Era el regalo por excelencia; en la lista de deseos de Navidad, Reyes y cumpleaños de toda niña no podía faltar la Barbie y sus accesorios. Atuendos, mascotas, coches y casas acompañaban a esta icónica muñeca que fue parte de la infancia de muchas (y muchos).
Hoy, gran parte de sus fanáticos ya son mayores, pero siguen encontrándose referencias al juguete estrella de Mattel; Barbie ha permeado la cultura, la moda y el cine.
El rodaje de la nueva película Barbie, protagonizada por la actriz Margot Robbie, junto al regreso de la moda de la década de los 2000 ha impulsado la barbieficación de las nuevas generaciones: brillos, tacones, minifaldas y distintos tonos de rosa inundan las páginas de los creadores de contenido.
TikTok, la red por excelencia de la Generación Z, es pionera en el último movimiento reivindicativo de la muñeca, y una de sus principales exponentes es la influencer @chrissychlapecka.
Se autodenomina a sí misma bimbo: el anglicismo que, de forma despectiva, describe a una mujer atractiva pero poco inteligente o superficial. Chrissy ironiza el insulto llevándolo al extremo. Viste de rosa de pies a cabeza (cabello incluido), utiliza faldas cortas y llamativos tops de lentejuelas.
Sin embargo, a diferencia de la muñeca, esta Barbie va acompañada de un discurso político explícito dirigido a las mujeres, gays y aquellos que se encuentran en el espectro no binario: “¿Quién y qué es una bimbo? Una bimbo no es tonta… bueno no es tan tonta. Pero sí es militante de la izquierda: está a favor del trabajo sexual, del aborto, del movimiento Black Lives Matter y de la comunidad LGBTIQ+. Yo no visto provocativamente para la mirada masculina, lo hago para mí misma. Al final del día se trata de tener inteligencia emocional”, explica en sus vídeos.
Pero Chrissy no es la única Barbie que dio el salto de Mattel a TikTok. Al buscar el hashtags aparecen miles de resultados: creadores de contenido de distintas tallas y razas; al igual que las muñecas de hoy. Entre ellos se encuentra @sugarandspice, un dúo de hermanos que son famosos por sus personajes drag que están inspirados en esta estética ultra femenina y, por supuesto, también se reconocen a sí mismas como bimbos e invitan a todos a unirse a este movimiento que promueve la inclusión. “Cualquiera puede ser una bimbo, incluso los hombres heterosexuales. Nosotras no discriminamos. Estamos en el año 2021 y bimbo ya no es un término peyorativo utilizado por los hombres para humillar a las mujeres. Ahora nos empodera”, dicen en uno de sus vídeos más populares, con extravagantes pelucas y altísimos tacones.
Pero, ¿qué implica este regreso de Barbie? ¿Es acaso un retroceso para las mujeres? El imaginario de esta muñeca es bastante más complejo que el de un simple juguete. Hay una serie de prejuicios que acompañan a esta joven hiperfemenina, criticada durante décadas por normalizar estándares de belleza imposibles, por fomentar la sexualización de las niñas y, sobre todo, por ser el molde de la guapa boba.
Un estudio realizado por la doctora en psicología Aurora Sherman y publicado en la revista Sex Roles concluye que, en el contexto de la infancia, la exposición a las muñecas Barbie tiene como consecuencia una temprana e inapropiada sexualización. Además, plantea que esta exposición sexual -a través del juego– afecta su autoestima y la percepción de su potencial profesional: aquellas niñas que juegan con las muñecas rubias se sienten menos capaces de desarrollarse profesionalmente en carreras tradicionalmente masculinas como la medicina y la aviación, aunque sí consideran que estas profesiones son aptas para sus amigos hombres.
La catedrática de la Universidad Complutense de Madrid Asunción Bernárdez, especializada en género y autora del ensayo Soft Power: heroínas y muñecas en la cultura mediática, discrepa de esa lectura crítica y recuerda que, en su lanzamiento, en 1959, la Barbie fue un juguete completamente disruptivo: “Por primera vez las niñas jugaban con un modelo de mujer adulta que podía ser una proyección de ellas en el futuro. Antes jugaban únicamente con bebés [es decir, con muñecas]. Las niñas ya no tenían que ser mamás”. Bernárdez recuerda que la muñeca (mejor dicho, el personaje) se ha transformado y adaptado mucho a lo largo de las décadas.
Barbara Millicent Roberts -el nombre completo de la muñeca original- estaba inspirada en las celebridades del momento: Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor. Sin embargo, en 2022 existen miles de modelos de muñecas: de distintas nacionalidades, razas, tallas y profesiones. Algunas con vitiligo y otras en silla de ruedas. Cada día hay más muñecas para que cada niña pueda encontrarse a sí misma en los escaparates de las tiendas. Pero la oferta no acaba ahí, también hay barbies basadas en figuras femeninas como Frida Kahlo, la etóloga Jane Goodall o J. K. Rowling. Su lema tiene ese mismo valor inspirador: “Tú puedes ser lo que quieras ser”.
