Si el llamado Pelón del Zócalo logró casarse con una francesa y hay a quienes no nos agarra ni el alcoholímetro en viernes, escúchenlo bien: este año cualquier cosa puede pasar y en ese «cualquier cosa» estamos viviendo el fenómeno de la locomotora llamada Andrés Manuel López Obrador que, si bien puedo equivocarme, soy de los que cree que ganará la Presidencia de la República y el sistema tendrá que replegarse, porque la diferencia puede ser tan amplia que ni los peores magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación podrán hacer de las suyas (que ya de por sí, por ser suyas, han de oler muy feo).
Todos los días, un día sí y otro también, en redes sociales el tema es AMLO, y ya estamos del macuspeño hasta la coronilla, pero quienes se han encargado de elevarlo hasta las alturas son sus propios enemigos. A través de memes o de las noticias de que lavó dinero su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, López Obrador es el tema de todos los días, a todas horas y hasta con las bailarinas de los tables.
Quienes empoderaron a los Duarte, a Padrés y a cuanto gobernador corrupto del PRI y del PAN hubo en los últimos años, quien logró que el Tribunal Electoral le diera el registro a El Bronco a pesar de que había pruebas de su ilegibilidad como candidato a la Presidencia, quien ganó en 2006 “haiga sido como haiga sido”, todos ellos son quienes generaron la caída del establishment, son quienes produjeron la desconfianza en las instituciones y obligaron al ciudadano de a pie decir: “voy con AMLO porque ya peor no nos puede ir”.
El sistema golpeó tanto al tabasqueño que lo terminaron blindando pues, haya o no sustento en las denuncias en su contra, la gente piensa que son armadas para impedirle su arribo al Palacio Nacional. Fueron el PRI, PAN y PRD quienes se encargaron de hacerlo casi invencible.
La mayoría de los analistas dijo que ya había alcanzado su tope, pero esta semana, después de que Carlos Slim mostrara su verdadero rostro (no se nos olvide que es uno de los hombres más ricos del mundo en un país donde lo que sobran son pobres), Reforma nos mostró una nueva encuesta en la que subió más puntos y sus contendientes se siguen hundiendo.
Es un hecho: AMLO será presidente.
¿Lo dejarán?, es la pregunta que todos tenemos.
Algo también es claro: si AMLO no es presidente, el PRI tampoco se mantendrá en Los Pinos y no por otra cosa, sino porque el voto “útil” (ya no sabemos si llamarle útil porque al final los que nos han gobernado resultaron ser unos inútiles, pero bueno) no irá a respaldar a Enrique Peña Nieto, puesto que esta elección será su referéndum.
La elección del Estado de México no es la elección de un país, y perdónenme los sesudos analistas (yo sólo soy un humilde reportero del agro), pero cada elección es distinta y no se pueden evaluar las cosas de manera tan simple.
Ahora, ¿todo esto lo entienden Martha Erika y Enrique Doger? Creo que el PRI poblano va a tener que doblarse ante el PAN de Moreno Valle para impedir que Luis Miguel Barbosa, quien casi no hace campaña, gane.
Y en el caso de la ciudad, ¿Eduardo Rivera va a seguir haciendo berrinche junto a su grupo de familias custodias? Para ganar debe abrir sus espacios, ya que la ciudad se ha decantado por López Obrador. Puebla es opositora por naturaleza, pues.
Y en ese ejercicio de la democracia que son los comicios es cuando el ciudadano común y corriente manda a chingar a su madre lo que no le parece, a pesar del dinero, a pesar de las amenazas, a pesar de los pesares.
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Pero, no se espanten, el que esto escribe no votará en esta ocasión por Andrés Manuel López Obrador, pero no es lo que yo quiera, es lo que es y punto.
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La próxima entrega les voy a contar que Puebla, tanto la ciudad como el estado, no es «el león como lo pintan» en cuanto a inseguridad, puesto que los últimos resultados del Imco (Instituto Mexicano de la Competitividad) colocan a la entidad como una de las más seguras del país —en el lugar siete—. Sí, ya sé que están frunciendo el ceño y me van a acusar de cobrar y no sé cuanta tontería más, no lo digo yo, lo dice una institución.
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Un seguidor ferviente de Pepe Meade me asegura que el candidato priista es un gran funcionario, no se ha robado ni un cenicero, es extremadamente honesto y es un excelente economista, empero, también admite que es anticlimático, incoloro, insaboro y en una de esas sin olor (para no decir que es inodoro) y, en pocas palabras: “En esta ocasión te diría Leono (el héroe de los Thundercats) sí es como lo pintan”.