¿Cuánto valen los tuits? Y la pregunta viene a colación porque tal pareciera que la elección se desarrolla en esa red social.
¿Qué tanto influyen los tuits? Y ese cuestionamiento sale a relucir porque nuevamente hay ejércitos de bots que aparecen como seguidores y que adulan o denuestan a cualquiera de los aspirantes a Casa Aguayo, por supuesto defienden y tapan todo lo que le afecte a su “jefecito”; algunos, hay que decirlo, hasta parecen columnistas de la prensa chica y otros son más ingeniosos que los de la prensa grande.
Algunos somos de la prensa mediana, pues qué caray, por cierto.
Twitter no sirve para conseguir halagos reales, todo lo contrario.
Por ejemplo, en un debate en X (Twitter para los cuates) se hace la acusación ad hominem: “¡cállate tú que tienes tres seguidores!”, aunque es una forma correcta de responder a quien tiene el encargo de sacarnos de nuestras casillas, también sirve para desviar la atención porque el que acusa tiene razón y no nos agrada que nos cuestionen.
Más allá de dichos, debates y acusaciones, el punto es que la influencia es poca realmente, porque la mayoría de las personas que no pertenecen a la política ni a los grupos empresariales como cámaras o estén ligados a un sector gubernamental no se meten a Twitter.
El ciudadano de a pie no revisa la red social X.
Es decir, Twitter (como le decíamos antes) está hecho para la burocracia, para la militancia, para la prensa y para los que les interesa o tienen un interés en particular. Es decir, para los mismos de siempre.
Por eso, llama también la atención que algunos suspirantes distraídos se avienten sus videos promocionales en esta red social, porque aquí lo que van a recibir de respuesta son: mentadas de madre de la mayoría y aplausos y porras de los bots que contrataron para ese fin.
No faltará la madrecita santa que escriba en la foto del candidato, candidata o candidate: “¡hijazo (hijaza, hijaze) de mi vidaza (vidazo, vidaze)!”. Ya saben que los licenciados Fojaco, Manubrio y Malagón se reproducen como conejos; han habitado el PRI, el PAN y ahora también pululan en Morena, pero esa es otra historia.
X está hecho para el llamado círculo rojo.
Facebook es la red social para las abuelitas, para los amantes de los piolines y para que le escriban al que postea algo: “qué guapa te ves amiga”.
Instagram ya no es el peso de las imágenes como antaño, lo que suben las visitas son los reels como Tik Tok, que es la red social que más fuerza tiene en estos momentos (para bien, si siguen buenas cuentas; para mal si buscan a los llamados influencers).
Los políticos, en general, no saben usar redes sociales.
Están acostumbrados al templete y a la foto del boletín.
La ventaja de X es que es la red social en la que hay más libertad de expresión. La desventaja es que es el orinal de todos los borrachos de una cantina de mala categoría del Centro Histórico.
Ahí abundan escupitajos, guácaras, meados y lo que se acumule en la semana.
Hoy por hoy la guerra sucia se hará por Twitter y los videos falsos para demeritar a los adversarios a través de cuentas ídem en Facebook, como ha ocurrido desde hace más de diez años.
Outlets que solo sirven para ensalzar a unos y vilipendiar a otros.
Es lo que hay.
Con estas mulas hay que arar, pues como diría el clásico de clásicos: “aquí nos tocó vivir, en la región más tuitera y burócrata del aire”.