Forbes
Los pronósticos cambian cada día. La única certeza es que, a nivel global, 2020 será recordado como un año recesivo para la economía en la mayoría de los países.
La última estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI) apunta a una caída de 3% en la economía global para el final del año. El descalabro es equivalente a 30 veces la reducción que se reportó durante la crisis financiera internacional de 2008-2009.
¿Qué es diferente esta vez? En el lado negativo, la crisis sanitaria del coronavirus SARS-Cov-2, que causa la enfermedad Covid-19, es distinta de lo que ha ocurrido en otros episodios de recesión mundial, pues el efecto, esta vez, fue detonándose en distintos momentos a lo largo del mundo.
“La última crisis de 2008 y 2009 se dio en el sector financiero y al mismo tiempo. Hoy tenemos un desfase y apenas empezamos a vislumbrar el alcance que puede tener en México”, dice Alejandro Saldaña, gerente de Análisis Económico en Ve Por Más.Video Recomendado
Para nuestro país, las estimaciones de crecimiento para 2020 van desde el rango de la Secretaría de Hacienda, que espera entre 0.1 y -3.9, hasta cifras de doble dígito, si la economía no recibe algún estímulo fiscal, según advierten los analistas.
El impacto de la crisis dependerá de algunos factores, como el número de infectados, muertes y duración de la crisis de salud por el nuevo coronavirus en el país, la percepción de riesgo sobre la economía global y sobre México, el impacto y la profundidad de la caída económica en Estados Unidos, las afectaciones en la movilidad de personas y mercancías y la efectividad de la política fiscal.
La política fiscal es una de las claves más importantes para determinar la profundidad de la caída en el crecimiento económico. Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics, explica que México tiene una elasticidad de 1.5 veces, cuando se habla de la correlación con la economía estadounidense. De tal modo que, si la economía estadounidense cae 1%, México tiende a caer 1.5%.
“Ante la alta dependencia de México con el mercado estadounidense, podemos estimar que, si en Estados Unidos la caída de la economía alcanza 5 o 6%, México tendría una caída de 8 a 9%; pero eso [ese escenario] considera que el gobierno tenga un plan fiscal expansivo. Si este estímulo no se da y hay más recortes de gasto, entonces la caída puede ser superior a 10%”, advierte.
LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA FISCAL
El pasado 5 de abril, el presidente anunciaría una serie de apoyos para enfrentar la crisis económica. Las distintas cámaras empresariales entregaron propuestas que implicaban abandonar el objetivo de superávit primario de 1%, deducción de inversiones, planes conjuntos de apoyo en caso de despidos en el sector privado, y diferir el pago de impuestos y contribuciones a la seguridad social.
Ante las peticiones, el presidente López Obrador anunció que habría una ampliación de algunos programas clave, como la pensión de adultos mayores, las becas y los apoyos al campo.
Señaló que no se detendrían los proyectos insignia (la refinería Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya, etc.) y que se bajarían sueldos y aguinaldos de altos funcionarios, y habrá un programa de inversiones en el sector energético por 339,000 millones de pesos (mdp).
La respuesta del gobierno incrementó la percepción de riesgo sobre México. Los especialistas coinciden en que aún es necesario ver una respuesta de las autoridades que permita evitar la quiebra masiva de empresas, preservar el empleo y reducir la percepción de riesgo del país, al tiempo que atienda, en el corto plazo, lo urgente.
“Lo más importante es mitigar la caída económica. La política fiscal está actuando de la misma manera que con los gobiernos neoliberales: en lugar de que la política fiscal apoye a la economía, la está apretando y puede llevar a México a una de las recesiones más profundas”, advierte Coutiño.
Carlos Capistrán, economista para México y Canadá de Bank of America Me- rrill Lynch, explica que otros países están apoyando la economía con bajas tasasque garanticen liquidez, pero también con apoyos fiscales para las empresas y subsidios para los empleos.
Sin embargo, para México ese escenario es complejo porque echar a andar un programa de gasto fiscal implica conseguir recursos. Capistrán explica que el margen hoy es reducido, pues, por ahora, el gobierno se ha pronunciado a favor de mantener sus proyectos insignia e incrementar el apoyo a Pemex.
“Actualmente, el dinero se usa para eso y para los programas sociales. Si el gobierno pusiera en pausa los proyectos… Ante una respuesta así, disminuiría la percepción de riesgo”.
El último estimado de Bank Of America para la economía mexicana es una caída de 8% para 2020. Carlos Capistrán explica que esta es una crisis mundial que surgió, prácticamente, de un día para otro y requiere tomar medidas ante la emergencia.
Una de ellas, explica, ha sido mandar a la gente a su casa y pedirle que cierre sus negocios ante la emergencia sanitaria, por lo que, de la misma manera, se pensaría que deberían tomar acciones de política económica en apoyo.
