No, a ver, mis niños, no es tan fácil, les explico: lo que pasa en el Congreso del estado es como una película mexicana de los ochenta. Ándele: una «sexy comedia» como les llamaron, el cine de ficheras. Así de malas, así de corrientes, así de albureras, con algunos gags, con la imprescindible encuerada, y musicalizada por Rigo Domínguez o por Chico Che. Con Luis de Alba como el JJ y Alfonso Zayas como Carlos Morales, invitaríamos hasta a Pedro Weber y Tuntún para que la protagonicen.
Lo que pasa en el Congreso del estado, más allá de ser una escena de la clásica pulquería «Las Glorias del JJ» (con el debido aserrín para hacer el alacrán) es algo más serio que ni los propios diputados tienen en mente: no hay una agenda legislativa, no hay un plan, no hay dirección y todo son ocurrencias que terminan a sombrerazos.
Aclaramos que las Crónicas Marcianas no se escandalizan porque los diputados de Morena y del Frente se agarren a cachetadas, no es algo nuevo ni es la primera vez que en el poder legislativo local se dan un agarrón los señores representantes; tampoco lo justificamos. Más bien, por un lado, nos da risa, pero por otro, nos genera la idea que en el Congreso se hace de todo menos política.
Y ahí entramos, otra vez, a un tema del que carece el Poder Legislativo local: comunicación. Si los diputados de mayoría quisieran pasar a la historia como la mejor legislatura, deberían entonces crear una agenda legislativa; posteriormente, presentarla y cabildear con los líderes de las fracciones, aceptando algunas sugerencias, corrigiendo puntos, quitando otros; de ahí, se buscaría llegar a los medios de comunicación con estrategias para no ser aburridos y de ese modo se logre la decodificación del mensaje.
El resultado estaría a la vista: les quitarían armas a su oposición para que se quejaran y patalearan, no los grabarían ni los agarrarían a cachetadas, es más, si lo intentaran se verían mal los del Frente, pero no es así. Los «hubieras» habitan en el reino de los justos.
Aquí es a la mala, a la de «mis chicharrones truenan», a llevar todo al revanchismo, a la venganza, las patadas, los golpes bajos, las risas, y la comedia involuntaria.
Y todo porque su estrategia de comunicación es nula. Son reactivos, jamás proactivos. ¿Cuál es la diferencia? El proactivo establece la agenda que quiere proyectar, el reactivo apaga fuegos y trata de controlar los daños. El proactivo propone y, de ser necesario, corrige, el reactivo es emocional y todo lo toma de forma personal y de ahí que termine en violencia.
Aquí, en este Congreso estatal, están yéndose al bulto, al «ahí se va», al «no pasa nada», al «bueno, ya pasó», pero pues ni modo: al aventón.
Al carecer de un plan, vamos a seguir viendo escenas tomadas de algún talk show mexicano como el llamado “Hasta en las mejores familias”. No sabemos quién interpretaría el papel de Carmelita Salinas y quiénes serían los gemelos Brennan para controlar los agarrones que se dan estos muchachones.
Y es que el respetable está dividido: obvio, los que apoyan a los diputados de Morena, los que apoyan a Marcelo García y Gerardo Islas, los demás y una mayoría que está divertidísima viendo los desfiguros de los representantes populares.
¿A dónde nos llevarán estas películas llamadas “Unos diputados muy picudos”, “No te menees Morena que se me pone de Frente”, “Diputados de día, bellos de noche”, “Un Macho en la Junta de Coordinación Política”, “Esta noche sí hay sobornos” y “Las calenturas de Morena”?
En este proceso legislativo no hay consensos, no hay arreglos ni acuerdos, todo es al “me canso, ganso» y eso no está dando buenos resultados.
Ahora, si la estrategia es hacerse las víctimas para ganar adeptos, sus apoyos serán sólo los chairos, pues al público en general no le encanta la violencia porque se pierde el estilo y al final todo se toma a broma.
Por eso, insistimos, no hay agenda, no hay estrategia y por ende un pésimo manejo de la comunicación, ahí están los pobres resultados. Lo lamentable es que aún cuando tengan buenos temas se van a perder en esta feria de albures y dimes y diretes de nuestra sexy-legislatura, de esta política de ficheras como las películas mexicanas de los setenta y ochenta.
Que Lina Santos, Sasha Montenegro y el Caballo Rojas los rediman.