De todos los políticos que se subieron al barco cuando Miguel Barbosa Huerta tomó protesta como gobernador en agosto de 2019, ¿quiénes siguen a flote? La corriente barbosista, esa que se vendió como fuerza hegemónica, hoy es espuma que se disuelve.
Gabriel Biestro Medinilla terminó de coordinador de regidores de Morena en el Ayuntamiento de Puebla, pero su brillo es opaco. De nada sirvió que jugara al Juan Escutia, envuelto en bandera. Entre los agraviados del barbosismo, pocos le confían: lo recuerdan como uno de los más duros operadores del régimen. Como uno de los policías operarios encargados de mandar a los gulags.
Tonantzin Fernández Díaz, hoy alcaldesa de San Pedro Cholula, ya no quema incienso al oriundo de Zinacatepec. Al principio fue parte del bloque de Biestro, pero con la llegada de Sergio Salomón Céspedes Peregrina, cambió de altar. Céspedes, de hecho, fue quien la apuntaló como candidata.
Nora Merino Escamilla siguió una ruta similar: con una gran matraca legislativa a favor de Barbosa al inicio, para luego rendir honores a Céspedes. Hoy es una diputada federal más, perdida en el coro de 500 voces.
Eduardo Rivera Pérez, panista, también fue consentido de Barbosa. Hay quienes aseguran que el entonces gobernador lo respaldó para frenar a Claudia Rivera Vivanco. Tal vez el rumor no sea del todo cierto, pero lo innegable es que Rivera Pérez fue de los alcaldes más mimados del morenista.
Sergio Salomón Céspedes, señalado como el heredero natural del barbosismo para 2024, terminó desmarcándose. Una vez en el poder, rompió con Rosario Orozco Caballero y trazó su propia ruta. En los cien días de su mandato, en una comida en el salón El Recuerdo, lo dejó claro: dos saludos, uno para él y otro para su delfín, Julio Huerta Gómez —primo del exgobernador—, hoy un cadáver político que deambula por el Congreso.
El 90% de los barbosistas terminó plegándose a Céspedes. El mapa de lealtades cambió, y con él, la nomenklatura. Órdenes de aprehensión canceladas, carpetas en la Fiscalía archivadas, políticos liberados y Puebla volvió a su calma chicha.
El nuevo gobernador incluso se dio el lujo de empujar a José Chedraui Budib a la alcaldía capitalina y reactivar como operador electoral a Eukid Castañón Herrera, viejo poder del morenovallismo.
Barbosa fue el primer gobernador de “izquierda” en Puebla. Hoy, su legado se reduce a unos cuantos fieles que todavía le prenden incienso. El resto, como siempre en ocurre en política, ya encontró un nuevo santo al cual hincarse.
Tampoco es tan malo, es normal y el fin del hombre es sobrevivir.
¿Qué obra? ¿Qué acción? ¿Con qué será recordado cada mandatario? ¿Cómo quiere ser mencionado en la Wikipedia? Esa es la gran pregunta que deberá responderse quien ostenta el poder.