Por: Marco Antonio Martínez
Este domingo 17 de marzo se celebró la feria del pulque en San Mateo, Ozolco, y el sábado 23 se llevará a cabo el 5º concurso en San Andrés, Cholula, por consiguiente hoy les mostraré la narración sobre la bebida de los dioses.
Ce Ácatl Topiltzin, sacerdote de Quetzalcóatl.
Cuando vivía, no se mostraba públicamente, estaba dentro de un aposento obscuro y custodiado… su estancia era la última…edificó sus cuatro casas de ayuno. Se refiere que, cuando vivía Quetzalcóatl, reiteradamente quisieron engañarle los demonios, para que hiciera sacrificios humanos, matando hombres. Pero él nunca quiso ni condescendió, porque amaba mucho a sus vasallos, que eran los toltecas…
…Se concertaron los demonios. Los que se nombraban Tezcatlipoca, Ihuimecatl y Toltecatl dijeron: Es preciso que deje su pueblo, donde nosotros hemos de vivir. Y añadieron: Hagamos pulque; se lo daremos a beber, para hacerle perder el tino y que ya no haga penitencia.
Fueron luego a Tollan, a la casa de Quetzalcóatl, llevando todo sus quelites, sus chiles…y el pulque…Ellos le dijeron. Pruébalo con tu dedo meñique, porque está enojado, es vino fuerte…Quetzalcóatl lo probó con su dedo; le gustó…Estando ya alegre Quetzalcóatl les dijo: Id a traer a mi hermana mayor Quetzalpétlatl; que ambos nos embriaguemos…Después que se embriagaron…Cuando amaneció, mucho se entristecieron…Quetzalcóatl les dijo: voy a dejar el pueblo, me voy…Luego se fueron a Tlillan, Tlapallan, el quemadero…Se dice que en este año I Ácatl, habiendo llegado a la orilla celeste del agua divina, se paró, cogió sus arreos, aderezó su insignia de plumas y su máscara verde…Luego se atavió, él mismo se prendió fuego y se quemó, por eso se llama el quemadero ahí donde fue Quetzalcóatl a quemarse. Al acabarse sus cenizas, al momento vieron encumbrarse el corazón de Quetzalcóatl. Según sabían, fue y entró al cielo. Decían los viejos que se convirtió en la estrella que al alba sale, así como dicen que apareció, cuando murió Quetzalcóatl, a quien por eso nombraban el Señor del Alba (Tlahuizcalpantecuhtli). Decían que, cuando el murió, sólo cuatro días no apareció, porque entonces fue a morir entre los muertos (Mictlan), y que también en cuatro días se proveyó de flechas, por lo cual a los ocho días apareció la gran estrella (el lucero) que llamaban Quetzalcóatl. Y añadían que entonces se entronizó como Señor.
El pulque en la época prehispánica.
El producto extraído del maguey más renombrado es el pulque, en náhuatl octli, la bebida embriagante originaria de México más importante. El pulque era un elemento esencial en la vida ritual, y se utilizaba tanto como bebida en las ceremonias –para propiciar estados alterados de conciencia que se consideraba facilitaban la comunicación con los dioses, lo cual ya vimos lo que le pasó a Ce Ácatl Topiltzin – o como ofrenda. El pulque se consumía en ciertas celebraciones, si bien no estaban permitidos los excesos y éstos se castigaban con severidad. De hecho, fuera de esas fechas sólo se permitía ingerirlo a los ancianos. Antes de ingerirse, el pulque era ofrecido al fuego y a los cuatro rumbos del universo, y sólo se permitía tomar cuatro porciones de pulque, la quinta ya era considerada una borrachera. Debe señalarse que no sólo la planta era un don divino, sino que el proceso mismo de elaboración del pulque estaba bajo la tutela de distintos dioses como Tezcatlipoca, Ihuimecatl y Toltecatl, etc . De hecho, se hacía la distinción entre las deidades del maguey, generalmente femeninas como Mayáhuel, y las del pulque, masculinas. Las deidades principales asociadas con el pulque eran la propia Mayáhuel, los centzontotochin o cuatrocientos conejos y dioses como Patécatl y Tepóztecatl.
