Si ya decidió renunciar al PRI para irse a Morena como candidato a diputado local o federal o, de plano, aunque sea de regidor presidente de la Comisión de box y lucha en cabildo, debe rezar con fervor la siguiente letanía y en voz alta para que haga efecto su decisión política:
San Juana Martínez (ruega por ella); Bobby López Beltrán (niño consolador); Tren Maya (ora pro nobis); Segalmex (Arca de la felicidad); Lord Molécula (ruega por él); Dos Bocas (que se hagan tres); Claudia Sheinbaum (bajo tu amparo nos acogemos); Morena (no somos iguales); Andy López Beltrán (tesoro de la gracia); Elenita Poniatowska (Rayito de esperanza); Andrés Manuel (verbo hecho carne); Jesús Ramírez (luz de los profetas); Presupuesto de Egresos de la Federación (acógenos con tu manto); SAT (ten misericordia de nosotros). Carlos Loret (perdónalo, señor). Latinus (líbranos del mal).
Amén.
No se sienta mal por los camaradas de izquierda, en serio.
En Puebla, eso de ser de izquierda siempre fue una bonita entelequia.
Cuentan, por ejemplo, que cuando Manuel Bartlett gobernaba por el PRI dijo aquella frase: “a los perredistas los divides regalándoles unas camionetas”.
¿Cuántas veces supimos que los movimientos sociales eran vendidos en la Secretaría de Gobernación? ¿Cuántas veces salían los líderes de los movimientos con sus bolsas de Palacio de Hierro o Liverpool caminando por la 3 Poniente entre la 7 y la 9 Sur, a la vuelta del expalacio de Gobierno?
Eso sí, muy de izquierda muy de izquierda, pero todos ellos se persignaban.
Bajo su sobaco un periódico La Jornada, bajo el otro un morral de tela en el que cargaban un libro de Eduardo Galeano, la banda sonora de su vida acompañada por Amaury Pérez, por Silvio Rodríguez, por Joaquín Sabina, pero en los bolsillos siempre, pero siempre, siempre billetes entregados por la sacrosanta Secretaría de Gobernación.
El problema de la izquierda es cuando se creían que eran de izquierda a veces daban el famoso campanazo, como aquella vez que estuvo a punto de ganar la elección Emilio Maurer en 1998.
Fue una gran idea de Bartlett incorporar a un antihéroe como candidato para pulverizar a la oposición y que Mario Marín ganara la alcaldía poblana, pero el problema es que tanta fue la fuerza de Maurer que unos días más y se come al marinismo con todo e hígado encebollado.
La izquierda poblana siempre ha estado dividida, se ha caracterizado por acusarse internamente de colaboracionista, entreguista, policiaca, traidora y un largo etcétera, por eso, amigo priista si le daba pena agandallarse un partido que, en teoría, no comulga, ni se afloje ni se aflija, están más preocupados por pelearse por las prerrogativas que por construir una plataforma política.
¿Cuándo se había visto, por ejemplo, que un partido de izquierda respaldara abiertamente a un candidato de El Yunque, como ocurrió en el 2021? ¿Cuándo se había visto que un partido progresista use chicanadas legislativas para no aprobar la despenalización del aborto?
Por eso, ni se preocupe, cuando ya milite en Morena o en uno de sus partidos satélite como el del Trabajo, el Verde o Fuerza por México o hasta el PANAL, usted agarre lo que es suyo, ni van a desprivatizar el agua potable, al contrario, serán más neoliberales que Margaret Tatcher y Salinas.
Antes el discurso, hasta en las efemérides de cualquier primaria, era la revolución, ahora, ya cambió es la Cuarta Transformación; en el fondo no es lo mismo, pero es igual. Antes era una revolución institucional, ahora es el segundo piso de la 4T.
Así que, como búfalos, corra en manada que para eso se hizo el poder, para poder.