El País | Carmen Morán | Cuartoscuro
La incesante violencia de género que vive México amenaza con estallarle en la cara al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador si las medidas sobre el papel no dan el salto a la práctica y se traducen en iniciativas que aminoren unas cifras que ya se hacen insoportables: un promedio de 10 mujeres muertas al día. El último y truculento feminicidio del que se tiene noticia, ocurrido el pasado fin de semana, ha incendiado las redes sociales y ha llamado a la lucha en la calle con dos manifestaciones convocadas para el viernes y el sábado en las que las mujeres reclamarán derechos humanos a las puertas del Palacio Nacional y frente a un par de medios de comunicación que revictimizaron a Ingrid Escamilla, una mujer de 25 años, publicando sangrientas fotos filtradas por la policía de un cadáver que fue desollado y eviscerado. Las acciones de protesta son solo la espita del descontento que crece en el movimiento feminista con un Gobierno de cariz progresista en el que habían puesto ciertas esperanzas.
En una sola semana, un país tristemente acostumbrado a la violencia machista se ha revuelto ante algunos gestos desafortunados del presidente, como su enfado al ser preguntado por los feminicidios cuando hablaba por enésima vez de la rifa del avión presidencial. El detalle ha dejado al descubierto el malestar de las asociaciones civiles de mujeres por un Gobierno, dicen, que está rompiendo los puentes de interlocución y diluyendo la violencia contra las mujeres.
Algunas, como Leticia Burgos, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), valoran las leyes que se han ido dictando de acuerdo con los derechos humanos de las mujeres, pero atisba cierto “riesgo de retroceso en los logros alcanzados”, como la sugerencia del fiscal general, Alejandro Gertz Manero, de suprimir el tipo penal del feminicidio. Ve otras malas señales en un Gobierno que no acaba de “dar coherencia a una estrategia de protección de las mujeres. No hay una estrategia, no vemos que los programas se concreten en lo cotidiano”.
Las dirigentes gubernamentales encargadas de combatir la violencia de género tampoco ocultan que el presidente no tuvo su mejor día cuando apartó los feminicidios en favor del avión presidencial y perciben el enfado de las mujeres. “Tenemos que ir afinando cada vez más”, reconoce Candelaria Ochoa, responsable de la Comisión para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, Conavim. “El presidente no puede estar enterado de todo. A veces hay cosas que te agarran en frío”, le disculpa. “Las mañaneras [en las que comparece López Obrador cada madrugada] son así de imprevisibles”, dice.
México es un país extremadamente presidencialista. El poder del mandatario es casi omnímodo y con pocas garantías para contrarrestarlo. Por eso las feministas dirigen sus miradas hacia López Obrador. “El presidente nunca ha tenido el tema de género en su agenda y aunque hay una importante presencia de feministas en la Administración hay que tener en cuenta que llegó al Gobierno forjando alianzas con grupos diversos, como expriístas y evangélicos, por ejemplo. No creo que esté secuestrado por ello, pero me parece que escucha voces conservadoras», opina Patricia Olamendi, que trabaja en programas de igualdad en Naciones Unidas.
Wendy Figueroa, presidenta de la Red Nacional de Refugios para maltratadas y en riesgo, ha visto peligrar el presupuesto que le llega del Gobierno para estos albergues y se queja de que las medidas que se están tomando son “de escritorio”. “No hay una política de seguridad integral y no se cree a las víctimas, no se las protege, se lanza un mensaje de impunidad. México está permeado por una visión patriarcal y el poder está centrado en una sola persona. Tiene mujeres sobresalientes a su alrededor, pero no las escucha, están acalladas”, asegura.
Tampoco parece escuchar el Gobierno a las asociaciones feministas, de víctimas, a decir de las afectadas. Los puentes se están rompiendo entre un movimiento tradicionalmente de izquierdas y un Ejecutivo que algunos sitúan también a ese lado. “El Gobierno ha recibido propuestas constantes de nuestra parte, le planteamos un pacto por la igualdad tras un encuentro nacional de organizaciones civiles en septiembre, pero han preferido sacar su propio acuerdo con ellos mismos. No nos reciben, no hay diálogo, no hay respuestas”, lamenta Olamendi, también coordinadora del seguimiento contra la violencia de género de la Organización de los Estados Americanos.
