La Avenida Juárez ha sido, por décadas, el pretexto ideal de cualquier administración municipal para justificar su remodelación. ¿La razón? De ahí han salido jugosos contratos. Si no lo creen, pregúntenle a Adán Domínguez Sánchez, alcalde panista sustituto, quien en septiembre del año pasado reinauguró esta vialidad… y el fin de semana pasado colapsó: se inundó, los adoquines se levantaron, aparecieron socavones.
Un desastre absoluto.
La obra no ha cumplido ni un año, y ya es una ruina.
¿Cuánto costó el supuesto “embellecimiento” de la Avenida Juárez?
55 millones de pesos.
¿De qué sirvieron?
Para nada… o para una (inserte aquí la palabra que usted prefiera).
55 millones de pesos tirados a la basura —o arrastrados por las lluvias, como usted quiera verlo—.
Hay obras que han resistido años sin apenas una intervención. Ahí está el distribuidor Juárez-Serdán, inaugurado por Luis Paredes Moctezuma en 2004, que se mantiene en pie, sin sobresaltos. Así que no vengan con el cuento de que la culpa es del clima. Las lluvias no siempre hacen colapsar lo bien hecho y menos en meses, al menos un año de vicios ocultos.
La verdad es que eso de “embellecer” fue una mala broma. Adán Domínguez redujo los carriles y agrandó las rotondas, provocando un caos vial permanente entre la 25 Sur y Avenida Juárez.
¿Embellecer? Más bien estorbar.
Hoy, la Juárez está plagada de cantinas, barecitos, antros y, con ellos, de una creciente sensación de inseguridad. No es que nos espantemos ni nos persignemos —no somos del Yunque, con su doble moral tan característica—, pero lo cierto es que una de las avenidas más emblemáticas de Puebla ha pasado a segundo plano. Está abandonada, sucia, descuidada. Y no olvidemos que esos permisos no caen del cielo: los otorga el municipio. Y claro, las licencias de giros negros también es un gran negocio.
¿De qué sirvió gastar 55 millones en una obra que colapsó en menos de un año? Adán Domínguez quiso pasar a la historia y repetir el discurso de “recuperar el rumbo”, como le ordenaba su patrón, Eduardo Rivera Pérez. Pero fue un fracaso.
Lo verdaderamente grave es que ese grupo político aún pretende regresar por sus fueros en 2027. Han intentado debilitar la dirigencia de Mario Riestra Piña, pero con estas cartas credenciales, difícilmente lograrán destacar.
Y no, esto no es culpa de José Chedraui Budib, como algunos intentan hacer creer en redes sociales. No se dejen engañar. Esta obra aún no cumple un año, por lo tanto, la responsabilidad recae completamente en el panista. Fueron los albiazules quienes diseñaron, adjudicaron y supervisaron estas obras. También fueron ellos quienes debieron garantizar su calidad.
Lo mínimo que pueden hacer ahora es dar la cara. Lo justo sería una investigación a fondo sobre qué se hizo —y qué no— durante el trienio pasado.