Estamos a días de ajustarnos el turbante y comenzar a lanzar nombres como si fuéramos oráculos de sobremesa: que si va fulano, que si zutana ya levantó la mano, que si mengano trae “luz verde”.
El proceso dejó de parecer un ejercicio político y se volvió una ruleta. Morena decidió que su destino interno se defina en encuestas, y ahora presenciaremos unos “juegos del hambre” perfectamente tropicalizados: aspirantes corriendo para ser vistos, mencionados, inmortalizados en la foto, porque bajo esta lógica quien no se mueve simplemente no existe. Fidel Velázquez, sin duda, debe retorcerse en su tumba.
Pocos se atreven a pronunciar “2030”. Lo consideran una descortesía hacia quien hoy gobierna. Sin embargo, los grupos internos de Morena ya operan esa elección en silencio: saben que la política no perdona el letargo y que, si no se adelantan, alguien más les arrebata el plato. Y sí, hay varios tiradores.
Pronto veremos a los oráculos locales especular —por intuición o por filtración interesada— sobre quién puede y quién “debe” ser candidato a diputado local o federal. Habrá casos francamente ridículos, pero tratándose de políticos poblanos la sorpresa es un recurso escaso; el reino de los cielos está lleno de ellos.
La realidad es que, aunque algunos presuman encuestas hechas a su medida, al final sólo importará una: la que repose en el escritorio de Alejandro Armenta Mier. Y quien no sólo convenza al electorado, sino también al gran elector, será quien aparezca en la lista definitiva.
Vendrá entonces el desfile tradicional: selfies repartiendo cobertores, videos comiendo memelas y bebiendo Boing de guayaba para demostrar una repentina cercanía con “el pueblo bueno”.
No faltarán los bots de bajo presupuesto, esos de @Pedro507635, que operan desde una remota aldea de Kazajistán, pero curiosamente opinan sobre la Romero Vargas, Chapultepec o Bosques de San Sebastián.
Sí claro, hay bots más caros y difíciles de detectar, eso dicen los expertos en bots, por cierto.
Y por supuesto, aparecerán los operadores profesionales de humo. Los que prometen: “yo hablo con el amigo”, “veo tu tema”, “hermano, tú tranquilo, yo lo opero”. Operan, sí, pero la imaginación. Levantan el celular, fingen una llamada, asienten con solemnidad y rematan con un: “ya va a ver lo de tu tema”. Después, la tarifa correspondiente.
Todo eso ya lo hemos visto.
El 2027 es apenas la antesala. En México, quienes buscan la “chica” sueñan con la “grande” —sin doble sentido— porque la vida política aquí se mide en ciclos de seis años: muerte, resurrección y vuelta a empezar.
No queda más que recordar el consejo de don Melquiades Morales: ponerse una bolsa de hielo en la cabeza.
La temporada apenas comienza.