Se decía que Mayáhuel fue quien descubrió la manera de extraer el aguamiel y que fue Patécatl el que encontró cómo fermentarlo para transformarlo en pulque. Según otro mito, el pulque habría sido descubierto por Papantzin, mujer noble que lo envió con su hija Xóchitl al señor de Tula, Tecpancaltzin, quien se enamoró de la joven y la hizo su esposa. Aunque gran parte de la información que se tiene sobre el pulque procede de códices y crónicas de la época colonial, su consumo se remonta a etapas anteriores.
Al referirse en el siglo XVI a la fiesta para una deidad del pulque, una de las pocas ocasiones en que la embriaguez era permitida en la sociedad mexica, nunca se habría imaginado fray Bernardino de Sahagún que su relato pudiera asemejarse tanto a una ceremonia plasmada al temple en un enorme mural cholulteca unos 1 400 años antes. La pluma del ilustre franciscano apunta que, aun cuando en el Tenochtitlan que él conoció emborracharse se penalizaba con fuertes castigos físicos que podían incluso causar la muerte al infractor, en ciertas instancias ese exceso era lícito para los ancianos y los guerreros. El Mural de los Bebedores de Cholula, sugiere que quizá esa concesión provenía de tradiciones ancestrales. La escena muestra a 110 personas cuya actividad central es beber.
Así, aunque no hay indicios de a qué ceremonia específica alude la escena o que identifiquen con certeza el oficio de los participantes, la presencia exclusiva de hombres jóvenes y mujeres mayores remite a preguntarse si la embriaguez permitida a militares y viejos en el siglo XVI podría ser un legado de costumbres muy antiguas.
En ausencia de la representación de armas (que por obvias razones sería inconveniente llevar a una borrachera), quizá ése sea el mejor argumento para plantear que los hombres explícitamente exhibidos aquí en actitudes inapropiadas para la vida diaria sean guerreros, ya que ellos y las ancianas constituían sectores de la población que compartían un común denominador: la infortunada posibilidad de encarar a la muerte en un futuro próximo.
El mural de los bebedores de Cholula
Como parte del Proyecto Cholula, dirigido por el arquitecto Ignacio Marquina, el mural fue descubierto en 1969 por el arqueólogo Ponciano Salazar en el lado sur de la Gran Pirámide, seis niveles abajo del llamado Patio de los Altares. La pintura ornamenta 56 m de largo por 2.5 m de altura de la cara interior de un muro que delimitaba un espacio palaciego, y constituye una de las obras pictóricas de gran formato más extraordinarias de Mesoamérica por la desinhibición de su temática.
La escena muestra a 110 personas cuya actividad central es beber. Excepto por tres o cuatro ancianas que se distinguen por sus arrugas y sus largas faldas, se trata de hombres jóvenes que visten sólo un maxtlatl o taparrabo, o que están desnudos; empero, sus collares y orejeras verdes, sus elaborados peinados o tocados, y las máscaras que algunos portan, les señalan como miembros de un grupo selecto. Unos cuantos sujetos esbeltos aparecen de pie, cargando o sirviendo un líquido. Los demás se distribuyen sentados, la mayoría en parejas frente a grandes recipientes de los que extraen e ingieren un licor.
Todos muestran el rostro de perfil y en las manos portan una o dos vasijas; otros, de pie, cargan algún recipiente. Los personajes aparecen en parejas, separados sólo por grandes vasijas. Todos llevan máxtlatl, sencillo o doble, y algunos portan orejeras, pectoral, tocados de tela y máscaras; hay 168 vasijas, de variados tamaños y formas, pintadas en colores ocre, café, rojo y negro. También hay un insecto y dos caninos.
El tema representado en el mural es una ceremonia en donde los personajes están en una posición aparentemente relajada, realizando diferentes acciones: beben, ofrendan, sirven, defecan y vomitan. Se trata de un mural armónico y equilibrado, aspectos que se logran a partir de la alternancia de los motivos en los frisos, de la posición de las figuras y de la distribución u organización de vasijas. Mediante el uso de máscaras asociadas al ritual del pulque.
Como siempre, espero que les haya agradado esta recopilación a mis estimados lectores, espero que estén pasando un excelente día de asueto y su servidor se despido de ustedes, no sin antes invitarlos a visitar mis páginas de Puebla de Antaño, tanto en Facebook como en Youtube.