No recuerdo realmente la fecha, así que lo contaré según lo vivido: el día que salí del closet.
Fue hace cinco años, no sé qué día ni qué mes, pero más que salir del closet me sacaron a la fuerza, y es que algunos conocidos a quien consideraba amigos me amenazaban constantemente con decirle a mis padres.
Yo tenía poco tiempo de haber terminado con mi novio, uno o dos meses, así que un día le dije a mamá:
“Ven por mí saliendo de clases y vamos por un café, ella aceptó”.
Dieron las 8 de la noche y ella como buena madre, amiga y cómplice estaba esperando fuera de la escuela, caminamos hacia el café, al llegar me contó de lo bien que le había ido en el trabajo y entonces las ganas de contarle lo que quería se iban, pues tenía miedo de arruinarle su día, pero pensé: “que chingados importa hazlo de todos modos, su hermano es gay y lo ama, tú que eres su hija seguro te apoyará”.
Tome coraje, cambie mi postura, me senté derechita, con voz temblorosa y con la certeza de nada podría salir mal le dije: “mamá soy gay”.
De inmediato entro en shock y dijo ¿qué?.
Yo conteste: que soy gay mamá, me reí de nervios, y le dije ¿estás bien?
Y creo que si estaba bien, pero bien enojada, así que la segunda postura que tomó ella fue de enojo y entonces mi calvario comenzó, y con su linda voz dijo:
¿En qué te falle?
¿Qué te hizo falta?
¿Por qué me haces esto?
¿Por qué me estas fallando?
¿Y tu futuro?
¿No piensas tener familia?
En ese momento mi corazón y mi orgullo mi dignidad y mi todo estaba hecho pedazos, pues además todo eso lo dijo gritando en el café, sin importarle toda la gente que había.
Pensé que sería fácil porque ella es mi mamá y las mamas aman a sus hijos a pesar de todo.
Salimos del café, ella llorando y muy enojada, yo súper avergonzada y no por mi homosexualidad si no por sus gritos, todo el camino no dijo nada hasta llegar a casa. Llegando estaba papá en la sala viendo el futbol, como siempre, cuando nos vio dijo: ¿dónde andaban?, ya es tarde y tengo hambre, mamá le dijo que te cuente tu hija.
Así que de nuevo tomé coraje y cambie mi postura, le apague la televisión y le dije: papá soy gay.
Las manos me sudaban y tenía ganas de hacer pipi y todo eso para que el solo dijera: está bien, se volteó y siguió viendo el futbol.
Si ya venía destrozada, la respuesta de mi papá no ayudo, al contrario empeoró todo.
¿Esta bien?, ¿sólo eso?, ¿pero que está bien?, ¿está bien mal?, ¿esta bien, te apoyo?. No sirvió de nada.
A pesar de que mi familia era muy abierta y tolerante con ese tipo de cosas esta vez yo era la excepción, no entendía porque si en la familia no era la única “rara”, y teníamos varios amigos y amigas gays, así que por haber antecedente creí que seria fácil.
Así que lo último que le dije a mamá fue:
“No pienso, esconderme ni aparentar lo que no soy, no te fallé, ni me fallaste, no me faltó nada, tengo futuro y quiero una familia. Solo que esta soy yo no es una enfermedad ni nada que puedas curar, esta es tu hija y no hay más. Sabes la lucha constante que he tenido conmigo misma y lo difícil que fue aceptarme como soy. Fue tan difícil que no estoy dispuesta a volver a pasarlo contigo, yo solo esperaba tu apoyo, así que esta etapa de aceptación la tendrás que pasar sola y sé que será difícil pero también sé que lo lograrás”.
Pasaron algunos meses y yo huí de casa, por momentos la decepción y la tristeza me atrapaban, ¿Cómo es posible que me dijera eso? ¿Tendré que mantener mi vida en secreto? ¿A quién le íbamos a contar el terrible secreto y a quien no?
Al sentirme triste, decepcionada, estúpida y con miedo, me di cuenta que el problema era mucho más grande y que no era mío, no entendían que la confesión de mi homosexualidad era para tratar de tener una vida más normal y no para molestarlos ni arruinarles la vida.
Les presente a mi pareja y la trataron con desdén y de lejitos.
Con el tiempo se dieron cuenta de que su enojo era estúpido y de que nos estábamos perdiendo de una riquísima vida en común, esto no sucedió de un día para otro, fue un proceso largo que requirió de mucho trabajo interno de familia.
A mi mamá le tomó un año y medio aceptarlo y aceptarme, a papá no le importó y a la fecha no le importa.
Hoy soy completamente yo sin esconderme ni aparentar nada a nadie, los que amo y me aman siguen conmigo, mi madre me apoya y no estoy sola.
Al final no fue tan malo decirlo.
Cualquier cosa por apoyar a los que siguen batallando con la sociedad y con ellos mismos.