Como sociedad, tenemos ciertos prejuicios que afectan y estigmatizan a las personas con sobrepeso y obesidad, que pueden causar actos de discriminación en el mercado laboral y ocasionar diferencias. Por si fuera poco, no está claro que esos prejuicios afecten por igual a las mujeres y a los hombres.
Un estudio reciente reveló que el mercado laboral mexicano sí discrimina a las mujeres por su sobrepeso y obesidad. Los encargados de reclutamiento en los trabajos seleccionan en mayor medida a las mujeres delgadas para la fase de entrevistas.
Para saber más al respecto, se dividió a la población en términos de su IMC (índice de masa corporal): menor de 25 (rango de 20 a 25), sobrepeso (entre 25 y 30), obesidad (de 30 a 35) y obesidad severa (al menos 35).
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En cuanto a los resultados, no se observa que los hombres sufran una penalización salarial por sobrepeso u obesidad. Al contrario, se advierte un incremento de 16% en los ingresos al mes entre quienes tienen obesidad en contraste con aquellos cuyo IMC es menor a 25. No sucede lo mismo en el caso de las mujeres. Aquellas que obtienen los mayores ingresos son las que están en el rango más bajo de IMC y las que obtienen los ingresos más bajos son las que están, por lo menos, en el rango de obesidad severa; para ellas, la penalización salarial es de 17%.
A la vez, la brecha de ingresos por género es muy pequeña (alrededor de 6%) para las personas con menor IMC, pero ésta crece sustancialmente para quienes están en el rango de obesidad (cerca de 30%). Por lo tanto, podría decirse que una parte importante de la brecha salarial de género se debe a las diferencias salariales que hay en los rangos de sobrepeso y obesidad, es decir, a este tipo de discriminación.
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Los resultados de nuestro estudio sobre esta clase de discriminación son muy similares a los que se han encontrado en otros países: en el caso de los hombres no hay evidencia constante de que su obesidad cause efectos negativos en su participación en el mercado laboral, mientras que para las mujeres sí hay evidencia de este efecto. ¿A qué podría deberse? Posiblemente, a los estereotipos que tenemos sobre cómo “deben ser” y “comportarse” los hombres y las mujeres. En cuanto a ellas, la sociedad valora cierta apariencia física, en este caso, que sean delgadas; se beneficia a aquellas que cumplen con ese y otros criterios y se castiga a las que no los cumplen. Debido a que hay más hombres que mujeres en puestos de mayores ingresos, las preferencias relacionadas con esas valoraciones se vuelven más marcadas en esas secciones del mercado laboral.
Con información de GatoPardo