Luis Banck Serrato va a un mismo paso. No se adelanta, no utiliza atajos, está ahí, a un solo trote, a un mismo ritmo. Su discurso es sencillo, convincente. A diferencia de otros políticos él no habla, él escucha, apunta, está atento y, cuando debe intervenir, lo hace.
No utiliza frases demagógicas ni hace promesas al aire, entiende que pertenece a un grupo político y de manera subliminal reconoce lo que se ha hecho desde el 2011 a la fecha; lo mismo apapacha al actual gobernador que le echa unas flores a la diputada. Entiende el protocolo pero no habla como político: su discurso es más cercano, sin poses, pretensiones ni presunciones.
Luis es un tipo sencillo, quizá por eso sustituyó a Tony Gali en la alcaldía, para mantener un mismo discurso, aunque cada quien tiene su estilo personal de gobernar.
Estamos en la presidencia de la junta auxiliar de San Felipe Hueyotlipan, ahí, al norte de la ciudad, cerca de la CAPU, cerca de donde está esa banda de delincuentes llamados “los Hem-26”, quienes han azotado a esa parte de la urbe con una fama forjada a base de asesinatos, violaciones y la ostentación de códigos terribles, como si de una favela brasileña se tratase.
Hay una reunión de un comité ciudadano. Es domingo. Una de la tarde. Varios colonos tienen la palabra para presentar sus quejas y peticiones.
¿Sabían que los delincuentes se esconden entre la maleza y en los autos abandonados? ¿No? Nosotros tampoco. Los reporteros nos enviciamos al dejar de salir a las calles: ya no caminamos, ya no relatamos y dejamos de platicar con la gente común.
Ahí, frente al alcalde y el secretario de Seguridad Pública, los vecinos de San Felipe se molestan porque saben que hay venta de drogas, que hay vialidades vueltas un caos por estar en una de las salidas de la ciudad y de la CAPU.
Luis Banck está atento a todo lo que plantean sus gobernados.
De pronto toma la palabra el presidente de Puebla y, a diferencia de lo que hemos visto, utiliza un pizarrón en cuya superficie analiza por un lado la construcción y en el otro la destrucción. Señala la diferencia entre un habitante y un ciudadano, por qué es mejor tener un hogar que una casa.
Lo curioso es que los asistentes levantan sus manos, se emocionan, asienten cuando el alcalde les dice que hay más personas buenas que malas en esta ciudad. Y más porque no separa a la demarcación de San Felipe de las demás colonias, juntas auxiliares o inspectorías. Se siente otro ambiente. Domina las emociones de los asistentes.
Esta reunión dura casi hora y media, quizá un poco más (no, no es “como cinco”, no sean malpensados). Nadie bosteza, nadie cabecea, a nadie se le cierran los ojos como siempre ocurre en los actos públicos, al contrario, hasta los niños levantan la mano para participar.
Estas reuniones las han llamado “4 por 4”, porque son 16 acciones en las que se compromete el Ayuntamiento con los vecinos para combatir la delincuencia. El alcalde es muy claro: les anuncia que pondrán botones de emergencia, cámaras de vigilancia y además, una patrulla para que esté en todo san Felipe recorriendo las 24 horas toda la demarcación.
Está casi todo el gabinete, siempre al pendiente, sin voltear a sus teléfonos. El tiempo se va como agua: ya son casi las tres de la tarde y apenas está entregando la patrulla al presidente auxiliar. Camina por las calles mientras salen los mirones a las ventanas o afuera de los negocios para ver al presidente, quien los saluda de mano.
Ya hace hambre y hay un puesto de carnitas, muchos nos damos cuenta de ello. Más adelante inaugura, una calle que siempre ha sido terrible, esa que pasa atrás de la SEP y del Centro Escolar Morelos para llegar a un costado de la CAPU.
Mientras el alcalde y el secretario de Seguridad Pública reparten saludos en las calles, alguien le comenta al reportero: “estos dos no tienen botón para que se apaguen. Todo el día están chambeando. No se cansan”.
Y así es. Es domingo, el estómago apremia y ellos dos, con casi todo el gabinete, recorren una parte de San Felipe.
Nadie los increpa, no es un ambiente propicio. Se acercan a saludar al presidente o simplemente lo ven de reojo. No faltan algunos perros callejeros que se suman a la caravana que camina por la iglesia de San Felipe.
Nos dicen que este programa cuatro por cuatro lleva varios meses y que se hace principalmente en las colonias o zonas donde saben que hay mayores índices delictivos.
Tanto Alonso como Banck plantean que una de las razones del incremento de la delincuencia a nivel nacional como local es la desigualdad. Se trata de que la gente participe, se organice, no solo es bachear, es hacer un plan concreto para cada colonia según sus necesidades.
-Nunca había visto que un alcalde bajara a ensuciarse así los zapatos – dice el reportero a uno de los trabajadores del ayuntamiento.
-No es porque sea mi jefe, pero nos tiene en chinga y así es.
Quizá por eso se le ve como un plan B en caso de que en el PAN no quieran llevar a Martha Erika Alonso de abanderada a la gubernatura.
Muchos medios de comunicación que reciben línea lo han intentado criticar: que si la gente no lo ubica, que si no lo conocen, y pareciera que no es así, quizá más bien es que al inicio de su administración no cacareó el huevo, no promovió su imagen ni su nombre, sobre todo el año pasado, que fue un año electoral.
Luis Banck es un tipo sencillo, inteligente, lleva un ritmo y un paso. Es de los más metódicos y trata de no pelearse con nadie, aunque, por supuesto, la política es un arte donde siempre se reciben golpes bajos, internos, y hasta de “fuego amigo”.
Pero Banck está ahí, tranquilo, sonriente, se ve que disfruta estar con la gente.
-Oye, alcalde, me gustó tu discurso, emocionaste a tu público- le dice el reportero.
-Es que a mí esto no sabes cómo me emociona– responde sonriente.
Sabe, y lo sabemos, que el talón de Aquiles es la inseguridad, pero ahí está, escuchando quejas, reclamos, entendiendo qué pasa en cada zona de la ciudad, cosa que no se había hecho en el pasado.
Ese es el camino de Luis Banck, porque quizá, como dice el dicho, más vale paso que dure a trote que canse.
Esa es su estrategia, su forma personal de gobernar.