¿Por qué el Toñín hace lo que quiere? ¿Por qué un medio de comunicación le llama “agricultor” a un personaje que varios gobiernos han señalado de ser líder de una banda de ladrones de hidrocarburo? ¿Por qué un diputado federal de Morena, Ignacio Mier Bañuelos, graba un video para los seguidores del Toñín y estos le aplauden y le agradecen?
¿Por qué ese personaje que, presuntamente, está ligado al crimen organizado, se da el lujo de amenazar a un secretario de Gobernación?
¿Por qué la hija de dicho personaje fue candidata en alianza con el PAN?
¿Por qué el PAN estatal calla ante las amenazas del Toñín?
¿Por qué Eduardo Rivera, quien encabezaba esa coalición en ese momento, no dijo nada?
¿Por qué simpatizan con el PSI?
¿Por qué hasta el viernes pasado la diputada federal panista Nadia Navarro Acevedo fijó una postura respecto a un tema que sí es de su incumbencia?
¿Por qué la familia del Toñín ya había participado en la política y hasta un hermano suyo salió fotografiado con Antonio Gali Fayad cuando éste fue mini gobernador?
¿No sabía nada Gali de quién era el personaje que en ese entonces anunciaba una asociación civil en TV Azteca Puebla?
¿Por qué los pobladores de Quecholac y Palmarito Tochapan siempre dan el pitazo cada que van por él?
¿Por qué los fiscales de Puebla —y antes, los procuradores— no lo detuvieron?
¿Lo han investigado?
¿Por qué siempre burla a la autoridad?
¿Qué otros políticos y empresarios están relacionados con el famoso Toñín?
¿Cuánto cuesta un Lamborghini color verde, como el que se dio a conocer en campaña?
¿A un “agricultor”, como le llama un conocido medio de comunicación, le alcanza para comprar un Lamborghini?
Si después de todas estas preguntas aún no hay respuesta, es que o muchos políticos y jueces están coludidos, o todos somos muy pendejos y no entendemos nada, y deberíamos dedicarnos mejor al campo. Pues si sembrar hortalizas da para corromper senadores y diputados federales —como a los dos Nachos Mier—, da para competir por alianzas panistas, para tomarse fotos con gobernadores terrenales y da hasta para conducir autos de un horrible color, pero carísimos… ¿qué diablos estamos haciendo en el periodismo?
Podemos seguir haciendo preguntas, pero, como decía mi abuela: “lo que no suena lógico, suena metálico”, y contra ese argumento no hay nada que decir.

