Por Zeus Munive / @eljovenzeus
Fotos: Jorge Patiño y esimagen.mx
En términos cinematográficos y sociológicos, se le ha llamado a la creación de un mito único como “el viaje del héroe”. Este consiste en que un ser humano ordinario acepta un reto en el que no todo es miel sobre hojuelas, tiene que enfrentarse a batallas, pleitos, condiciones adversas para lograr su cometido. Muchas veces, el protagonista carece de herramientas y recibe ayuda para llegar a su meta.
Como es un hombre común y corriente, en ocasiones se cae, no solo él físicamente, sino su ánimo. A veces siente que el universo y las circunstancias operan en su contra, pero poco a poco va construyendo su camino. Las películas, series de televisión y las novelas utilizan mucho esta narrativa para crear expectación e interés, porque cuando todo se complica siempre hay una salida que provoca el desenlace.
Si analizamos la estructura de la narrativa de Eduardo Rivera Pérez para ganar la alcaldía de Puebla a Claudia Rivera Vivanco es muy similar. Veamos por qué.
Eduardo Rivera llegó a Puebla a mediados de los noventa de Toluca, Estado de México, y se inscribió en la carrera de Ciencias Políticas en la Upaep. Para sostener sus gastos, comenzó a vender gelatinas (algunos de sus enemigos han usado esto para atacarlo, aunque no tenga nada de malo).
Se afilia a Acción Nacional cuando Francisco Fraile era el líder de ese partido y lo suma a un grupo de jóvenes que los llamó “sus cachorros”. Eduardo Rivera al ir bien en sus estudios, participar activamente en la política local, es llamado a formar parte de la organización nacional “El Yunque”. Un grupo católico clandestino que tiene como finalidad, según sus iniciados, jurar por Dios, la patria y su organización.
Al llegar Ana Teresa Aranda a la dirección estatal de ese partido, Rivera Pérez se convierte en el secretario de Acción Electoral estatal y se suma al movimiento en Huejotzingo, en el que los panistas denunciaron un fraude electoral provocado por el gobernador Manuel Bartlett y el PRI. Posteriormente, se convierte en secretario general del PAN estatal, líder estatal, diputado federal, candidato a la alcaldía de Puebla en 2010 y presidente municipal del período 2011-2014.
Su vida, por obvias razones, iba mejorando. Cuando el candidato es Rafael Moreno Valle a la gubernatura y él a la alcaldía, comenzaron una serie de roces y molestias. Una vez que Rafael Moreno Valle se hace gobernador, la lucha entre ambos subió de tono.
Moreno Valle, apoyado por personajes como Eukid Castañón, Pablo Rodríguez Regordosa, Antonio Gali Fayad, y un grupo político que lo acompañó desde 1998, al que llamaron Grupo Finanzas, comenzaron a acosar a Rivera Pérez.
La lucha llegó a tal grado que, pese a que el alcalde de Puebla es el anfitrión en el tradicional Grito de Independencia, los morenovallistas evitaron que saliera en la foto. La imagen más icónica es cuando Rafael Moreno Valle y su esposa festejaban, atrás quedó Rivera y solo se alcanzó a ver su mano en una fotografía que ya es parte de nuestra historia.
Moreno Valle lo persiguió hasta cansarse y una vez que dejó el ayuntamiento, la Auditoría Superior del Estado lo denunció por presuntamente no haber comprobado 200 millones de pesos en su gestión como alcalde.
Fue tanta la persecución que llegaron a embargar su casa. Rivera Pérez entonces inició una cruzada que consistió en jugar el papel de víctima (no es para decirlo en término peyorativo, era el único recurso que le quedaba). Al llegar el 2018, a Moreno Valle no le quedó otra que perdonar a su enemigo y hacerlo candidato a alcalde de Puebla.
Siempre hubo la idea de que a Rivera Pérez le operaron en contra los morenovallistas e impulsaron la llegada de Rivera Vivanco. Aunque nunca hubo pruebas de ese rumor, se creía porque finalmente la elección de Puebla nunca fue clara, hubo señalamientos de “fraude electoral” que llegaron hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Rivera Pérez pierde contra Rivera Vivanco y es víctima de la ola lopezobradorista. Se guarda un rato, se dedica a la academia, apoya a candidatos panistas en Quintana Roo.
Sigue estudiando hasta que llega la pandemia y las encuestas lo señalan a él como el único que puede darle la vuelta a Morena en Puebla con cualquier candidato que mandara el partido de López Obrador.
El panista, entonces, no era mal visto, porque su tiempo de alcalde ya se había olvidado. Si fue bueno, malo o mediocre, para el ciudadano común y corriente era lo de menos. Esta elección estaba destinada a que ganara Acción Nacional porque en la capital poblana y su zona conurbada había un desencanto de las clases medias que sentían que AMLO no les había cumplido y se había generado mucho desempleo y pobreza.
No hubo apoyos a medianos y pequeños empresarios ni en materia fiscal ni de subsidios que fortaleciera su economía en una situación de crisis económica y sanitaria.
Eduardo Rivera va a una contienda electoral con el respaldo de la mayor parte de los medios tradicionales de comunicación. Hubo empresarios tanto de medios informativos como de las cámaras que le aportaron dinero, oficinas para operación política y apoyos.
Rivera le gana por 20 puntos a Claudia Rivera Vivanco, primero porque nadie lo cuestionó, contó con el respaldo priista y porque ya había vivido un infierno con el morenovallismo, es decir, se había vacunado contra todo tipo de acusaciones, incluso algunas en temas personales que Eukid Castañón se encargó de difundir hace algunos años.
La mayor parte de los periodistas que se burlaron de él y que lo atacaron ahora se sumaron a llevarlo al triunfo.
Esa fue su narrativa y por eso es que la gente le dio su voto de confianza, de Rafael Moreno Valle se construyó una imagen de autoritario y vengativo. Ya había pasado por todos los retos más difíciles que tuvo que enfrentar en el pasado reciente.
También llega con muchas facturas por pagar, pues el triunfo le generó muchos compromisos con el PRI, con el PRD, con medios de comunicación que dejaron su antagonismo y hasta con personajes muy importantes de Morena que le dieron la espalda a Claudia Rivera Vivanco.
Rivera Pérez ahora busca la gubernatura de Puebla, aunque él no lo diga en público, pero su misión es llegar a Casa Aguayo. Si gobierna bien y si aprendió de los errores que pudo haber cometido en el 2011 al 2014, podría estar cerca de su sueño.
No obstante, se enfrenta a un problema en la ciudad que se llama inseguridad y que Andrés Manuel López Obrador ha recortado muchos recursos a los estados, además de que la capital poblana ha reportado un amplio subejercicio en dos años y medio, lo que provoca que haya menos recursos, al menos en el primer año de su gobierno.
Tiene la ventaja de que mantiene una relación de respeto con el mandatario estatal, quien no intervino en el proceso electoral, pero a los dos días de ganar la elección lo llamó a Casa Aguayo para firmar un pacto “por el bien de Puebla”.
Faltan tres años y veremos qué tanto se le acomoda el tablero a su favor o verdaderamente llega a una Puebla que ha cambiado mucho de 2014 a la fecha. Algunos de los astros se le alinearon a Rivera Pérez, pero aún no llega a la final, cuando tendrá que enfrentarse a Morena.