Sin duda, los panistas Adán Domínguez Sánchez y Eduardo Rivera Pérez fueron de los primeros en ponerse de pie y emprender la graciosa huida en el Auditorio de la Reforma, después de que, en tres ocasiones, el nuevo presidente municipal, José Chedraui Budib, hiciera referencia al gobierno que le dejaba la administración panista, durante su discurso de toma de protesta.
Sería incomodísimo para ambos personajes que los reporteros les preguntaran: ¿cómo vieron que hablaron sobre los baches que inundan nuestras calles?, ¿cómo vieron que señalaron retrasos y desigualdad en la ciudad?, ad infinitum. Sobre todo, porque el discurso de El Yunque es: “Pus’ Barbosa invirtió en el banco Accendo. Pus’ nosotros no metimos dinero a invertir en una banca de dudosa procedencia. Pus’ sí, pus no…”. Algo así como el clásico “los del otro partido robaron más”
¿Alguien reconoce ese discurso?
Vaya, vaya, hace tres años, pero en el Centro de Convenciones William O. Jenkins, Miguel Barbosa bromeaba con Eduardo Rivera Pérez, en la toma de protesta del panista. En ese acto protocolario el gobernador Barbosa recordaba cómo se habían conocido y cómo se hicieron amigos. Para muchos, en esa ocasión, el mensaje fue que Barbosa gobernará de la mano con Eduardo Rivera.
Siempre existió la percepción, la duda o la sospecha, como lo quieran ver (porque no hubo pruebas), que Barbosa hizo ganar a Rivera Pérez en las elecciones constitucionales del 2021 porque nunca hizo química con Claudia Rivera Vivanco. Sin el ánimo de defender a la exalcaldesa, pues allá ella y su grupo de asesores que a eso se dedican, pero así se interpretó y como dicta el lugar común: percepción es realidad.
Rivera y Adán Domínguez jamás cuestionaron a Barbosa. El grupo político del panista aceptaba sin chistar cualquier comentario en contra que recibiera del entonces mandatario, ya sea que fuera directo o que lo mandara a través de algún periodista o columnista.
Ahí Rivera Pérez se ponía pálido, tragaba saliva, agachaba sus orejitas y seguía en lo suyo, en cambio, ahora su sucesor Adán Domínguez sí se puso los guantes y salió a decir: “pus’ sí nosotros no andamos invirtiendo dinero en bancos de dudosa procedencia, pus’ no,”.
Por eso es mejor salir antes de que termine la ceremonia oficial de la toma de protesta, para evitar a la prensa chicha, a la que ya no los quiere, a la que ya los ven como simples humanos. El grupo que gobernó la ciudad que dirigía el PAN, jamás de los jamases, nunca de los nuncas, never de limón la never, se atrevió a rozar ni con el pétalo de una línea ágata al exgobernador Barbosa.
Cuando estalló el conflicto con Accendo, los únicos panistas que sí le entraron al debate fueron los diputados locales, fueron los que cuestionaron a la entonces secretaria de Finanzas; los demás panistas, los yunquitos, prefirieron invertirle en los temas del futbol, acosar secretarias y hacer pingües negocios.
No era para menos, uno de los yanquis (yunques) de apellido Cordero fue quien recomendó que se hiciera tal inversión.
Más allá de todo este galimatías, hay una lógica para explicar por qué Rivera y Domínguez salieran por peteneras de la toma de protesta de Chedraui: dejaron la ciudad sumida en un caos, baches por doquier, acusaciones de malos manejos financieros, pésimo manejo de comunicación y un jugoso bono de salida para los funcionarios que se van al desempleo. ¿Cómo iban a explicar que no lograron las mil calles, pero sí los mil baches?
Viéndolo bien, es válido salir por la puerta de atrás y rápido.
A veces el bajo perfil a todos nos hace bien.