Hay gente que inicia una relación (o todas) con la esperanza de que sea una especie de salvavidas para sus problemas. Pésima elección. Una relación no es para ser la muleta de ningún trauma por abandono o una especie de insulina emocional. Si crees que por entrar en una relación te vas a volver mejor persona, mejor piénsalo dos veces, trabaja en ti y no pierdas tu tiempo ni se lo hagas perder a nadie. Lo que a continuación se cuenta es el pan de cada dÃa de mucha gente y, desde luego, es de lo más desagradable a la hora de echar a andar una relación.
A ver, ahà les va lo siguiente: una relación, cualquiera que sea, de amistad, de pareja, con los hijos, con los hermanos, es para compartir el bienestar que hay en ti, no para succionar el bienestar de otro. Y lo peor es que a veces succionando el bienestar de otro, entiéndase «chupándole la sangre», lo peor es que ni con eso tú acabas estando bien. Exigirle o atribuirle tu bienestar o tu felicidad a otro es convertirte en un agente pasivo que deja en manos de otro lo que tú debes hacerte cargo de manera personal y activa, que es estar bien.
Una relación no es un salvavidas que te venga a rescatar ni de tu ansiedad ni de tu depresión ni de tu impulsividad. Si tu tranquilidad, tu felicidad, tu bienestar, o tu salud mental depende de que otro esté contigo y que esté como tu quieras que esté es casi una condena entrar en una relación contigo, porque entonces si alguien es tan importante para ti que depositas en esa persona tu felicidad, tu salud o tu bienestar, jamás la vas a dejar ir; vas a estar amenazando directamente o vas a estar chantajeando emocionalmente para que la persona no te deje y vas a encargarte de decirle todo lo que has hecho por esa persona y todo lo que has sacrificado (cuando nadie te lo ha pedido) para que se quede.
Y una vez que le dices todo lo que has hecho por esa persona para que no se vaya y la persona insiste en irse porque está sana, entonces le vas a decir que es un malagradecido, que es una cualquiera, que es un ingrato, porque si se va no se va a ir limpio, ¡no señor!, cuando menos se va a ir con culpa, ¡sà señor! Entonces, si no eres una persona relativamente estable en lo emocional y plena en lo personal puedes hacer mucho daño a cualquiera que cometa el error de enamorarse de ti. Por supuesto que todos tenemos derecho a enamorarnos cuando nos venga la gana, claro, y de permitir que otro se enamore de nosotros, claro, pero acuérdate de algo: no solamente se trata de amar, sino además de saber amar; las relaciones no se acaban generalmente por falta de amor, se acaban por incompetencia para manifestar ese amor. Y a veces este amor cuando se manifiesta de manera ansiosa, cuando se manifiesta de manera persecutora, se puede amar mucho, pero acabas apretándole el pescuezo a quien sea, al más sano de todos.
Finalmente, si eres una persona de alto mantenimiento, porque hay muchas personas que dicen: «yo lo que necesito es una persona que me esté atendiendo siempre, que esté conmigo, que esté presente; el amor no pone condiciones, el amor siempre está dispuesto…», ok, si eres una persona de alto mantenimiento lo mejor será que te consigas un alienado que te rinda culto, contrates sirvientes incondicionales a los que les pagues un buen sueldo por aguantarte o que el mantenimiento que necesites te lo des tú misma, porque es muy difÃcil que una persona sana esté dispuesta a drenar su vida, a drenar su amor, a drenar su bienestar para dárselo a alguien que no es capaz de asimilarlo por sà mismo, que es una especie de diabético emocional que no puede absorber lo bueno de la vida y que siempre va por ahà carente de lo más indispensable que es este dulcecillo del amor genuino.
¿Qué hay que hacer, entonces? Primero que nada: hazte responsable de ti. Identifica todo aquello que tienes y también lo que te falta, pues ahà verás con claridad que la culpa no es del mundo que no te entiende, sino que tal vez tú no has querido jugar tu rol emocional y social de forma Ãntegra. Tal vez esa ansiedad que te hace ser asà venga desde la infancia, por lo tanto, lo más recomendable es que busques la ayuda profesional necesaria para que ya no sigas tropezando contigo mismo y al mismo tiempo culpes al mundo entero de tus propias heridas.Â