El ex tesorero del Vaticano, el cardenal George Pell, fue sentenciado el miércoles a seis años de cárcel por abusar sexualmente de dos niños integrantes de un coro en Melbourne en la década de 1990, y estará registrado como un delincuente sexual por el resto de su vida.
El juez principal del Tribunal del Condado de Victoria, Peter Kidd, quien dictó la sentencia en una transmisión televisiva en vivo, dijo que existe una posibilidad real de que Pell, de 77 años, pase el resto de su vida en prisión.
Pell, quien fue un importante asesor del Papa Francisco, es la autoridad católica de más alto rango en ser condenado por delitos sexuales contra niños.
Su caída es un nuevo golpe para la administración papal tras una serie de escándalos de abusos que ha devastado la credibilidad de la Iglesia Católica en Estados Unidos, Chile, Australia y otros lugares durante las últimas tres décadas.
Bajo mi punto de vista, su conducta estuvo impregnada de una arrogancia asombrosa”, dijo Kidd al pronunciar la sentencia, luego de que Pell fue declarado culpable de cinco cargos por abusos sexuales a dos niños. “Considero que su culpabilidad moral en ambos episodios es alta”, agregó ante una atestada sala del tribunal.
Pell, quien compareció ante la corte sin el alzacuello de sacerdote por primera vez durante el caso, no mostró emoción durante la audiencia de sentencia, que duró más de una hora. Él ha repetido su inocencia y presentó una apelación que será analizada en junio.
Los delitos contra los dos niños de 13 años tuvieron lugar después de una misa de domingo a fines de 1996 y principios de 1997 en una habitación y un pasillo de la catedral de San Patricio, en Melbourne, donde Pell era arzobispo.
Una de las víctimas murió en 2014. La otra, quien declaró y fue interrogada en el juicio, emitió una declaración a través de su abogado diciendo que por ahora le resulta difícil consolarse con el fallo.
Ser testigo de un caso criminal no ha sido fácil. Estoy haciendo todo lo posible por mantenerme bien y unido a mi familia”, dijo la víctima, que no puede ser identificada porque la ley australiana protege la identidad de las personas que han sufrido abusos sexuales.
Durante el juicio, la víctima describió cómo Pell acarició sus genitales, se masturbó y obligó a un niño a realizarle sexo oral.
Pell fue declarado culpable por un jurado por cuatro cargos vinculados a actos indecentes y uno de penetración sexual. Enfrentaba un máximo de 10 años de cárcel por cada cargo.