El País | David Marcial
Nadie sabe todavía con certeza cuál será la dimensión del golpe económico de la pandemia. Dependerá en gran medida de que la reapertura y la vuelta a la normalidad no se vea truncada por un nuevo brote. Los mejores pronósticos vaticinan una crisis profunda pero breve. Los peores, una difícil travesía por el desierto hasta recuperar el aliento a finales del año que viene. El Banco de México (Banxico) ha presentado este miércoles los suyos en línea con los parámetros globales. México es una economía abierta, muy interconectada y que además ha llegado a esta crisis con las defensas bajas. El peor de los escenarios es que este año el PIB se hunda más del 8% y la recuperación no llegue hasta 2022.
“El hecho de que la evolución de la pandemia aún está en proceso tanto a nivel global como nacional genera un alto grado de incertidumbre para cualquier proyección de la actividad económica de México. En particular, aún es incierta la duración y profundidad de la pandemia, tanto en México, como en otros países”, señala a modo de advertencia Banxico en su informe trimestral publicado este martes.
México, que está atravesando ahora el pico de mayor contagio mientras otros países comienzan a ver la luz, ha encarado la crisis en un momento especialmente vulnerable. Su economía cerró 2019 con un -0,1%, el primer retroceso anual en una década. Y durante el primer trimestre de este año -justo antes del impacto de la pandemia- volvió a caer: -1.2%, el peor registro en 11 años y acumulando tres trimestres consecutivos en retroceso.
La tormenta perfecta provocada por la covid 19 -crisis de oferta, demanda y en los mercados financieros- ha afectado con dureza a México por la depreciación del peso, el desplome del petróleo y su dependencia de las exportaciones y el turismo, que juntos acumulan casi la mitad del PIB. En los últimos dos meses, tres agencias redujeron la calificación de la deuda soberana y de Petróleos Mexicanos (Pemex). Para la petrolera, dos agencias hundieron la nota hasta el grado de bono basura, con el consecuente incremento en los intereses para endeudarse.
Banxico maneja tres escenarios para la amortiguación del golpe y la recuperación. El primero, en forma de V, prevé que los daños se concentran en el primer semestre el año, dando como resultado una contracción del PIB de -4.6% en 2020 y una expansión de 4% en 2021. El siguiente escenario plantea una caída mayor este año (8,8%) y un crecimiento del 4,1% el año que viene. Y la peor de las posibilidades, una recuperación en U, con un retroceso del -8,3% en 2020, que se prologaría hasta final del año que viene, que cerraría en un -0,5%.
La horquilla de previsiones también es amplia en cuanto al mercado de trabajo. «2020 podría observarse una variación negativa de entre 1.400 y 800.000 puestos de trabajo, en tanto que para 2021 se podría presentar una variación de entre -200 y 400.000 puestos de trabajo”, reza el informe. Solo en abril, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) registró la pérdida de medio millón de empleos. El Gobierno ha pronosticado que la crisis se salde con más de un millón de desempleados nuevos. A la vez que ha presentado un plan plagado de dudas con el que estima crear de aquí a final de año dos millones de puestos de trabajo. Los números oficiales confían la recuperación a los empleos que generen las grandes obras de infraestructura en curso, los resultados de los programas sociales y el aumento de plazas para el Ejército.
A falta de respuestas contundentes por parte de López Obrador para atajar la crisis, el Banco de México ha sido una de las instituciones que ha actuado con más firmeza durante los últimos meses. Ha bajado los tipos de interés hasta ocho veces en lo que va de año, y el mes pasado anunció una serie de medidas sin precedentes con la inyección de 750.000 millones de pesos, unos 30.000 millones de dólares, que suponen un 3,3% del PIB. El objetivo principal de esta operación de salvamento es facilitar el acceso a crédito de las pequeñas y medianas empresas, en peligro de quiebra por la suspensión de actividades provocada por el coronavirus. Se trata de una facultad, la de prestamista de último recurso, que la institución no había utilizado hasta ahora.