Por Sommelier Edgar Aguilar Romero
Mis queridos sibaritas, ¿cuántas veces hemos dimitido a un vino rosado por el hecho de ser rosado? Hay un estigma muy grande alrededor de estos grandes caldos que ni son blancos ni son tintos ni mucho menos una mezcla de ambos, en la actualidad, más bien es un parteaguas entre dos grandes caldos que en esencia cuanta con alma de ambos; explico: el vino rosado tiene la frescura del vino blanco y los matices aromáticos de un tinto.
Los vinos rosados han sido unos vinos incomprendidos en el mercado lo cual resulta paradójico para un vino que puede ser el más versátil de todos. Sin duda habrá quien difiera de esta opinión, pero los vinos rosados son muy flexibles, en lo personal creo que son muy adecuados para los paladares que apenas incursionan en los vinos.
En México se identifica el rosado como vino dulce, gracias al posicionamiento de marca que tuvieron vinos provenientes de la denominación de origen Anjou, ubicada en el valle de Loire a finales de los ochenta. Pero los rosados no se limitan a un estilo de vino dulce.
Se elabora con uvas que generalmente se emplean para la elaboración de tintos, como la Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Pinot Noir, Nebbiolo, Tempranillo. Aunque la variedad reina siga siendo la Garnacha (es en serio, así se llama la uva), permitiendo el contacto del jugo de la uva con la piel para obtener color y aromas. Este color puede ir de una rosa pálido delicado a un rosa intenso o rojo brillante muy claro. Existe una sola variedad de uva que se considera naturalmente rosada y se llama Poulsard, de la región del Jura, España.
Los rosados actuales están muy lejos de todas estas creencias erradas y mitos que afirman su simplicidad y falta de gusto por gran parte de los aficionados al vino. Haciendo honor a la verdad, son vinos difíciles de hacer, con personalidad propia, que merecen toda nuestra atención y gusto.
Los vinos rosados son vinos brillantes, frescos, de taninos apenas perceptibles y perfumados. Sus aromas, ineludiblemente veraniegos, así como desbordantemente frescos y que antojan, recuerdan las frambuesas recién cortadas, las fresas frescas, los arándanos, las paletas de grosella, la granada roja, el cassis, el durazno y los melocotones. Su acidez es perfecta, suficiente para hacernos salivar y estimular nuestras papilas y sentidos. Su grado alcohólico es medio entre 7 y 12 grados. Esta graduación es mayor que la que caracteriza a los vinos los blancos pero manteniendo esa ligereza.
Un excelente compañero, un rosado
El vino rosado además de ser una opción excelente para refrescarnos durante la temporada de calor, es muy recomendable para quienes tengan la intención de iniciarse en esta bebida, ya que no es tan ácido o astringente como los blancos y tintos. Es ideal compañero de platillos como sushi, ceviches, tostadas o tacos de pollo, moles como el poblano, oaxaqueño, xiqueño o chichilo. Pero si deciden probar un rosado ligeramente dulce, armoniza muy bien con caldo de camarón, chilpachole de jaiba, albóndigas al chipotle entre otras delicias. Les recomiendo beber estos vinos a una temperatura entre 10° y 12° para poder apreciar mejor sus características.
Top de los 5 rosados mexicanos
- Uriel, Adobe Guadalupe, ensamble de Cinsault, Tempranillo, Barbera, Syrah, Sauvignon Blanc y Moscatel. Sin barrica. Ideal para acompañar con mariscos y ensaladas frescas.
- Viña Liceaga, mezcla de Grenache, Merlot y Syrah. Ideal para maridarlo con pizzas, hortalizas verdes y mariscos.
- Coco Rosé, del enólogo José Luis Durán, elabora a base de Grenache y Moscato, 3 meses en barricas.
- V, de Casa Madero, Parras- Coahuila, elaborado a base de Cabernet Sauvignon 100%. Para combinar con quesos frescos y suaves o tacos de pescado.
- Cursi, Hacienda La Lomita, mezcla de Grenache, Syrah y Merlot, sin paso por madera. Para disfrutar solo o con platos frescos con productos crudos.