Por eso, no es de extrañar que la muñeca se haya convertido en un símbolo de la cultura popular que Mattel ha exprimido al máximo. Existe todo un universo cinematográfico en torno a Barbie que comienza en el año 2001 con Barbie en el Cascanueces y continúa 20 años después con Barbie: grandes sueños en la gran ciudad (2021).
Lo último es su aparición en clásicos de Pixar como Toy Story, y su salto al formato live action, protagonizada por Margot Robbie. Barbie, la primera película en carne y hueso de la saga, se estrenará en 2023. La producción ha generado grandes expectativas con lo poco que se ha visto ya del rodaje: conjuntos extravagantes, estética ochentera, la promesa de una narrativa que desarrolla el body positive y un enfoque de género sobre el rol cambiante de la mujer en la sociedad.
Un mix entre la Barbie estereotípica con la que muchas jóvenes (y ya no tan jóvenes) crecieron y la mujer empoderada del mundo contemporáneo. Además, el largometraje cuenta con la dirección de Greta Gerwig, que tiene un impresionante currículum que incluye tres nominaciones a los Oscar y que destaca por la narración de historias que giran en torno a personajes femeninos complejos, como es el caso de Mujercitas (2019) o Lady Bird (2017).
Barbie es rubia, femenina y le gusta el rosa: por ende, se asume que es tonta
Al igual que muchas mujeres convencionalmente bellas, Barbara Millicent es víctima de varios prejuicios (que, con suerte, será uno de los temas que se desarrollarán en la nueva película). Es rubia, femenina y le gusta el rosa: por ende, se asume que es tonta.
¿De dónde nace esta concepción? Asunción Bernárdez señala que el equívoco es un tópico tradicional de la feminidad: “La mujer ideal es la que no habla. No opina y, por lo tanto, no tiene ideas. Entonces se hace un pack: el modelo que, físicamente, se asimila con la perfección [la belleza de Barbie], es aún mejor si no es inteligente”.
La académica también indica que esta necedad se relaciona con el modelo de docilidad. “La feminidad ideal es la mujer sometida. Y el que sea tonta tiene que ver con esa sumisión, para el deleite masculino”.
La imagen y los prejuicios de Barbie se trasladaron a Hollywood y es así como en los 90 y principios de los 2000 nos encontramos con las muñecas de la vida real, como Pamela Anderson y Paris Hilton, que abrazaron esta ultrafeminidad acompañada de la sexualidad y explotaron estos estereotipos a su favor para obtener fama y titulares. “Lo que está claro es que asumir este modelo de tontas sale muy rentable”, reconoce Bernárdez, a la vez que culpa a los medios por perpetuar ese discurso: “Sigue siendo muy común el hecho que se les exija a las mujeres esa auto-cosificación para triunfar. Especialmente en la cultura pop”.
El recurso utilizado por las famosas hace 20 o 30 años tiene su equivalencia actualmente en las redes ya que “aquellas que se desnudan obtienen más likes que si no se desnudan”, critica la catedrática. A la vez, reconoce que hay chicas que entienden este mercado y lo usan a su favor. Más de 60 años después de su lanzamiento al mercado, la famosa muñeca es más relevante que nunca.
Su influencia va más allá de los estantes de las jugueterías: ha logrado conquistar el mundo audiovisual, las tendencias, y la cultura popular. A pesar de que la imagen que proyectaba en sus orígenes hoy puede ser clasificada como problemática, ha sabido adaptarse y evolucionar a la par de la sociedad. Por eso, no cabe duda de que nos queda Barbie para rato.
Ken: de pareja de Barbie a líder de la comunidad LGBTIQ+
La trama de la nueva película de Barbie, de Warner, es una gran incógnita, y el papel que tendrá Ryan Gosling como Ken no es la excepción. De momento, solo se puede intuir que el muñeco se mantiene como el compañero de la famosa rubia, y sigue siendo el galán aficionado a la moda que Mattel lanzó al mercado en 1961.
Sin embargo, la pareja romántica de Barbie –irónicamente– se ha convertido en un icono de la comunidad gay. Su preocupación por la moda y su aspecto físico, su estilo, y en general, su masculinidad no normativa hace que los consumidores lleguen a cuestionar su heterosexualidad. Las interpretaciones de Ken como icono gay se intensificaron cuando en 1993 la compañía de juguetes lanzó al mercado una versión cool de Ken, que se distinguía por su cabello rubio platino, una camiseta de malla y un chaleco de cuero sin mangas; en conjunto, un atuendo que parecía sacado de cualquier discoteca LGBTIQ+ de la década.
Sus manerismos metrosexuales y su estética que escapa la heteronorma ha sido adoptada, satíricamente, por la comunidad gay. Esta idea se vio reforzada tras su breve aparición en la película Toy Story, y ahora todo parece apuntar a que esa lectura queer es la que va a adoptar el Ken de Ryan Gosling.
Fuente: VALENTINA SOTTA / Madrid