El caso de Olivia Salomón también merece atención. Ha revitalizado la imagen de la Lotería Nacional. Desde hacía años esa dependencia había quedado relegada, sin sello ni identidad; ella, en cambio, le imprimió presencia con campañas constantes y una estrategia de comunicación visible.
Son dos personajes que están ahí, concentrados en lo suyo. Que van creciendo. Que no se han inmiscuido en la grilla local, pese a que no faltará quien intente jalarlos al lodazal —siempre hay quien saca ventaja del conflicto—. Ambos han respetado las reglas no escritas de la política aldeana: esperar los tiempos.
Para los dos, 2025 fue un buen año. Todo indica que el que viene también lo será.
En política, señoras, señores y señeres: el silencio también comunica. Y cuando ese silencio se acompaña de resultados, cercanía y disciplina es método. Algunos corren, otros esperan. Algunos hacen ruido otros, carrera.
No los pueden borrar y perder de vista.

