Por: Gilberto Brenis / @GilbertoBrenis
Al recordar cuando era adolescente (hace cuatro décadas) el uso del teléfono era indispensable, lo utilizábamos para conversar con amigos, echar novio, hacer bromas, solicitar pedidos a alguna tienda, entre otras cosas.
Mensualmente llegaba el recibo de Teléfonos de México donde se estipulaba el costo por servicio medido (llamadas locales) y larga distancia
nacional (cualquier ciudad que no fuera la tuya dentro del país) y larga distancia extranjera (llamadas a otros países).
Recuerdo que había un número de minutos estipulados de servicio medido y si te pasabas te los cobraban, cuando esto llegaba a suceder en casa se armaba tremendo lío.
Exceder el servicio medido constantemente llevó a mi madre a colocar un candando (literal) en el teléfono. El pequeño implemento impedía
que pudiéramos marcar con el disco que tenían los números, de esta forma solamente podíamos recibir llamadas o ella podía autorizar y medir el tiempo de nuestras conversaciones.
En las casas, normalmente había un lugar para sentarse porque las conversaciones podían llegar a ser largas. Si te llamaban para hacer una
broma no había forma de que supieras de qué número te habían marcado.
Si deseabas hacer una llamada de larga distancia podías hacerlo marcando el número completo o marcabas el 02 para que una operadora te enlazara en llamadas nacionales o el 05 para llamadas internacionales.
Si marcabas el 03 te daban la hora (y lo siguen haciendo); debo confesar que cuando teníamos cambios de horario yo marcaba al 03 para saber
que sí había cambiado la hora en mi celular.
Cuando llegaron los celulares se establecía el famoso roaming cuando salías de tu zona habitual y los cargos podían llegar a ser bastante altos. Evidentemente la tecnología llegó y se eliminaron los discos de los teléfonos, se implementaron los botones, se eliminó el servicio medido, los costos extras por largas distancias y se facilitó y abarató la comunicación.
Hoy en día los teléfonos inteligentes nos sirven para absolutamente todo, pero para lo que menos los utilizamos es para hablar con alguien. Es más, si se te ocurre marcarle a alguien automáticamente piensan que algo sucedió, que es una emergencia y hasta te regañan.
La etiqueta telefónica actual dicta que debes escribirle a la persona un mensaje y preguntarle cuándo le puedes marcar… a mí me resulta ridículo. Recientemente hice tres llamadas de algo que era verdaderamente importante y ninguna de las tres personas me contestó, solamente me escribieron por WhatsApp preguntando qué se me ofrecía y tuve que escribir un laaaargo mensaje exponiendo la situación.
A la fecha debo confesar que utilizo poco el teléfono, solamente le marco a las personas cercanas en sus cumpleaños y nada más. Las llamadas que recibo son normalmente para ofrecerme tarjetas de crédito, cambiarme de compañía telefónica o cobrarme algún retraso en un pago… y
creo que eso es para todos.
Escuchar la voz de la otra persona siempre es diferente a leerla. El teléfono fue creado para acercar a las personas, pero hoy en día parece que solo nos aleja.
¿Cuándo fue la última llamada que hiciste? ¿Y si hoy decides llamarle a alguien y simplemente saludarle y saber cómo está? Estoy seguro
de que sería un gran detalle.