Seguro esta nota la vas a ver en más de un medio, pero en ningún otro platicadita como aquí. Ya sabes, la nota no es nota si no tiene el toque 360°.
Como todo lo que tiene que ver con las fiestas decembrinas, esto también tiene un origen harto pagano. Concretamente en las celebraciones saturnales romanas, en las que, como su nombre indica, se honraba al dios Saturno para que les enviara abundancia de alimento y otros parabienes.
En estas fiestas se acostumbraba comer un pan circular, que simbolizaba el ciclo de cosechas. En la Edad Media, cuando se institucionalizó la festividad de la Noche de Epifanía entre el 5 y 6 de enero, se adaptó la costumbre de ingerir este pan, aunque simulando la corona de los reyes. De este modo, se adornó con frutas que simulaban joyas y, posteriormente, se le añadió el detalle de esconder dentro una nuez, que simbolizaba al pequeño Jesús que fue protegido por sus padres de la matanza de Herodes.
Fue en México donde se le agregó a esta tradición la costumbre de que quien encontrara el pequeño detalle (que pasó de ser una nuez a un bebé de plástico) tuviera la obligación de apadrinar a la imagen de bulto del niño Jesús en el 2 de febrero. Otra costumbre que se adaptó también en México fue la de que quien saque el niño debe invitar los tamales el mismo día, llamado popularmente «Día de la Candelaria».