A partir de los estímulos placenteros, el cerebro produce una sustancia química llamada dopamina, conocida como “el neurotransmisor del placer”.
En el momento en que una persona consume pornografía, el cerebro produce grandes cantidades de dopamina. Este consumo constante con el tiempo “acostumbra” al cerebro a una liberación masiva de dopamina, de modo que irá requiriendo una mayor cantidad de ésta para producir la misma sensación de placer. El consumo compulsivo de pornografía va necesitando cada vez más contenidos, más explícitos, más fuertes, más impactantes, más alejados de la realidad: se necesita más novedad.
Esta cuota de placer ya no la podrán cumplir tu pareja, las revistas y los videos de Pornhub y XVideos, la nueva tendencia es tener sexo con Realidad Virtual, mediante el uso de cascos y otros periféricos.
Pero, si las sesiones de sexo con realidad virtualidad se practican con mucha asiduidad y se convierten en nuestra actividad sexual predominante, esto tendrá repercusiones en la vida real, y tendrá un impacto emocional.
No pierdas el piso
Dados los pronósticos, es hora de estar preparados para vivir una experiencia de este tipo.
Si planean consumir pornografía con Realidad Virtual con frecuencia, es importante tener en cuenta que, cuando nos encontremos con una persona de carne y hueso en la vida real, tendremos necesariamente que adaptarnos a las características del otro, y no pretender que sea como nuestro ideal, ya que esto solamente llevará a sentir frustración.
La mejor manera de lograr esto es que nuestro cerebro no se adapte solamente a esta experiencia, sino que se alterne con experiencias en vivo.
Según estudios, el consumo compulsivo de pornografía distorsiona la imagen del sexo, acostumbrarse a un sexo ficticio puede llevar con facilidad a no disfrutar del sexo real, por esta razón muchas personas no logran la satisfacción.
Dicho esto, ¿tendremos menos relaciones sexuales con otras personas en la vida real como consecuencia de estos avances tecnológicos?
Esto dependerá del perfil de personalidad del usuario, no es lo mismo para quien es desinhibido y sociable, como para quien tiene un perfil más de tipo fóbico social, que le vienen como anillo al dedo estas plataformas para poder vivir su sexualidad plena. Ya que no vivirá esa ansiedad social característica de salir a un bar a tomar a algo con alguien y luego exponerse desnudo.
Lo cierto es que no solo la realidad virtual, sino también la tecnología relacionada, como la realidad aumentada, la inteligencia artificial y la robótica están moldeando la forma en la que los adultos llevan adelante su vida sexual ya sea con otros humanos como con robots: una revolución del sexo atada a la realidad virtual.
La realidad virtual en la pornografía abre un conjunto de interrogantes que ameritan detenernos a considerarlos despacio: ¿la misma naturaleza del sexo está pidiendo volverse más íntimo, más cercano, más personal, más humano, más relacional?
Con información de La Nación