El vínculo entre el tráfico de droga y de especies en México es cada día más estrecho. Los pescadores furtivos y talamontes son obligados a trabajar para el Cartel de Sinaloa o el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que les pagan con metanfetaminas o fentanilo. La sed insaciable de China por especies como la totoaba (conocida también como corvina blanca), el pepino de mar o el abulón ha llevado al crimen organizado a querer controlar ese jugoso negocio. Los carteles de México les entregan esas especies a los comerciantes chinos, quienes a cambio proveen los precursores químicos necesarios para producir la droga.
Mientras tanto, la política del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador de no confrontación hacia los carteles y los recortes constantes a los presupuestos de las autoridades de medio ambiente le facilitan la tarea al crimen organizado.
Para desentrañar toda esa red interconectada de ilegalidad, la experta estadounidense en crimen organizado Vanda Felbab-Brown ha publicado su última investigación para el Instituto Brookings, Tráfico ilegal de especies en México ligado a China.
El informe apunta a un creciente control de las industrias pesquera y maderera de México por parte de los carteles para abastecer la enorme demanda china.
China se ha convertido en un mercado clave para el tráfico de especies de todo el mundo. México digamos que es la última etapa de la expansión en busca de productos de vida silvestre, pero se conoce muy poco al respecto.
Lo que hace del caso de México único y puede que crucial es el papel que juega el crimen organizado y la relación entre las drogas y el tráfico de especies. El Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación están entrando con fuerza en la industria maderera y el tráfico de especies. En muchas ocasiones están usando ese tipo de productos de vida silvestre como una forma de pago para obtener los precursores químicos para elaborar metanfetaminas, fentanilo y opioides sintéticos, también como un mecanismo para evitar las regulaciones bancarias contra el lavado de dinero.
Los carteles se dieron cuenta de que los comerciantes chinos estaban ganando mucho dinero con las medusas (o aguamala), el buche de totoaba, los pepinos de mar, el abulón… y entonces empezaron a penetrar estas economías para dominarlas. Han empezado a monopolizar estos mercados y han sacado a los comerciantes chinos de la interacción directa con los cazadores furtivos locales.
Ahora son los carteles mexicanos, como el de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación, pero también grupos más pequeños, dependiendo de la zona, quienes organizan la tala clandestina, la pesca tanto legal como ilegal, y son ellos quienes le venden los productos a los comerciantes chinos. Los carteles mexicanos ahora organizan el tráfico de especies en México. Los comerciantes chinos reciben los productos en la frontera y ellos los transportan a China, a veces a Canadá o Estados Unidos, incluso en buques de mercancías.
La política hacia los grupos criminales de no confrontación, elimina cualquier tipo de persecución o vigilancia policial. Básicamente, el Gobierno ha desistido de perseguir a los carteles.
Sí, está la Guardia Nacional, y de vez en cuando la despliega en algunas áreas del país, como en Michoacán, pero en muchas ocasiones la instrucción es que solamente se queden de pie en la calle. No confrontan, no detienen a los criminales. La esperanza es que de alguna manera establezcan sus territorios y la violencia descienda.
Por otro lado, el Gobierno ha diezmado los ya de por sí pequeños presupuestos de las autoridades de medio ambiente en México. Los recortes a veces han sido de hasta el 90% de un año para otro, básicamente eliminando su capacidad de vigilancia. El Gobierno además ha estado promoviendo una serie de políticas contrarias a la protección del medio ambiente, como designar los proyectos de infraestructura como de seguridad nacional para no tener que cumplir con las regulaciones ambientales.
El Cartel de Sinaloa está exigiendo a las plantas procesadoras que compren el pescado que ellos le llevan. Estas plantas son las que emiten los certificados que respaldan la legal procedencia del pescado y son coaccionadas para expedir certificados falsos para ellos.
Los hoteles están siendo forzados a comprar el pescado de los carteles, hay un control absoluto de facto, una monopolización de la industria pesquera en manos de los carteles en muchas regiones del país. Es más significativa en el oeste, pero también ocurre en la península de Yucatán, en Tamaulipas, en Veracruz.
Según el informe los carteles se están convirtiendo en mafias que controlan todos los mercados
Buena parte de este modus operandi se está expandiendo a grupos más pequeños en lugares como Michoacán, con Guerreros Unidos por ejemplo. Hay diferentes formas en las que llevan a cabo este control. El cartel de Sinaloa, por ejemplo, realmente se ha convertido en este ente dominante, que prácticamente actúa como la entidad que otorga licencias para sus franquicias. Pero el Cartel Jalisco está algo más atrás, únicamente exigiendo extorsiones, aunque cada vez más está siguiendo los pasos del Cartel de Sinaloa para monopolizar los mercados.
Los carteles pagan a los pescadores con drogas
Es terrible, devastador para las comunidades. Hacen que los pescadores se vuelvan adictos a la droga, pero además el otro efecto es que los transforma en narcomenudistas, porque tienen que vender metanfetaminas en la comunidad para poder llevar dinero a sus casas. Se vuelven adictos al cristal, pero también a drogas más peligrosas como el fentanilo.
¿Pasa esto mismo en otros mercados como la venta de madera o la minería?
Hay diferentes niveles de control en las diferentes industrias, claro. Pero ves patrones muy similares al de la industria pesquera en otros mercados, por ejemplo en Tierra Caliente. Allí prácticamente cualquier tipo de producción agrícola, no solo el aguacate sino también el maíz o los cítricos, están controlados por el crimen organizado. En la industria minera lo mínimo que encuentras son extorsiones, pero muy frecuentemente va mucho más allá. Es parte de la enorme tragedia y la triste consecuencia de la decisión del Gobierno de López Obrador de no perseguir a los carteles. Las comunidades, los empresarios, la gente que busca salir adelante de una forma legal, ve cómo su existencia se ve controlada por los carteles.
Con información de El País