Por Ana Teyssier
Guasón (Joker) 2019 es una película de ficción oscura que retrata el drama social que vive un hijo del sistema político y socioeconómico más allá de sus trastornos mentales, risa patológica y rasgos psicopáticos. Arthur es un hombre adulto y solitario reducido a la pobreza, la indiferencia, la enfermedad y la violencia.
Podríamos disertar si está bien o mal su conducta o si es una apología del delito a la luz del sistema jurídico e incluso si es una romantización o glorificación de la violencia o sobre el hecho de que sus circunstancias personales no justifican privar de la vida a otras personas o si en la trama de la película todo sucede en las complejidades de su mente, lo cierto es que la película ha causado controversias que nos han llevado a explorar el sótano de nuestra mente y nuestra posición en la sociedad como elementos de un sistema que genera para la mayoría profundas desigualdades, violencia, corrupción, intolerancia, discriminación, clasismo, deshumanización y falta de empatía.
Cuando Arthur encuentra resiliencia y empoderamiento a través de su estilizado alter ego de Guasón todo cambia, se desinhibe y se convierte en un camaleón de libre albedrío capaz de inconformarse, debatir e infringir; si bien las personas somos máscaras continuas en un juego perverso de sociedades exigentes que nos modelan a su juicio y beneficio, infortunadamente nos hemos convertido en payasitos y payasitas, sobreviviendo en un constante vaivén de exacerbadas diferencias.
Guasón ha causado furor, shock, simbolismo y culto porque representa a un villano o antihéroe sui generis, psicótico, razonable y sociópata; un príncipe payaso revolucionario o agente del caos con la estridencia y desatinos que contravienen los convencionalismos sociales y las normas jurídicas. Quizá Arthur representa el Guasón situacional en que nos vamos convirtiendo, aquello que no haríamos como conducta externa pero que vive en nuestras ideaciones y deliberaciones internas, rebasadas muchas veces por falta de educación emocional y jurídica.
La película también hace una fuerte crítica de los trastornos mentales que padecen las personas y que minimizamos llamándolos locura ante la complacencia y omisiones del propio Estado que continuamente se olvida de sus ciudadanos y ciudadanas, fomentando una locura colectiva de conductas perniciosas. También muestra cómo los convencionalismos sociales exigen risas estandarizadas y dictan lo que es gracioso o no, las risas genuinas son escasas, las risotadas son condenables, abundan las risas burlonas, acosadoras, nerviosas, suspicaces e histriónicas.
La singularidad de ésta película radica en su desapego a los comics y las metáforas ambiguas de diferentes sucesos que permiten al espectador hacer sus propias interpretaciones sin resoluciones claras.
Guasón es un magistral personaje de ficción que nos ha dejado reflexionando sobre las perversiones y los crudos dramas sociales contemporáneos, y sobre el universo personal de nuestra mente.
La película es un incómodo y perturbador retrato, dulce y oscuro de nuestra época. Ha sido llamada obra maestra, genialidad, belleza y obra de arte pero no nos distraigamos, Guasón no está en la narrativa o en la lectura visual de la película, está suelto allá afuera o leyendo cándidamente esto. «Ja, ja ja, ja, ja».
anateyssi@gmail.com
Poblanóloga, escritora, cronista e investigadora cultural independiente. Premio
Municipal de la Juventud y el Galardón Poblano Distinguido. Ciudadana 360°.