El personaje llegó vestido de traje a la oficina de Comunicación Social de una entidad que dicen que no existe en la República Mexicana.
Lo hicieron esperar unos veinte o treinta minutos a lo mucho.
La directora de Comunicación Social del gobierno de ese estado —que dicen que no existe en la República Mexicana— al fin permitió a ese personaje que entrara a su oficina.
La secretaria le pidió que pasara y le ofreció:
—¿Agua o café?
—Así estoy bien, gracias. ¿O sabe qué?, sí me regala agua, por fa’., —respondió el sujeto metido en su traje negro a rayas, mientras esperaba a que llegara la titular de la dependencia.
Había hecho antesala y ahora tenía que esperar a la funcionaria.
Estaba nervioso, no dejaba de mover su pierna izquierda. Se escuchaba el tac, tac, tac de su zapato de tanto que se movía inconscientemente. Se acomodaba de un lado a otro y continuaba con el ruidito aquel del tac, tac, tac.
Por fin llegó la funcionaria:
—¿Qué tal, licenciado? Buenas tardes, qué gusto saludarlo. Dígame, ¿en qué le puedo servir?
—Pues nada, vengo a ver lo del contrato de publicidad para mi medio y quiero decirte que no es posible que me den esa basura. Yo necesito más. Los hemos apoyado desde la campaña cuando a tu gobernadora nadie le daba espacio ni creían que ganara porque venía de Morena.
—¿Cómo? ¿No es suficiente con lo que le damos?
—Nosotros sí imprimimos. Tenemos impactos en redes sociales de al menos un millón de visitas diarias —dijo de forma altanera al tiempo de sacar su celular y mostrar unas gráficas.
—Mire, licenciado. No es que sea mala respuesta, pero hemos tenido recortes para el tema de publicidad y ya sabe que no es lo mismo que Puebla, allá donde está usted tienen más recursos no sólo para promoción, sino hasta para obra pública.
—¡A mí no me venga con eso! —subió el tono de voz— ¡De una vez, entérate que la gobernadora a mí sí me quiere y si yo se lo pido te vas de esta oficina y yo puedo meter a quien yo quiera en tu lugar! ¡No sabes con quién estás hablando!
La funcionaria abrió sus ojos, se puso seria y respondió:
—Pues no, no sé con quién estoy hablando ¿con quién?, ¿eh?
—¡Pues conmigo, carajo!
—Ah ya, con razón. ¿Y qué pasaría si me niego a darle el incremento a su contrato? —inquirió la funcionaria.
—Pues que voy a pedir tu cabeza a mi amiga y que estarás limpiando los baños, si bien te va.
La funcionaria levantó el teléfono y llamó a su secretaria: “tráeme por favor el contrato con… sí, ese mismo… ajá… sí… ándale. Ese, gracias”.
La secretaria llegó con un fólder blanco y se lo entregó a su jefa.
Ella con mucha tranquilidad, comenzó a leer el contrato, mientras su interlocutor ya estaba más tranquilo.
—A ver, aquí dice que mensualmente percibes… ¿es correcto?
—Correcto.
—Y que en diez meses que dura el contrato recibe tu periódico y portal de noticias la cantidad de…
—Así es.
—Y que, si yo no subo la cantidad, le vas a pedir a la gobernadora que me corra de mi cargo.
—Pues digamos que le haré saber que nos tratan muy mal y que no es equitativo y tú sabes que es muy mi amiga. No te quiero ver desempleada, para qué más que la verdad.
—OK, agradezco tu consideración. Mira, te informo que a partir de este momento se cancela tu contrato y haremos válida la fianza que tienes como garantía. Sal y si caminas aquí el pasillo, te sigues derecho, subes las escaleras y ahí está la oficina de la gobernadora. Mientras yo voy por mis cajas de huevo en lo que voy guardando mis cosas y le dices ahí que por favor a ver si me hacen una carta de recomendación. Gracias y que tengas una excelente tarde.
—Oye no, no lo tomes así —respondió nervioso el sujeto.
—¿Cómo? No, no, no. Ve a pedir mi cabeza. Yo mientras, busco empleo. No te preocupes por mí. Habrá quien me contrate. Ándale, habla con tu amiga la gobernadora, a ver qué te dice.
La funcionaria llamó a su secretaria:
—Dígame, licenciada.
—Pide al jurídico que cancele este contrato y por favor acompaña aquí al señor a la oficina de la gobernadora para que lo atiendan, aunque no creo que sea necesario. Dice que es muy su amiga. Ah y consígueme unas cajas para guardar mis cosas que ya me voy.
—¡No creo que eso sea necesario!
—¿No?
El personaje salió de la oficina sin contrato y sin cita con su amiga la gobernadora.
Cuentan que no es el único lugar donde ha tratado de extorsionar, lo ha hecho en muchas dependencias y hay algunos incautos que han caído en la trampa. Y es que se presume como un personaje influyente.