Servir un plato tradicional a la misma velocidad que en un establecimiento de comida rápida no parece tarea fácil. Para ser honestos, se antoja ciertamente imposible.
Pero el restaurante Karne Garibaldi de Guadalajara, México, presume de lograr esa meta contrarreloj a diario.
Y no es una fanfarronería sin base alguna. Desde 1996, está reconocido con el récord Guinness al servicio de comida más rápido del mundo.
El 31 de agosto de aquel año, un cliente solo tuvo que esperar 13,5 segundos desde que hizo el pedido hasta que recibió el plato en su mesa.
Desde entonces, mantiene el título gracias a servicios tan rápidos que a sus visitantes no les daría tiempo ni a acercarse al baño para lavarse las manos.
Karne Garibaldi tiene otros cinco restaurantes. Pero el que está localizado en el barrio de Santa Tere inició su historia cuando su fundador Néstor Flores Michel comenzó a servir comidas a cuatro mesas en 1970.
Su récord de rapidez se inicia desde la misma entrada, y aunque hay varias personas haciendo fila en la puerta, en menos de dos minutos, ya estás adentro. El entrar y salir de personas del local es una constante.
Ya en la mesa, elegir del menú no resulta difícil. Al margen de las entradas, el único plato fuerte es la carne en su jugo, una receta tradicional tapatía -como se conoce a los nacidos en Guadalajara- consistente en pequeños trozos de carne en un caldo condimentado con distintas especias.
Pero ¿cuál es el secreto para lograr servir a decenas de clientes en cuestión de segundos un plato que en otros lugares demoraría minutos y minutos de espera?
Considerando el tiempo de espera mínimo que obliga a que la comida ya estuviera preparada antes de un pedido, se podría pensar que la calidad no puede ser demasiado buena. O que, por lo menos, debe estar casi fría.
Pero todo lo contrario, la comida está caliente e increíblemente sabrosa.
La coordinación como clave
Los 15 meseros que trabajan aquí parecen una de las claves. Se mueven rápidamente de un lugar a otro pero sin llegar a correr, y en algunos casos llevan hasta ocho y nueve platos al mismo tiempo. Usan unas mangas especiales por si llegara a chorrear alguno de los platos.
Su conexión permanente con la cocina también parece ayudar: todos van equipados con audífonos y micrófono para alertar desde que el cliente se sienta en la mesa, y con tabletas que les ayudan a enviar las órdenes al momento.
Al margen de este uso de las tecnologías, conocer más sobre la fórmula de su éxito -como la organización en la cocina o la disposición de los platos ya preparados- parece todo un secreto profesional.
“No estamos autorizados a dar más datos sobre el proceso, también por la competencia existente. Pero sin duda, la clave es la coordinación desde que el comensal entra hasta que sale”, reconoce el responsable de comunicación de Karne Garibaldi, Leon Baz.
Que en la carta solo haya un plato estrella ayuda a reducir tiempo entre fogones. Y la distancia a la que se encuentra nuestra mesa de la cocina, obviamente, también puede marcar esos segundos de diferencia.
Si otro restaurante consigue afinar al detalle su coordinación para disminuir los 13,5 segundos de servicio sin perjuicio de la calidad, está invitado a competir con el Karne Garibaldi.
Con información de Animal Político