El 16 de septiembre de 1869 iba a ser un día de gloria para la música y el ferrocarril mexicanos, pues en la estación de Puebla se lucirían los dos de una manera insuperable. La lluvia quiso que no fuera así.
Ese día, el presidente Benito Juárez, su gabinete y las familias más importantes de Puebla serían testigos del estreno definitivo de la «Sinfonía Vapor», obra encargada al compositor capitalino Melesio Morales para la inauguración de la flamante estación poblana, hoy sede del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM). En la partitura, el autor pedía incluir el silbato de una locomotora en dos ocasiones, así que el escenario parecía inmejorable.
Nadie contaba con que en aquel año las lluvias se habían retrasado más de lo normal, y septiembre trajo consigo los aguaceros que en junio y julio no llegaron. Desde antes del mediodía, la ciudad se vio cubierta por nubes que pronto se descargaron y el concierto se canceló. Pero el presidente Juárez había venido a Puebla a escuchar la gran obra y no podían dejarlo así.
Las autoridades optaron por mover orquesta y público al Teatro Guerrero (hoy Teatro de la Ciudad) y el concierto tuvo lugar, aunque sin la locomotora, desde luego. Para que el acontecimiento sucediera como se planeó, la ciudad tuvo que esperar 135 años, hasta el viernes 22 de octubre del 2004, cuando el maestro Enrique Arturo Diemecke, al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional, reestrenó la obra, en el MNFM y ahora sí con la locomotora pitando a todo vapor. Año tras año, en la primera semana de diciembre, el público poblano presencia con alegría este concierto que tuvo un origen muy adverso.