“Una de esas medidas sería postergar las cosas que no son urgentes para liberar recursos para las cosas que sí son urgentes y que, si esas cosas requieren más recursos, habría que irlos a buscar. Ciertamente, seguir con los mismos programas y los mismos planes que se tenían antes de la emergencia no es algo que se antoje que pueda ayudar a la economía en su momento”, advierte.
LOS RIESGOS DE NO CAMBIAR LA POSTURA
El principal desafío, si no se dan facilidades a las empresas, es la liquidez. Alil Álvarez Alcalá, socia fundadora del despacho Álvarez Alcalá y experta en materia fiscal, explica que, cuando las firmas tienen problemas de ingresos, puede ocurrir una crisis prolongada de flujo y solvencia. “Esto se traduce en la quiebra de empresas. Y el empleo se destruye.
En un escenario con esos riesgos, los pasos a seguir son: facilitar el acceso a préstamos y evitar que las empresas tomen decisiones de liquidez”, asegura.
De acuerdo con Luis Pérez de Acha, socio fundador y director del despa-cho Pérez de Acha e Ibarra de Rueda,y también experto en temas fiscales, el gobierno ni siquiera tiene que renunciar a la recaudación.
“El gobierno puede optar por facilidades: programas de diferimiento para que las empresas puedan pagar los impuestos en plazos mayores. Uno de los efectos adversos de que no haya opciones será el resurgimiento de empresas fantasma que otorguen facturas para deducciones. Hoy, la decisión puede ser pagar impuestos o pagar la nómina de los empleados”.
El efecto más nocivo en el largo plazo es que exista una cacería de contribuyentes que genere “prófugos fiscales”. Eduardo Revilla Martínez, socio de Impuestos y Servicios Legales en Deloitte, explica que, ante un fenómeno en que muchos contribuyentes se ven en problemas para cumplir con el pago de impuestos, el aparato estatal pierde el control, pues el fisco se llena de expedientes incobrables pagos en especie que son inservibles.
“En un escenario de alto incumplimiento, lo que ocurre es que esas personas no encuentran manera de regresar a la formalidad y los empleos perdidos no se recuperan”, añade Alil Álvarez Alcalá.
¿QUIÉN LIDERA LA RECUPERACIÓN?
Hoy, una de las preguntas más importantes es qué tan fuerte puede ser la caída en el crecimiento del país. La siguiente pregunta que viene a la mente está relacionada con qué sectores pueden liderar la recuperación.
El FMI prevé una recuperación en forma de V para las economías más desarrolladas y con mayor capacidad de echar a andar estímulos para preservar empleos. En el caso de México, si bien se espera una caída de 6.6% para 2020, en 2021 se podría ver una recuperación de 3%.
Los sectores que pueden recibir los impactos más profundos están relacionados con servicios y entretenimiento, pues, dependiendo de la duración de la contingencia, ése será el nivel de afectación estructural en la operación de este tipo de negocios.
Por otro lado, si bien se espera que la manufactura pueda ser un sector de pronta recuperación, lo cierto es que es una rama económica que tiene una alta dependencia de Estados Unidos, destino de más del 80% de las exportaciones mexicanas.
“Negocios como hoteles, restaurantes y transportes tendrán más dificultades porque, actualmente, están en una situación de parálisis”, advierte Alfredo Coutiño.
Para Carlos Capistrán, de Bank of America, los primeros sectores que podrían repuntar serían los de manufacturas y dependería de las cadenas de producción a nivel global.
“En México, con la depreciación del tipo de cambio, se favorecen las exportacionesa Estados Unidos. También [estimula] el turismo, pero eso dependerá, asimismo, de apoyos locales. Parte de la dificultad que enfrentan los gobiernos es identificar qué sectores necesitan más apoyos; pero, prácticamente, toda la economía se va a ver afectada”.
Mauricio Hurtado Mendoza, socio director de PwC México, explica que las firmas diversificadas, con plataformas de exportación sólidas y con costos mayormente denominados en pesos serán las que tengan mayor posibilidad de vivir una recuperación acelerada.
“Los sectores que tengan una operación vinculada con mano de obra intensiva yque hayan cortado empleos tendrán una recuperación más lenta”, advierte.
Los sectores que se mantendrán activos están más relacionados con el consumo al menudeo, aunque la fortaleza, en ese caso, dependerá de la profundidad con la que la crisis impacte a los hogares.
“El sector consumo sigue en movimiento porque, en un primer momento, los consumidores abarrotaron centros comerciales. Luego puede venir una segunda ola, cuando la pandemia arrecie, pues la gente buscará comida enlatada o embutidos. Sin embargo, existe un efecto de segunda vuelta: ante la pérdida de empleos, hay una reducción en ingresos, y lo importante será que estos sectores dinámicos no vean un impacto muy profundo en esa fase”, añade Coutiño.