Robert Johnson tuvo una vida breve, pero se convirtió en leyenda. En el transcurso de un año pasó de ser un guitarrista novato que añoraba tocar con sus héroes en los bares de Mississippi a ser un virtuoso músico que dominaba la técnica del slide. Los rumores dicen que su talento no era fruto de la práctica, sino de un pacto con el diablo.
Robert Leroy Johnson nació el 8 de mayo de 1911 en Hazlehurst, Mississippi, donde la población afroamericana era abusada y explotada en los campos de algodón. La música era uno de los pocos escapes de la esclavitud a la que eran sometidos. Hombres y mujeres componían melodías catárticas a las que modificaban la letra para que los esclavistas no supieran que hablaban de ellos.
En ese anhelo de libertad y protesta surgió el blues, del que Robert Johnson se volvería uno de los más importantes representantes.
Desde que era un niño, Robert amaba la música y se rebeló contra el racismo con el que los blancos sometían a las personas afroamericanas. Él se negaba a trabajar en los campos de algodón, incluso si eso implicaba recibir golpizas y otros tipos de maltrato.
Se dice que el blues nació en la iglesia, pero en realidad fue el campo el que presenció el origen de esta música. Robert no quería dedicar su vida a los campos de algodón; él quería cantar, componer y tocar la guitarra. Lo hacía de vez en cuando, los fines de semana, junto a otros trabajadores oprimidos.
Por supuesto, las poblaciones racistas y cristianas creían que el blues era “música del diablo”. En realidad, la satanización del blues partió de las pérdidas que representaba para la iglesia: los hombres cantaban, bebían, apostaban y terminaban perdiendo el poco dinero que tenían.
Si los hombres no iban a la iglesia (porque estaban afectados por una terrible resaca o porque no tenían ni un céntimo para donar a la limosna), esta comenzaba a perder sus ganancias.
Robert Johnson buscó ganarse la vida viajando por las carreteras de Estados Unidos, con su guitarra como instrumento de trabajo. Se había enamorado de la joven Virginia Travis, de solo 16 años, quien quedó embarazada poco después. Murió en el parto junto con el hijo de ambos.
Robert Johnson y el pacto con el diablo
Después de la pérdida de su joven esposa, Robert no volvió a ser el mismo. Antes de convertirse en leyenda, los rumores dicen que el joven era, más bien, malo para la música. Era un novato que anhelaba tocar con Son House y Willie Brown en los bares para ganarse la vida.
Cada vez que subía al escenario, sin embargo, terminaba abucheado. Salía humillado de los bares, con la promesa de que algún día sería un gran guitarrista y le demostraría a todos que estaban equivocados.
Robert desapareció durante poco más de un año y, cuando regresó a su tierra natal, ya era un músico virtuoso con un talento incomparable.
¿Cómo adquirió ese talento en tan poco tiempo? Probablemente con dedicación y esfuerzo, pero también con una pequeña ayuda de Satanás. Se dice que Johnson hizo un pacto con el diablo en un cruce de la Ruta 61, La Encrucijada, donde intercambió su alma por talento musical.
Robert reapareció en un bar de Mississippi. Subió al escenario, comenzó a tocar y dejó sorprendido al público, incluso a sus héroes House y Brown. Era rápido y virtuoso, nada que ver con el joven torpe que habían conocido un año antes.
Para Robert, ser relacionado con el diablo era una ventaja. No solo se rumoraba que la fuente de su talento era un pacto satánico, también se creía que estaba protegido por las fuerzas del Hoodoo y él mismo incluía referencias “satánicas” en las letras de sus canciones.
El ritual de La Encrucijada
El proceso, de acuerdo con la tradición del Hoodoo en el sur de Estados Unidos, era relativamente sencillo: consistía en acudir a la misma encrucijada a la misma hora durante varios días, hasta encontrarse con un espíritu.
La persona que hiciera el ritual debía llevar el instrumento que quería dominar (los bateristas probablemente llevarían sus baquetas, los bajistas su bajo y los escritores lápiz y papel, por ejemplo).
El espíritu, que podía ser el mismo diablo, se aparecería para enseñarle a usar el objeto de su elección. A Robert Johnson le habría pedido su guitarra y se la habría devuelto junto con un talento mágico para tocarla.
Robert Johnson y Ike Zimmerman
Se dice que Johnson obtuvo su talento por medio de la magia, pero poco se habla de Ike Zimmerman: un guitarrista que le enseñó la legendaria técnica del slide. Los dos se reunían en un cementerio a la medianoche para tocar la guitarra, pues creían que era en esa atmósfera lúgubre donde las ideas surgían.
Robert Johnson murió en 1938 a la edad de 27 años en circunstancias misteriosas. Tenía un romance con Beatrice Davis, una mujer casada. El esposo de Beatrice, Ralph, habría envenenado su bebida con esferas de naftalina, lo que lo condujo a una muerte lenta y agónica.
El pacto ya estaba hecho y, con todo y su muerte, Johnson ya era una leyenda. Hoy es recordado como uno de los mejores guitarristas del siglo XX y uno de los músicos más importantes de la historia.
(Con información de Cultura Colectiva)