El que fuera líder de los ya extintos Super Furry Animals no admite perder el tren de la vanguardia y reclama a través de su séptimo disco, “Seeking New Gods” (Rough Trade, 2021), la vigencia de esos sonidos tan representativos de los 90 que despertarán la inquietud de los más nostálgicos, así como de algún que otro descreído de los tiempos actuales. Es precisamente en ese afán de hallar vías alternativas de representación donde Rhys parece haber encontrado el leit motiv de su retorno (el cual viene además acompañado de una gira europea durante el mes de marzo del presente año) y donde una vez más no puede remediar caer en esas temáticas de corte espiritual y elevado que siempre han caracterizado sus exquisitos y perspicaces trabajos, tanto en solitario como arropado por su icónica banda.
Basta con mirar esa extensa lista de títulos en su colección personal para darnos cuenta del patrón creativo que el galés ha seguido formalmente a lo largo de su intachable carrera.
La curiosidad que le define vuelve una vez más a brillar con luz propia en este séptimo disco, donde el artista de Haverfordwest dedica una compilación de nueve canciones al monte Paektu, un icónico accidente geográfico de tipo volcánico localizado en las cordilleras que trazan la frontera entre China y Corea del Norte y cuya forma cónica acoge una caldera de 5km de extensión, parcialmente ocupada por las aguas del lago Tianchi (recogida además en esa preciosa portada). En otras palabras, una maravilla de la naturaleza cuya hermosura no nos extraña en absoluto que haya logrado inspirar un álbum al completo. No solo eso, sino que Rhys denota en este trabajo una habilidad de lo más competente a la hora de dotar de ciertos rasgos antropomórficos al volcán, ahora provisto de un humanismo capaz de transmitirnos sentimientos como la conciencia de sí mismo (Mausoleum of My Former Self’) o reflexiones sobre la soledad (Loan Your Loneliness).
En la mayoría de sus cortes, el álbum mantiene ese aura amable y gentil de apariencia folkie (gracias a la profunda y calmada tonalidad vocal que define a Rhys y a sus luminosas teclas), encontrando en Can’t Carry On el punto álgido de esa cadencia rítmica y pegadiza que siempre se agradece en cualquier trabajo que se precie. El galés, sin embargo, también se guarda puntuales momentos de zozobra para reunirse con un sonido más áspero y totalmente noventero a golpe de distorsión (Hiking in Lightning) o incluso cerrar esta perorata lisérgica desde el plano de la introspección con Distant Snowy Peaks, una emotiva despedida, cargada de pureza y encanto, a la altura de la epicidad que el propio relato se merece.
Ya sea en el formato que el galés elija y a través de todo aquello que suscite su singular interés, Gruff Rhys demuestra una vez más sentirse cómodo en su juego, engrosando la lista de títulos que componen ese particular e imaginativo mundo interior suyo que siempre logra hacernos mirar la realidad humana y natural desde prismas que nunca nos habríamos planteado antes.
Con información de Dod Magazine