Foto: Biol. Tania Saldaña Rivermar
Negar que el ajolote es una especie en peligro de extinción sería tan poco útil como pasar por alto su comercialización y consumo.
En distintas maneras, a lo largo de la historia, este raro animalejo se ha amalgamado a la cultura del centro de México para construir su leyenda a paso discreto pero firme. Los biólogos Tania Saldaña Rivermar y Constantino Villar Salazar son dos apasionados defensores de esta especie que nos platicaron sobre algunas de sus particularidades.
De entrada, se trata de un espécimen que México le regaló al mundo. Sólo en tierras aztecas se reproduce de forma natural y se ha podido introducir con éxito en zoológicos de otros países. En la cultura mexicana, sin embargo, ha tenido una trascendencia capital como alimento y agente medicinal. Aún hoy, su consumo es importante para mucha gente que cree en sus propiedades curativas; al respecto, nuestros especialistas comentan:
“No se trata de estigmatizar el consumo de este animal. En la gastronomía se puede ver su importancia: hay tamales de ajolote, caldo de ajolote, empanadas de ajolote, y en la medicina ni se diga: ahí está el jarabe de ajolote, el ungüento de ajolote. Y no es raro que esto suceda, pues su consumo no comenzó ayer, se remonta a muchos años antes de la llegada de los españoles. Además, es por sí sola una especie asombrosa, pues es capaz de regenerar cualquiera de sus partes en caso de que las pierda”.
De acuerdo con los biólogos, el consumo del ajolote está ligado a nuestra cultura de manera tan fuerte que sería imprudente prohibir su consumo y comercialización. Por otro lado, concuerdan en que su conservación es importantísima, pero la solución no es penalizar las actividades, entonces, ¿cuál es?
Tenemos, por un lado, el hecho de que mucha gente lo consume, pues está convencida de sus beneficios; están también las personas que viven de su comercialización y, además de ambas, se encuentra el resto de la sociedad que debe conocer la importancia de su conservación.
Desde hace ya varios años, Tania y Constantino han desarrollado una importante labor de educación y difusión sobre la importancia del ajolote a través de distintas actividades. Tanto en radio, como dando talleres en escuelas y hasta con obras de teatro, su compromiso con la concientización de la gente sobre la importancia de esta especie se ha visto reflejado en el reconocimiento de su trabajo.
“Hay un estigma muy grande en torno a que la gente lo cace de forma ilegal y lo consuma en un mercado. El hecho de que el ajolote pertenezca a los usos y costumbres de una comunidad es importante porque saben la prioridad que representa para ellos. Entonces, no es que esté mal que se coma o se utilice como medicamento, más bien hay que hacerle saber a la gente que si quiere seguir consumiendo o viviendo del ajolote, es importante su conservación”.
Desde luego, la comercialización es otra parte importante para este ciclo del ajolote; ésta debería estar regulada para que su consumo no se vea como un crimen. Por ello “lo ideal sería tener los canales de comercialización legal, que no siempre se cumplen, pero es por el mismo problema, por la falta de información y la estigmatización. Al final de cuentas, la gente que recibe un pago por la comercialización de un producto de ajolote debe tener las opciones de saber que pueden volverse también agentes de su conservación, eso es lo importante”.
Mientras llegue el anhelado día en que la biodiversidad tome el lugar de importancia que merece en la vida nacional, este par de valientes biólogos continúan con su labor a paso firme. Saben que aún hay mucho por hacer.