El País | Sandro Pozzi | Reuters
Joaquín El Chapo Guzmán, el despiadado líder del cártel de Sinaloa, pasará el resto de su vida aislado en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos. El juez de Nueva York Brian Cogan le ha impuesto este miércoles una condena de cadena perpetua por narcotráfico, más 30 años de prisión por violencia con armas y 20 por blanqueo de dinero. Estas últimas dos décadas quedan expiadas por la cadena perpetua. La sentencia no ha sido una sorpresa si se tiene en cuenta la gravedad de los crímenes que cometió El Chapo durante los 30 años que movió los hilos de la mayor organización dedicada al narcotráfico entre México y Estados Unidos. El centro penitenciario de destino final de El Chapo se desconoce por el momento. Será designado en los próximos 60 días. Se baraja que será llevado al penal de máxima seguridad de Florence, en Colorado, a las afueras de Denver.
Guzmán tuvo derecho a hablar antes de conocer el fallo judicial, momento que aprovechó para denunciar las condiciones de confinamiento que tuvo en Estados Unidos desde que fue extraditado. «Me han torturado las 24 horas del día durante 30 meses», afirmó, para después, al final de su intervención, decir que no se ha hecho justicia con él, en referencia a la conducta del jurado. También criticó al juez por no haber permitido un segundo juicio. «Aquí no se hizo justicia. EE UU no es mejor que otros países corruptos a los que este país no respeta», concluyó. Al salir de la audiencia, Jeffrey Lichtman, abogado del capo de la droga, aseguró que recurrirán la condena e insistió en que solo querían «un juicio justo» para su cliente. El letrado añadió que la esposa de El Chapo, Emma Coronel, está devastada tras el veredicto.
El Chapo, de 62 años, fue arrestado por última vez en enero de 2016 —antes escapó dos veces de prisión— y extraditado un año después, en 2017, a Estados Unidos. Un jurado popular le declaró culpable el 12 de febrero de 10 delitos penales tras 11 semanas de juicio. El más importante, por dirigir una organización criminal. Se completan con otros delitos como conspirar para distribuir droga, uso de armas de fuego y blanqueo de dinero. Pese al arresto y enjuiciamiento de Joaquín Guzmán, el cártel de Sinaloa sigue siendo considerada la organización criminal más importante dedicada al tráfico de droga en México.
El Departamento de Justicia estadounidense buscaba que Guzmán fuera sentenciado con la pena de cadena perpetua como líder principal de dicho cártel mexicano, y que le cayeran otros 30 años más por violencia con armas de fuego. En EE UU basta con traficar con más de 150 kilos de cocaína y obtener 10 millones de dólares con su venta para ser encerrado de por vida. De las 27 imputaciones de delitos que ha tenido que examinar el jurado popular, se consideró que El Chapo cometió 25.
El Gobierno estadounidense solicitó, además, poder recuperar 12.666 millones de dólares por los beneficios ilícitos que El Chapo obtuvo gracias al narcotráfico. El cálculo corresponde a las cantidades de droga sobre las que el jurado apoyó su veredicto a partir de las pruebas presentadas por la acusación y los testimonios de 14 testigos colaboradores, como sus exsocios Chupeta, Jorge Cifuentes o los hermanos Flores.
Estos proveedores de droga del cártel de Sinaloa relataron durante los tres meses que ha durado el proceso cómo suministraron cantidades masivas de cocaína a El Chapo para que la introdujera y la distribuyera en EE UU. El mexicano tenía la fama de ser el traficante más rápido y por eso hacían negocios con Guzmán, con el que compartían los riesgos, pero también los beneficios.
La Fiscalía concluye que El Chapo traficó durante tres décadas con 528 toneladas de cocaína, por un valor estimado en el mercado de 11.810 millones de dólares. Se le suman 423 toneladas de marihuana, cuya venta generó 846 millones, y 202 kilogramos de heroína, por 11 millones. Son cantidades probadas y que se consideran “conservadoras” respecto a los montos que se han ido mencionando durante todo el proceso.
El jurado ha determinado también que El Chapo conspiró para matar a unos 26 individuos que representaban una amenaza para el cártel de Sinaloa, incluidos informantes, miembros de organizaciones rivales, agentes de seguridad, asociados que le traicionaron e incluso a familiares.
Secuestro, tortura y asesinato
Las pruebas, como dijo el juez, eran abrumadoras y demostraron cómo Guzmán utilizó el secuestro, la tortura y el asesinato como herramientas para disciplinar a los miembros de la organización y contra aquellos que actuaban contra los intereses del cártel. La Fiscalía permitió que una de las víctimas de El Chapo hablará en la vista de este miércoles. Se trató de Andrea Vélez, quien trabajó para el cártel, hasta que, explicó, Guzmán puso precio a su cabeza por valor de un millón de dólares. Vélez contó que los miembros de la organización le advirtieron de que si se alejaba de ellos, saldría «en una bolsa de plásticos con los pies por delante». Ahora, asegura que da la cara públicamente para que las personas que se ven tentadas a sumarse en el negocio de la droga, no lo hagan.
El juicio ha servido para presentar con gran detalle cómo el cártel operaba y movía el dinero para funcionar. Los retornos que generaba la venta de la droga se reinvertían en nuevos cargamentos, dar seguridad a los enviados a través de sobornos a las autoridades y financiar las guerras con organizaciones rivales. En paralelo, además, se utilizaron varios métodos para blanquear el efectivo.
El reto ahora es identificar las propiedades y sociedades que utilizó El Chapo. Joaquín Guzmán llegó a estar en la lista de multimillonarios de Forbes y varios testigos relataron su vida de nuevo rico durante el boom de la coca en los años ochenta. Pero su defensa insiste en que El Chapo es solo un pobre campesino endeudado que pasó su vida huyendo de la justicia y que el verdadero líder, Ismael El Mayo Zambada, sigue prófugo. De hecho, la defensa de El Chapo trató de desmontar la causa del Gobierno estadounidense diciendo que su procesamiento era una conspiración junto a las autoridades mexicanas para mantener a Ismael Zambada al frente.
Ambición
El caso ha demostrado también cómo la sed de notoriedad y la ambición de El Chapo por controlarlo todo acabaron convirtiéndose en su mayor vulnerabilidad. Es lo que le puso en manos de la justicia estadounidense. Algunos de los colaboradores con la justicia fueron sentenciados recientemente, como Vicente Zambada Niebla, quién se ha beneficiado de una reducción importante de la condena por su colaboración en el proceso. También Edgar Galván.
La atención de la justicia de EE UU se dirige ahora hacia los Chapitos. Justo un día después del veredicto del 12 de febrero en el que el jurado popular declaró culpable a El Chapo, se presentaron cargos contra dos hijos de Guzmán, Joaquín y Ovidio. Los dos hermanos deben ser aún arrestados para poder ser extraditados a EE UU y someterse a juicio en la corte federal en el distrito de Columbia. Los cargos se presentaron basándose en el testimonio de los arrepentidos.