Las feministas se han visto atacadas en los últimos tiempos por declaraciones de dirigentes públicos, por ejemplo cuando en las manifestaciones hacían pintadas en los monumentos, algo común en otros países que no soportan ni de lejos las cifras de muertas que tiene México. La opinión pública participaba de las críticas que algunos políticos y también políticas hicieron contra lo que consideraban vandalismo. “Nos han llamado hasta neoliberales, imagínate”, dice con sorna Leticia Burgos, del izquierdista PRD. El ambiente, a menos de un mes del 8-M, día de la Mujer, está agitado.
La responsable de la comisión contra la violencia, Conavim, considera que parte del enfado de las feministas se debe a que en anteriores Gobiernos “recibían recursos para programas que se han demostrado ineficientes”. Pero no acepta que se hayan roto los puentes con estas organizaciones. “Yo he tratado de reunirme con todos los que me solicitan, con organizaciones, cuando viajo a los distintos Estados”, añade Candelaria Ochoa. Y lo mismo opina la recién nombrada responsable de la Secretaría de las Mujeres en la Ciudad de México, Ingrid Gómez. “Mantenemos una actitud abierta al diálogo, no podemos luchar solas, necesitamos también a las activistas”.
Las críticas a la acción del Gobierno no son solo de formas, también de fondo. Le acusan de no implantar juzgados de violencia de género, de no articular medidas transversales que ataquen esta violencia desde la escuela, la sanidad, la vivienda; que no se coordinen acciones con el resto de poderes estatales, que se recorten los presupuestos, o que se eleven, pero incluyendo en esos recursos partidas que no tienen relación directa con el feminismo, como las pensiones de los jubilados o programas para sembrar árboles.
Desde la Conavim, sin embargo, se reivindican los logros en este corto periodo de Gobierno del partido Morena. “Es la primera vez que esta comisión tiene un papel verdaderamente nacional y estamos trabajando con los Estados y los municipios para que se homologue el tipo penal de feminicidio, muy desigual entre las Entidades y acordando con la Fiscalía para que el protocolo de investigación de estos casos con perspectiva de género sea una realidad”, dice Ochoa. Pero advierte de que no es competencia del Gobierno Federal, que estos casos pertenecen al fuero de cada Estado. Señala directamente a la fiscalía y al poder judicial, y recuerda que son autónomos.
Mientras se dilucidan las competencias, las cifras de muertas siguen imparables. ¿No puede hacer nada el Gobierno Federal? Ochoa recurre al diálogo con los Estados, pero las causas de tanta violencia las sitúa en “un sistema patriarcal y misógino que minimiza la violencia y la ejerce cotidianamente”. Cree que eso hay que combatirlo en la familia, en la escuela, en los sindicatos, en las instituciones, en las iglesias… “Hay que trabajar con eso”.
Algo más allá va la secretaria de la Mujer de la Ciudad de México. Ingrid Gómez vuelve la mirada a anteriores Gobiernos y a la política de enfrentamiento entre el narco y el Estado. Sobre ese clima de violencia analiza las cifras de mujeres muertas. Pero en otros países no hay narco y las mujeres también son asesinadas. “No digo que la una sea producto de la otra, pero la violencia de género no nació de agosto para acá”, dice. Ve una mejora en este Gobierno, pero entiende el hartazgo del feminismo: “La violencia sistemática acaba por reventarnos a todas”. Defiende el compromiso del presidente con estas políticas de igualdad. Aunque aquellas palabras en la mañanera… “No fueron las mejores, a veces se reacciona de diversas maneras…”.
¿Es López Obrador feminista? “Ha declarado su compromiso con las mujeres y hombres de este pueblo. El movimiento feminista cabe en su idea de justicia y honestidad”, responde Gómez. Y Ochoa, que se reúne con él a menudo, responde a la misma pregunta de esta manera: “Es un presidente comprometido con las mujeres. Queremos que un día se declare feminista, que no lo entienda como un estigma ni como un cliché”.