Existen factores innegables para calificar a esta cinta como una obra de arte, cada escena por trágica e inquietante que sea, resulta ser un deleite visual gracias a su composición y acompañamiento musical. Sin duda alguna, Naranja Mecánica es una película que, por lo menos, se tiene que ver una vez en la vida. No sólo por ser parte del legado de Stanley Kubrick, sino también porque abarca un mundo lleno de hipocresía, dilemas morales, violencia y problemas políticos y sociales que merece la pena observar. Así que no, no está sobrevalorada.
Si quieres razones para entender porque es un clásico, aquí te damos unas:
Conexión entre el espectador y el protagonista
Una de las cosas más especiales de Naranja mecánica, sin duda alguna, es la capacidad, tanto de Kubrick como de McDowell, de crear una conexión única con el espectador. No sólo estamos viendo la historia de un chico violento, estamos siendo partícipes indirectamente de todo lo que hace.
A veces somos el amigo que lo acompaña mientras realiza sus fechorías, pero otras veces tomamos el trágico papel de la víctima, lo que hace de sus acciones una experiencia con sentimientos encontrados bastante confusos, ¿odiamos al personaje o simpatizamos con él?
Puede parecer que llamarnos “hermanos” sea algo sin importancia, pero en realidad lo que hace es crear una relación entre nosotros y Alex. Como si fuéramos parte de los drugos y aceptáramos las acciones por simple inercia.
La voz en off llega a ser el Pepito Grillo de Naranja Mecánica. Alex nos cuenta lo que está pasando, pero también da argumentos y explicaciones de estas mismas acciones, como si fuera importante que nosotros entendiéramos el porqué de lo que hace; como si en nosotros buscara la aceptación y el consuelo que nunca tiene a lo largo de la película.
Indudablemente el espectador llega a ser un personaje secundario que pocas veces se logra obtener en la pantalla grande.
Dilema moral del espectador
Alex es un chico que nos está mostrando su forma de ser, no importa si lo que está haciendo es malo o bueno.
Sin embargo, cuando empieza con el método Ludovico, todo cambia. El protagonista ya no es el chico que juzgábamos de ser desagradable y ruin. La película da un giro de 180 grados al mostrarnos a Alex como la víctima y es ahí donde llega el dilema moral: pero no el de Alex, sino el nuestro. ¿Realmente llega un punto en Naranja Mecánica dónde sentimos lástima por él?
Alex es víctima de sus propias acciones, pero nunca llega ese sentimiento de justicia que esperas en cualquier película donde el villano obtiene lo que merece. Precisamente es en este momento donde nos damos cuenta que: 1) Hemos creado una relación emocional con el protagonista y 2) Se ha puesto a prueba nuestro dilema moral.
La música como personaje principal
El factor de la música en Naranja Mecánica es esencial, depende de él en todo momento. Si no se tomara en cuenta este elemento, el impacto en el espectador no sería el mismo.
Una de las dos canciones más importantes de la cinta es “Singin’ in the rain”. Esta canción debe escucharse en momentos alegres y dichosos, sin embargo, en pantalla se nos presenta una imagen sumamente violenta donde sobresalen golpes y una violación, pero ¡he ahí el por qué es especial! Para nosotros (y para el mismo Gene Kelly) es una canción que no debería estar en ese momento porque dan mensajes completamente diferentes. ¿Realmente es así?
Lo que adora Alex en este mundo es la violencia, por lo que al cometer este tipo de acciones es extremadamente feliz, la canción queda perfectamente con el entorno en el que se desenvuelve.
Por otra parte, tenemos la Novena Sinfonía de Beethoven, la canción más importante de Naranja mecánica. Es este personaje invisible que acompaña al protagonista en todo momento, sirve como detonante de todas las acciones que vemos en pantalla. Provoca al personaje principal y guía al espectador.
Esta dupla de imagen y música definen mucho el cine de Stanley Kubrick, especialmente en 2001: Odisea en el espacio.
Perspectiva y estética de Kubrick
La forma en la que Kubrick filmaba sus películas es uno de los elementos distintivos de su cine; la composición de cada escena y cómo logra hacerla es un deleite visual a pesar del tema tan pesado que expone en esta película.
Las acciones por sí solas eran grotescas, sin embargo, no estaban arregladas de esta manera, Kubrick de cierta forma representó el cinismo al momento de conformar el diseño de producción. Todo en la película gira en torno a la temática, no sólo se trata de representarlo con las actuaciones, sino también con el entorno.
El tema que envuelve a Naranja Mecánica
Se podría hablar de las cualidades técnicas por horas (ya que estamos hablando de Kubrick), pero si hubo algo que hizo de Naranja Mecánica un hito, fue la temática tan dura y pesada que presentó.
Para la época en la que se estrenó, estos temas de violencia y sexo eran algo que casi no se veía en la pantalla grande y menos tan extravagante como lo hizo Kubrick, aunado a esto presentaba un futuro meramente trágico, algo que no concordaba con los ideales de esa época. De alguna forma la película podría parecer una oda a la violencia y eso es lo que pudo haber causado tanto revuelo.
Datos curiosos:
- Los ojos de Malcolm McDowell fueron anestesiados para las escenas de tortura para que pudiera filmar por periodos de tiempo sin demasiada incomodidad. Sin embargo, sus córneas fueron arañadas repetidamente por los cierres metálicos del párpado.
- En el Reino Unido la película estuvo prohibida desde 1973 hasta el año 2000. Las tiendas de video británicas estaban inundadas de solicitudes por la película, las cuales llegaron a poner letreros que decían: “No, no tenemos Naranja mecánica”.
- Stanley Kubrick tenía miedo de que los dueños de las salas de cines editaran la película. Por ello, cada semana, los carretes se intercambiaban por una copia limpia e inspeccionada.
Con información de Cine Premiere/Fotos: Cortesía