El calor puede tener efectos significativos en el comportamiento humano, pero su relación exacta con el estrés o la agresión es un tema complejo y aún objeto de estudio en la comunidad científica.
Algunos científicos sugieren que el calor puede afectar el estado de ánimo y la cognición de las personas, lo que a su vez podría influir en su comportamiento. Por ejemplo, el calor puede causar malestar físico, dificultades para dormir y deshidratación, lo que puede contribuir a un aumento en la irritabilidad y la agresión.
Además, se ha planteado la hipótesis de que el calor puede aumentar la activación del sistema nervioso simpático, que está involucrado en la respuesta de lucha o huida, lo que podría aumentar la propensión a comportamientos agresivos en algunas personas.
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En resumen, si bien existe evidencia de que el calor puede estar asociado con un aumento en la agresión y el comportamiento violento en ciertas circunstancias, la relación exacta entre el calor y estos comportamientos sigue siendo objeto de investigación. Es importante considerar otros factores contextuales y individuales que pueden influir en el comportamiento humano.
Algunas investigaciones sobre la relación entre la temperatura ambiente y el comportamiento humano es el estudio de Anderson et al. (2017), publicado en «Nature Climate Change», donde examinó datos de una amplia gama de fuentes para investigar cómo el cambio climático podría influir en el comportamiento humano, incluida la agresión. Los investigadores encontraron que el aumento de la temperatura estaba asociado con un aumento en la violencia interpersonal y el conflicto.
Por otra parte, el estudio de Rotton y Cohn (2003), publicado en «Journal of Applied Social Psychology», analizó la relación entre la temperatura ambiente y las tasas de crimen en diferentes ciudades de Estados Unidos. Los investigadores encontraron una correlación significativa entre el calor y el aumento de los delitos violentos, como asaltos y homicidios.
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Mientras que el estudio experimentalde Bushman y Wang (2009), publicado en «Psychological Science», investigó cómo la temperatura ambiente afectaba la agresión interpersonal. Los resultados mostraron que las personas expuestas a altas temperaturas eran más propensas a comportarse de manera agresiva en situaciones provocativas que aquellas expuestas a temperaturas más bajas.