Por: Marcelo García Almaguer
La era moderna ha sido testigo de la incorporación de la Inteligencia Artificial en diversos aspectos de nuestra vida cotidiana. Desde asistentes virtuales hasta vehículos autónomos, la IA ha revolucionado la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea. Sin embargo, uno de los campos que ha experimentado una transformación drástica y, en muchos aspectos, disruptiva, es el periodismo.
El periodismo, considerado una de las profesiones más antiguas de la historia, ha sido moldeado por la habilidad intrínseca del ser humano para contar historias y transmitir información de manera efectiva. Durante milenios, los periodistas han desempeñado un papel crucial al narrar los hechos, interpretarlos y ofrecer análisis para una comprensión más profunda de los eventos que dan forma a nuestro mundo. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos ante un desafío que pone en riesgo esta valiosa profesión: el avance de la Inteligencia Artificial en la producción de contenido.
En la actualidad, los algoritmos sofisticados impulsados por la IA tienen la capacidad de generar historias convincentes con detalles que le dan credibilidad, y a la vez, publicar miles de notas “sintéticas” en una escala sin precedentes. Esta automatización de la generación de contenido por un algoritmo plantea interrogantes fundamentales sobre la autenticidad y la calidad de la información que consumimos en plataformas. Los algoritmos pueden producir textos que, a simple vista, se asemejan a los redactados por periodistas de carne y hueso, lo que plantea un
riesgo para la credibilidad de la información que se presenta al público en línea.
Uno de los aspectos más críticos que la IA está modificando es la velocidad de producción y publicación de contenido. Mientras que un periodista requiere tiempo para investigar, analizar y redactar una nota o investigación, un algoritmo de IA puede generar numerosas noticias en cuestión de segundos, con diversos ángulos y perspectivas. Esto plantea un desafío para la industria editorial y periodística en términos de mantenerse al día con la avalancha de información producida por “medios sintéticos”, así como preservar la calidad e integridad de la narrativa.
Históricamente, los periodistas han tenido la responsabilidad de contar historias que no solo informen, sino que también conecten emocionalmente con la audiencia. La habilidad humana de comprender matices, retruécanos, calambures, humor negro y contextos sutiles ha enriquecido por siglos la narrativa per se. Sin embargo, un punto a favor de la humanidad, es que la IA carece de esta comprensión emocional y contextual, lo que puede afectar la autenticidad de las historias que genera, hasta el momento.
Estoy seguro que en menos de 5 años podrá saltar este obstáculo de prosa. La falta de esta comprensión de la dimensión humana en la narrativa, al corte de hoy, podría resultar en la estandarización del contenido, desvinculándolo de la empatía que solo un reportero puede proporcionar. ¿Cuánto tiempo se estima que dure? No lo sé. Lo que sí sé es que el crecimiento de la tecnología es exponencial. Al corte de hoy, un Lenguaje de Programación Natural (LPN) cuenta con una evolución de inteligencia emocional similar a la de un niño de 9 años, alimentado por brontobytes de información de calidad por día.
La proliferación de la IA en el periodismo plantea interrogantes éticos serios. La generación de noticias falsas, ensayos, poemas, cartas apócrifas y reportes de investigación por parte de algoritmos programáticos plantea la posibilidad de que se manipule la información en función de intereses particulares o agendas ocultas, poniendo en peligro la imparcialidad y la integridad del periodismo en línea que va desde cobertura de sucesos hasta procesos electorales.
Es esencial abordar estos desafíos de manera estratégica. Aunque la IA ofrece eficiencia y rapidez, es fundamental mantener un equilibrio entre la adopción de tecnología y la preservación de la esencia del periodismo hecho por personas.
La formación de periodistas, hoy más que nunca, se vuelve crucial para trabajar de manera colaborativa con este tipo de tecnologías emergentes, aprovechando sus habilidades y capacidades mientras mantienen el juicio crítico y la empatía humana, es fundamental para este
equilibrio.
Anteriormente, los decanos del periodismo no solo impartían conocimientos teóricos, sino que también facilitaban el aprendizaje experiencial al brindar oportunidades de práctica en el campo. Los estudiantes de periodismo aprendían en redacciones reales, cubrían historias en vivo,
interactuaban con la comunidad y entendían las complejidades del periodismo desde dentro.
Ahora, con la evolución de la tecnología, las redacciones físicas han dado paso a las redacciones virtuales. Este cambio ha limitado significativamente las oportunidades de aprendizaje experiencial para los estudiantes de periodismo, ya que ahora gran parte de la producción de contenido se realiza de forma remota. Esta situación ha disminuido la necesidad de la supervisión directa de un maestro o mentor y ha desafiado su papel tradicional como guía en la práctica periodística.
La integración de la Inteligencia Artificial en el periodismo es un hecho innegable que está remodelando la profesión de manera significativa. Es momento de reconocer el valor intrínseco de la narrativa generada por el periodista de oficio y asegurar que la tecnología sirva para potenciarla en lugar de reemplazarla es esencial para preservar la autenticidad y la integridad de la información que se viralice. Es un llamado a la reflexión para encontrar un equilibrio adecuado entre la innovación tecnológica y la esencia misma de lo que significa ser periodista.