Durante parte de nuestra vida nos relatan cuentos de hadas acerca del amor, nos llenas de expectativas inalcanzables, nos pintan la vida de casados colorderrosa, nos dicen «y vivieron felices por siempre», pero jamás nos platican que en ocasiones todo cambia y que nada es como lo pintan y que el color rosa se torna negro.
Es más escuchado que las mujeres sueñen con ese acontecimiento más por el evento en sí, en otras palabras, por el pachangón; a los hombres no les ilusiona el hecho de casarse, sino más la ilusión de la pedota que se avecina y no por el hecho de comprometerse, sino que creen que es más de entregarse a una persona sin ataduras.
Quién sabe en aras de qué, cuando se casan, algunas personas llegan a cambiar, o será que realmente no las conocemos lo suficiente como son y nos dejamos llevar por el idiotismo del enamoramiento que suponemos tener hacia nuestra pareja que en ese momento, nos dejamos llevar por las famosas mariposas en el estómago (que puede ser una simple diarrea), nos cegamos, nos atontamos, pensamos que es la persona indicada para toda nuestra vida. Pero, seamos sinceros, nunca terminas de conocer a alguien por completo, siempre habrá algo que te sorprenda sea bueno o malo.
Escapa a todo raciocinio el hecho de que una mujer tenga que convertirse en la chacha y tomar el papel de sirvienta de un hombre, ni es justificable que el hombre se vuelve el milusos de un hogar cuando ni cambiar un foco sabe, ni mucho menos usar un taladro, aclaro, no en todos los casos.
Sigue sin existir una explicación de por qué el hombre tiene que dejar a un lado sus videojuegos favoritos para ver Crepúsculo, ni tampoco por qué la mujer tiene que dejar de ver 50 sombras de Grey para ver Rápido y furioso; en algunas ocasiones no se encuentra el equilibrio, pero en otras no y se crea la parte dominante en cualquier de los dos papeles, porque de novios a todo le dices que sí, o viceversa, a todo te dice «sí, mi amor, lo que a ti te gusta a mí también», cuando en el fondo no es cierto.
Se dice que subes de peso, ¡pues claro!, porque si tuviste una comida en tu trabajo o simplemente echaste taco con los cuates tienes la obligación de llegar a tu casa y comer lo que se preparó, tengas o no hambre, porque te sentirías culpable por no hacerlo, pero cuando son novios te vale, dices «no, ya comí» o tú, mujer, que estás cuidando tu dieta tengas que ir a comer tacos o pizza.
Sin duda, la actividad sexual disminuye drásticamente. Sí, queda claro de novios parecemos conejos, pero de casados los problemas, el estrés de la cotidianidad y el misterioso «dolor de cabeza» que aparece repentinamente, se pierde el apetito sexual, abriéndole la puerta a los problemas laborales, y estamos hablando del panorama sin hijos, porque una vez que llegan se opta por «márcalo en el calendario para no olvidarlo», pero tú hombre no puedes tener dolor de cabeza “repentinamente” porque ¡uy!, ya estás engañando.
Algo que no entiendo es porque dejemos de motivarnos para vernos bien, ejemplo, tu mujer cuando son novios haces hasta lo imposible por verte como la princesa de Disney: estética, uñas, depilación, cuidas que no salga tu llantita, tu hombre vas al gym, te perfumas , te peinas, zapatito voleado, camisita trucutrú, todo un chavito bien deja todo eso a un lado para convertirnos en unos zorecos: usar gorra para no peinarse, hola panza chelera, los zapatos ya hasta hoyos tienen, ustedes damas se convierten en cenicientas adiós estéticas y se olvidamos la motivación de torna en ya me dijiste gorda ya no te gusto ya no me ama.
Creo que nos podríamos extender con una larga lista que van a pasando y que nadie te cuenta en realidad porque todos te dirán, vamos bien, todo de maravilla, el matrimonio me cambio la vida pues claro como no, si ambos dejan se ser ellos mismos, opino que el día que en verdad soportes el olor de un flatulencia, se pierdan la pena de ser tu mismo y respeten el espacio de cada uno y les quede claro que tienen costumbres distintas que no están obligados adoptar sino a sobrellevar, ese día podrían hablar de la posibilidad vivir juntos para después casarse y si por alguna razón falla el anticonceptivo tampoco se vean obligados a casarse.
Nada como estar convencidos y seguros de esa decisión para evitar divorcios y, sobre todo, para que a un futuro se lastimen otras hermosas personitas que no tienen la culpa de las mariposas que algún día sintieron y en conclusión no se casen, aparte sale caro, mejor organicen un viaje.