Arrancamos este mes con tres cambios indispensables: por primera vez una mujer llegó a la Rectoría de la BUAP, Lilia Cedillo Ramírez, quien además es una investigadora de tiempo completo y cuenta con el apoyo unánime de la comunidad universitaria.
Hay nuevo Congreso del estado, el cual ahora sí contará con conocedores de la ley y no improvisaciones que trajeron muchos dolores de cabeza como son Nora Escamilla o Gabriel Biestro y, finalmente, Eduardo Rivera Pérez recuperó la alcaldía poblana.
Los tres son cambios que generan un nuevo equilibrio de poderes. De entrada, Lilia Cedillo ha empezado a dar muestras de que su trabajo será más académico.
Más centrado en fortalecer el área de investigación, a los profesores de su institución, a beneficiar al área administrativa y la de los estudiantes.
Eduardo Rivera Pérez arriba con toda la legitimidad al Palacio de Charlie Hall, además de que, por primera vez habrá un trabajo coordinado entre el gobierno estatal y la alcaldía poblana, pues en la toma de protesta de Rivera así se leyó el mensaje de ambos, el cual sirvió para tirar por la borda lo que dejó Claudia Rivera.
En el Poder Legislativo, por otra parte, se ve un Congreso más equilibrado con personajes que llaman la atención por su experiencia política y administrativa, como son: Sergio Salomón Céspedes Peregrina, Jorge Estefan Chidiac, Eduardo Alcántara Montiel y Oswaldo Jiménez López, entre otros.
El trabajo desarrollado por la anterior Legislatura se vio opacado, pues algunos de los integrantes solo se hicieron diputados de la selfie, es decir, quién sabe qué hacían, pero todo lo que promovían eran sus fotos en Facebook e Instagram. Ahí está la diputada pluripartidista Nora Escamilla, que hasta se tomó fotos en pleno covid, en una exclusiva zona de Acapulco.
Llegamos, entonces, a un momento de contrapesos. La BUAP cambia de insignia con nuevas formas, reglas y operaciones, que seguramente serán para bien tanto de su comunidad como de toda Puebla, porque uno de los pilares sociales y económicos de nuestra entidad es la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
En el caso del municipio, se espera que este cambio de administración ayude a combatir la inseguridad que se disparó desde que Rafael Moreno Valle Rosas estaba en la gubernatura, pues se perdió el control de la delincuencia; además, fue la época en la que afloró el negocio del huachicol y los cárteles de la droga comenzaron a pelearse el territorio poblano.
En Puebla, desde que llegó Mario Marín en 2004 hasta el tristemente célebre morenovallismo, los prestanombres, los factureros, los constructores y la delincuencia organizada, era el pan nuestro de cada día. Se comenzó a normalizar el abuso, al grado que ya se aspiraba a ser parte de ello con tal de no sentirse inadaptado.
Fueron casi 15 años (del 2004 al 2019) de corrupción, excesos y narcomenudeo en todos los niveles socioeconómicos. Incluso, muchos juniors de la política, con el fin de volverse millonarios, participaron en fiestas y orgías con factureros que andan prófugos, como un famoso oaxaqueño que ha sido conocido como “El rey del outsourcing”.
Vivimos tiempos nuevos.
Zeus Munive Rivera
Editor