Hay dos razones por las que deberías ver Dune en la pantalla más grande que puedas encontrar. Primero, porque sus imágenes son tan alucinantes que te harán recordar por qué el cine de Hollywood nos puede seguir quitando el hipo. Segundo, porque de su éxito depende que la historia continúe. Y queremos que lo haga, porque el juego de tronos de Arrakis no ha hecho más que empezar: la película de Denis Villeneuve tan solo cubre la primera parte de la novela de Frank Herbert, por lo que aún tiene mucho desierto que recorrer, personajes que explorar con más profundidad y temáticas que expandir para hacer justicia al legado literario que lleva en sus espaldas.
Si no has leído la novela de Herbert, no te preocupes: esta vez sí te vas a enterar de qué va la historia. Villeneuve se pone al servicio de la historia para contarnos de forma concentrada, pero también detallada, cómo cayó la Casa Atreides. Esta dinastía de nobles es enviada al planeta Arrakis por orden imperial en sustitución de la Casa Harkonnen, que ha dominado el lugar durante 80 años.
El atractivo de este rincón desértico de la galaxia está en una droga conocida como la especia, que es indispensable para hacer posibles los viajes espaciales y alimentar los poderes sobrehumanos de colectivos como las «brujas» Bene Gesserit.
Pero este trasvase de poder no será más que una excusa para iniciar una sangrienta guerra, en parte motivada por el miedo de las élites hacia el creciente poder de Paul Atreides (Timothée Chalamet), un adolescente que todavía está descubriendo el alcance de sus habilidades y la importante función que parece depararle el futuro en este planeta junto a su población nativa, conocida como los Fremen.
Tras todo su increíble espectáculo visual, y también sonoro (cuenta con la música de Hans Zimmer, en la que suenan tambores tribales y gritos agudos que recuerdan a su trabajo en Gladiator).
Nos quedamos con ganas, eso sí, de saber más de los personajes que le acompañan. Por ejemplo, la Casa Harkonnen es por fin tan aterradora como siempre la imaginamos. No hay más que ver el primer encuentro con el Lord Baron interpretado por Stellan Skarsgard, envuelto en sombras, bajo la mirada atenta de un Dave Bautista, que interpreta a su hijo y heredero, al que todavía no veremos plenamente en acción. Por supuesto, los Fremen también quedan como una gran cuenta pendiente. Villeneuve ya ha avanzado de que Chani, el personaje interpretado por Zendaya, sería la principal protagonista en la secuela, donde seguramente también veríamos más del líder al que da vida el español Javier Bardem.
Hay tantos personajes, tantas casas y tantas posibilidades narrativas que a veces desearíamos que esto fuese una serie de ocho temporadas en lugar de un díptico cinematográfico. Aunque, por otra parte, no renunciaríamos a experimentar el fantástico trabajo visual del filme en una gran pantalla.
No hay duda de que la película se toma muy en serio a sí misma, pero no es algo necesariamente negativo. Aquellos espectadores que no se sientan arrastrados inmediatamente a este mundo de naves espaciales, armaduras imposibles y gusanos de arena, seguramente encontrarán buena parte de la película algo soporífera. Los que sí conecten con esta vertiente más épica del sci-fi, que se preparen para disfrutar.
Dune llega, además, en un momento en el que sus temáticas tienen una lectura muy interesante. Aunque esta primera parte no explota demasiado su vertiente ecologista, sí que ahonda en su crítica al imperialismo inspirado por los conflictos en Oriente Próximo. Es algo que ya estaba en la novela, pero mucho ha llovido desde aquellos años 60. La historia de un imperio que busca explotar los recursos naturales de un territorio para beneficio propio y decide iniciar guerras y cometer genocidios para conseguirlo… Suena demasiado cercano como para obviarlo. También destacan en esta primera parte de la historia las menciones al fanatismo, y cómo la expectación por la llegada de un Mesías también puede servir para controlar a las masas. ¿La esperanza es lo que te salva o lo que te mata?
De momento, estos temas son simplemente pinceladas en una película que ha priorizado apostar el todo en su introducción de los personajes y el planteamiento de la historia. Por eso precisamente es posible que hay quien sienta que Dune es el episodio piloto más largo del año. Quizás por esta razón, hay momentos en los que la película carece de alma y nos deja con ganas de más. Pero, de nuevo: este es solo el primer paso. Demos la oportunidad a Villeneuve de mostrarnos la segunda mitad, porque podría cambiar la percepción de todo lo que hemos visto hasta ahora. Paciencia. Quizás viendo el conjunto nos demos cuenta de que el cineasta está más en sintonía con la novela de lo que muchos piensan. Como dice el personaje de Zenday: «Esto es solo el comienzo».
Con información de Esquire